La situación actual de México puede diagnosticarse partiendo de un sencillo comparativo del Presupuesto de Egresos de la Federación, que no es otra cosa que el gasto e inversión del Gobierno:
El cuadro muestra los porcentajes del gasto total asignados a los 48 renglones considerados. Los primeros cinco concentran casi 80 por ciento del presupuesto:
1. Pago de pensiones a jubilados al amparo de la Ley del IMSS de 1973 y la Ley del Issste de 1983; pensiones de miembros de las Fuerzas Armadas, ferrocarrileros y jubilados de la Comisión de Luz y Fuerza del Centro; otros subsidios.
Las pensiones deberían ser sufragadas por un fondo de pensiones constituido por las aportaciones tripartitas (Gobierno, patrón y empleado) durante los años de actividad económica formal de cada afiliado. Sin embargo, ese dinero tuvo un destino diferente, y ahora son nuestros impuestos los que hacen frente a la obligación de pensionar a los afortunados que pudieron y eligieron hacerlo bajo las leyes mencionadas. Afortunadamente, en 1997 vinieron las afores, y cada palo aguanta su vela: lo que ahorres en tu afore será el dinero con el cual te retirarás. La primera generación está a punto de cumplir 25 años de arranque, y ya empieza a jubilarse.
En este renglón están entonces incluidos los mexicanos de segunda, quienes se jubilan con una pensión calculada con el promedio de salario de los últimos cinco años, el número de semanas cotizadas y un porcentaje determinado por la edad de retiro. Existe un máximo de 45 veces la Unidad de Medida y Actualización (UMA) mensual. Varios pensionados se ven obligados a hacer recortes a su gasto o continuar trabajando para mantener el mismo nivel de vida. El cálculo está diseñado para disminuir significativamente el ingreso al cual estaban acostumbrados quienes ahora engrosan las filas del retiro.
2. La recaudación federal de impuestos, a la que contribuyen principalmente Ciudad de México, Nuevo León, Jalisco, Veracruz y el Estado de México, se redistribuye por estado con un criterio basado principalmente en el número de habitantes de cada entidad. Hay algunas entidades que contribuyen poco a la recaudación, como Oaxaca y Guerrero, y sin embargo reciben una proporción importante de las participaciones y aportaciones federales. Son estados atrasados, y hay que ayudarles.
El 75 por ciento de las Participaciones Federales (Ramo 28) son destinadas por los estados al pago de Servicios personales, Transferencias y Asignaciones. Las Aportaciones Federales (Ramos 33 y 25) son partidas asignadas principalmente a Educación, Salud e Infraestructura Social. Las Participaciones son fiscalizadas por la Federación con menor rigor que las Aportaciones.
3. Cualquier empresario en México conoce las consecuencias de no pagar sus cuotas del IMSS: el inspector se presenta de inmediato y cierra el negocio, sin mediar argumentos o negociación alguna. Los 422,000 millones de pesos así captados alcanzan para cubrir el gasto corriente del instituto, constituido en 95 por ciento por Nómina, Suministros y Servicios. A pesar de su aparente autosuficiencia, el IMSS recibe un subsidio del Gobierno Federal superior a los ingresos que las cuotas de los empresarios y empleados generan. Este subsidio es necesario para pagar las pensiones de sus jubilados. No hablo de los mexicanos de segunda, cubiertos por una partida específica, sino de las pensiones de los empleados del Instituto Mexicano del Seguro Social. Pagar las pensiones de los pensionados del IMSS, con jubilación temprana y montos con los que los mexicanos de segunda no se atreven a soñar, cuesta 558,000 millones de pesos al año, es decir, casi 60 por ciento de lo que cuesta pagar las pensiones de todos los mexicanos afiliados al IMSS o al Issste, además de Fuerzas Armadas y ferrocarrileros. Un “negocio” tan rentable como el IMSS, monopolio que cobra puntualmente a quienes pertenecen a la economía formal, por los 20 millones de empleados afiliados, está quebrado porque unos pocos privilegiados reciben una enorme tajada del presupuesto federal para poder retirarse como reyes.
4. En el caso de Pemex, las pensiones anuales representan 304,000 millones de pesos. Otra cifra de escándalo, explicada por las mismas razones del IMSS. Ya párenle. Sirva de comparación este dato: Dos Bocas va a costar 45,000 millones de pesos. Las pensiones anuales de los empleados de primera de Pemex, que en promedio por jubilado alcanzan 1.5 millones de pesos al año, llegan a un monto seis veces superior. El monto de la inversión anual de Pemex, sin contar Dos Bocas, es de únicamente 21,000 millones de pesos. Una bicoca cuando se lo compara con el monto de las pensiones de estos privilegiados. No es de extrañar que Pemex ya no tenga recursos para explorar y explotar yacimientos nuevos, a pesar de la suspensión de las rondas para asignar a inversionistas privados los nuevos proyectos. Todo en aras de sepultar las iniciativas neoliberales. El hambre me tumba, pero el orgullo me levanta, diría la 4T.
5. La deuda eterna es el último concepto del grupo del 80 por ciento. A diferencia de Pemex, ésta sí es de todos los mexicanos.
En los años ochenta, los gobiernos latinoamericanos se convirtieron en un atractivo cliente para la banca internacional, y los préstamos fluyeron. Hoy nos toca pagar la cuenta de aquellos recursos, cuyo beneficio no distingo. Pedimos prestado, pero al parecer nos gastamos el dinero en pagar paraestatales improductivas y también, por supuesto, en contribuir a la formación de fortunas mal habidas. Tenemos superávit primario; pero, cuando incorporamos el servicio de la deuda, constatamos la necesidad de seguir endeudándonos para pagar la deuda. Que alguien me explique…
Un enfoque alejado de consideraciones políticas o económicas, concentrado únicamente en escuchar, como si fuéramos auditores externos, lo que los números cuentan, indica medidas evidentes que urge tomar antes de que el destino nos alcance: limitar las pensiones de los mexicanos de primera. Podemos aceptar pagar el doble del máximo establecido para los mexicanos de segunda. La mejor opción es declarar la quiebra de Pemex lo más pronto posible y eliminar el pasivo laboral. Si decidimos constituir Petromex como una empresa nueva, con una plantilla mínima contratada bajo condiciones de mercado, la nueva paraestatal podría competir con las empresas privadas, para las cuales la inversión es indispensable.
En lo que se refiere a las participaciones a los estados, lo recomendable es fiscalizar con rigor el destino de ese presupuesto a las diferentes necesidades locales.
Si decidimos no hacerlo y seguimos remando indolentemente mientras los gobernantes y los empleados de Pemex y el IMSS continúan departiendo con alegría en la diminuta cabina de proa de la nave nacional, con servicio de primera, caviar y champaña, será imposible divisar el enorme iceberg al que nos dirigimos.
Ya párenle.