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¿Volverán las oscuras golondrinas?

Charlemos seguros

El asegurador

  • A RIESGO PROPIO 

Por: Bernardo Olvera Bolio

QUIZÁ LA MÁS CONOCIDA DE LAS rimas de Gustavo Adolfo Bécquer es la que comienza con la sentencia afirmativa que encabeza esta nota (los signos de interrogación son míos). El tema del poema versa sobre un gran amor del pasado que por despecho (y por decreto) del protagonista no se volverá a presentar…, al menos no con la intensidad con la que él amó. Tal vez porque él fue el primer amor de ella.

LOS AMORES PRIMEROS suelen ser, según consignas populares, inolvidables por una parte e irrepetibles por la otra. Puede ser que eso se deba a la inocente intensidad con la que se ama por vez primera o al descubrimiento de tantas y tantas cuestiones de nuestro ser interno, que por amor abandonará una forma de egoísmo infantil para aprender otra, más justificada y compartida (sí, compartida) de ese importante ingrediente que adereza esa manera de vincularnos llamada amor.

PERO, BUENO, NO VAMOS AQUÍ a ponernos románticos, pues ésta es una columna cuya última pretensión sería competir con Vargas Dulché o Corín Tellado, gran representante del romanticismo dramático y doloroso la primera, y del amor y el erotismo llevados a su más cursi versión la segunda. En los dos casos, de enorme influencia en la sociedad de los cincuentas y de los setentas del siglo pasado.

¿A QUÉ OBEDECE ENTONCES LA cita de Bécquer? Pues a la eventual ausencia de importantes invitados a la Convención de Aseguradores 2018 de la AMIS. Esta inquietud parece estar resuelta: en la promoción del evento no figuran las personas que durante por lo menos la primera mitad del año ocuparon todas las conversaciones de todos los “analistas”, de casi todos los noticiarios y un inmenso número de minutos de radio, televisión, cine y otros medios, incluyendo la prensa escrita.

¿POR QUÉ NO ESTARÁN? Pueden ser varias las razones. La primera es que no hayan aceptado, asunto que se explicaría porque hoy escogen arenas de mayor impacto social (en números, respecto de la audiencia). Y ya se sabe que, aparte de los más o menos 1,000 asistentes a la convención de seguros, habrá otro tanto entre empleados de algunas compañías y unos pocos agentes. Hace seis años estuvieron ahí los cuatro.

PUEDE SER PORQUE, como ya se fueron a exhibir en la convención de banqueros (que sagazmente se adelantó a invitarlos), consideren que ya no hay más que decir respecto del sector financiero, y menos de un sector tan especializado como seguros, al que probablemente le tengan cierto miedo. No debemos olvidar, por ejemplo, la asombrosa postura del experto de ya saben quién al decir que no se necesita a los actuarios; que él hace sus números y resuelve en una patada los temas de seguros, pensiones y afores. (Como cuando Fox dijo que iba a resolver el tema del subcomandante en 20 minutos.)

EN FIN, OTRA POSIBILIDAD ES que no les llegaron al precio (perdón al charolazo, porque ellos no cobran), lo que no sería descabellado considerando que hoy son seis y no cuatro los preclaros elegidos para contender por el poder, perdón, por el gobierno; otra vez perdón: por dirigir los destinos hacia el bienestar de este abnegado pueblo de mexicanos (a pregunta específica sobre “los mexicanos”, el inmortal comediante político Palillo decía: “¿Cuáles mexicanos, señor? Nosotros no somos mexicanos; ¡somos damnificados!”). El caso es que no van.

NO, NO VAN. UNA INTELIGENTE medida de la AMIS, sin duda, para evitar a sus invitados las incomodidades de recibir a los lustrosos personajes con excesivas medidas de seguridad, así como para no promover las acaloradas discusiones que a no dudar se presentarían entre los asistentes, distrayéndolos de los sesudos contenidos del programa.

ASÍ ES QUE SE ADELANTARON los banqueros en invitar a tan finísimas personas, quizá con un par de excepciones (interprétese lo anterior al gusto del lector), y no se observaron cosas raras en cinco de ellos. Más propuestas de lo que no harán que de lo que sí, seguramente porque estamos en esa época parecida a un molusco gaseoso (gracias por inventar este término a mi amigo el siempre agudo y fino licenciado Ernesto Ramírez Aguilar) llamada intercampañas (¿?), cualquier cosa que eso signifique en las pulidas y cultivadas mentes de los ilustres representantes del INE.

EL QUE SÍ SORPRENDIÓ por el honesto pero cobarde aprendizaje fue ya saben quién. Resulta que fue a decir insensateces (dentro de su inmaculada sensatez): que no modificará el esquema hacendario, lo que supone que está bien, en reconocimiento a Meade; que no tocará a los banqueros (¿miedo o discurso barato? Siempre se ha manifestado contra ellos endilgándoles la etiqueta de ricos enemigos del pueblo y títeres del sistema y de la mafia). Y remató diciendo que no se va a reelegir, pues la ley es primero y él la cumplirá. ¡Jajaja! Gran retórica para alguien que nunca ha tenido palabra. Pero, eso sí, no se iba a quedar sin cobrarla por anticipado: si él no gana las elecciones, “se irá tranquilo a dormir” (frase que le debe agradecer a Monreal), pero se va a despertar el tigre, parafraseando al incendiario Vicente Guerrero, hace dos siglos.

DE MODO QUE AL FORO de la Convención de Aseguradores 2018 no, no volverán las oscuras golondrinas. Ya hicieron su primavera adelantada con los banqueros. Por cierto, ¿hoy da lo mismo escribir oscuras que obscuras?

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Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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