En medicina existen muchas formas de clasificar a las patologías. Entre las formas más comunes para su clasificación están enfermedades agudas y crónicas, enfermedades transmisibles y no transmisibles, en propias de la infancia y de edad adulta, degenerativa y no degenerativa, etcétera.
En algunas ocasiones, para una comprensión y estudio más amplios, se unen algunas de las clasificaciones; y así, de esa forma, se establecen clasificaciones que dan origen a las enfermedades crónico-degenerativas.
Muchas de las enfermedades de este tipo son el resultado de cambios sociales y económicos que modificaron el estilo de vida de un porcentaje grande de la población mexicana. Las razones tuvieron su origen en el progreso y la mejoría del nivel de vida para muchos en el país.
Como su nombre lo indica, este tipo de enfermedades se caracterizan por ser de larga evolución (años, principalmente) y van degradando la salud de los aparatos y sistemas del paciente.
Este tipo de enfermedades representa uno de los mayores retos para el Sistema de Salud del país y para las aseguradoras mexicanas y las internacionales con permiso para operar aquí. Las razones se pueden enumerar de esta manera: 1) es una de las principales causas de incapacidad prematura; 2) la complejidad para el diagnóstico y tratamiento; 3) costo elevado de su tratamiento a través del tiempo, y 4) desembocan casi todas a la larga en un funcionamiento anómalo de todo el cuerpo y con ello acarrean la muerte. La muerte no siempre es producto directo de las enfermedades crónico-degenerativas, pero éstas colaboran en el inevitable fin.
Las enfermedades crónico-degenerativas son un grupo heterogéneo de padecimientos que contribuye a la mortalidad de nuestro país mediante un proceso que se inicia mucho antes de presentar algún síntoma o signo de la enfermedad (un signo es un elemento medible de una enfermedad, y un síntoma es un elemento no medible de una enfermedad). Entre algunos ejemplos de estos males se encuentran el sobrepeso y la obesidad, las concentraciones anormales de los lípidos sanguíneos, el sedentarismo, la dieta inadecuada y el síndrome metabólico.
Nos detendremos un poco en el síndrome metabólico, ya que actualmente esta enfermedad ha tenido relevancia para muchos padecimientos crónico-degenarativos y su evolución.
El síndrome metabólico es un grupo de características en una persona (aumento de la presión arterial, azúcar alta en la sangre, exceso de grasa alrededor de la cintura y niveles altos de colesterol o triglicéridos) que ocurre simultáneamente y que puede o no aumentar el riesgo de algunas enfermedades crónico-degenerativas, como algunos tipos de falla cardiaca, enfermedad cerebrovascular y diabetes.
Respecto a la edad de aparición para el síndrome metabólico, ésta ha ido bajando de forma drástica. El grupo de riesgo está situado en torno a la cuarta década de la vida; ello sucede así porque desde etapas muy tempranas de la vida las personas adoptan malos hábitos de alimentación y practican escaso ejercicio físico. Este síndrome, por lo tanto, es consecuencia de los malos hábitos de vida, por ejemplo el consumo de bebidas gaseosas o azucaradas, el exceso de carbohidratos simples y grasas y el sedentarismo.
El síndrome metabólico se vincula estrechamente con el consumo de grandes cantidades de grasas saturadas y sal; con el sobrepeso, la obesidad y la falta de ejercicio. También puede venir acompañado de un proceso denominado resistencia a la insulina.
En esta alteración, la insulina, que es una hormona generada por el páncreas que ayuda a la utilización de la glucosa, no es correctamente sintetizada, lo que provoca que la glucosa no pueda ingresar a las células del cuerpo humano.
En las personas con resistencia a la insulina, las células no captan la glucosa, ya que falta la insulina, responsable de introducirla. Como resultado, los niveles de glucosa en sangre aumentan a pesar de que el cuerpo intenta controlar la glucosa generando más y más insulina. Todo ello produce un círculo vicioso muy peligroso para la salud futura del individuo.
La proliferación de hábitos nocivos, como consumo de alimentos ricos en grasas saturadas y sal, tabaquismo, alcoholismo, sedentarismo y otros cambios del modo de vida relacionados con la urbanización y la industrialización aceleradas, ha dado lugar al aumento progresivo de las enfermedades crónico-degenerativas, particularmente las cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer, hipertensión arterial, diabetes mellitus y cirrosis hepática. Todas se encuentran ubicadas entre las 10 principales causas de mortalidad general dentro del rango de los 40 años de edad. Lo anterior evidencia el predominio de este tipo de enfermedades dentro de la situación de la morbimortalidad mexicana.
Ahora hablaremos de las enfermedades crónico-degenerativas por excelencia, que son la hipertensión arterial sistémica (HAS) y la diabetes mellitus (DM).
La hipertensión causa cada año millones de muertes en el mundo, y los enfermos de diabetes también suman millones alrededor del mundo.
La HAS es una enfermedad caracterizada por un incremento constante de las cifras de la presión sanguínea por arriba de los límites de 120/80 mmHg (milímetros de mercurio), lo cual provoca que aumente el riesgo cardiovascular.
La presión arterial sanguínea es el efecto que provoca la fuerza de la sangre hacia las paredes de cualquier arteria (este mismo efecto se produce en las venas, pero la fuerza es menor) durante el bombeo que lleva a cabo el corazón.
Debemos recordar que el corazón bombea sangre en dos tiempos diferentes: sístole y diástole; de ahí que las cifras de la presión sanguínea tengan dos cantidades. La resistencia del tono de la arteria al paso de la sangre es lo que se mide al tomar la presión sanguínea. Podemos decir que una presión por arriba de 139/89 mmHg es un dato para tener en cuenta y visitar al médico.
La hipertensión es una enfermedad asintomática y no muy fácil de detectar al principio. Sin embargo, sus complicaciones son graves y letales; por algo se le conoce como “el asesino silencioso”.
La hipertensión crónica es el factor de riesgo modificable más importante para desarrollar enfermedades cardiovasculares, así como para la enfermedad cerebrovascular y renal.
Los hombres tienen más predisposición a desarrollar hipertensión arterial que las mujeres. Sin embargo, esta disposición cambia cuando la mujer llega a la menopausia, igualándose la condición.
En la mayoría de los casos de HAS no se conoce la causa, por lo que a este padecimiento se lo conoce como hipertensión esencial. Este tipo de enfermedad tiene un influencia hereditaria muy clara.
La diabetes mellitus es un trastorno metabólico de tipo crónico que se caracteriza por la presencia de hiperglucemia (nivel alto de glucosa en sangre). Los síntomas que la mayoría de las personas presenta son: sed excesiva (polidipsia), micción frecuente (poliuria) y hambre constante (polifagia), acompañados del resultado de una glicemia (medición de glucosa en sangre) en cualquier momento del día de más de 200 mg/dL, sin que esto tenga relación con el tiempo transcurrido desde la última comida.
Debemos recordar que el cuerpo trabaja con un azúcar solamente: la glucosa, y más precisamente con la D-glucosa, un monosacárido que contiene seis átomos de carbono y es la fuente principal de energía de las células. Las enzimas que sintetizan o transforman los carbohidratos en los seres vivos son tan específicas que únicamente reconocen a los carbohidratos D, por lo que una falla en ellas puede ser muy grave para el organismo.
La glucólisis o glicólisis es la ruta para utilizar la glucosa y es la forma más rápida de conseguir energía para una célula. Esto tiene lugar en el citoplasma de la célula, y para que ocurra la glucosa debe ser introducida por la insulina El órgano encargado de la síntesis de insulina es el páncreas, en unas células muy especializadas llamadas islotes de Langerhans o pancreáticos. Cuando éstos funcionan parcialmente o no funcionan, se provoca un nivel bajo de insulina en el cuerpo. La insulina es la llave que necesita el cuerpo para introducir la glucosa a cada una de las células del organismo.
La diabetes más frecuente es la del tipo 2, y se produce por una insuficiencia de insulina en el cuerpo que tiene como resultado que el monosacárido pueda estar circulando mucho tiempo en la sangre del individuo (hiperglucemia), lo que puede producir, además de los síntomas anotados arriba, afectación a los vasos sanguíneos, riñón, visión, músculo y piel.
Las complicaciones a largo plazo de la hiperglucemia pueden incluir enfermedades del corazón, derrames cerebrales, retinopatía diabética, insuficiencia renal que puede requerir diálisis y mala circulación en las extremidades, que conduce a amputaciones, principalmente en las inferiores.
Por todo lo anteriormente expuesto, podemos comprender por qué este tipo de enfermedades es un tema sensible para todas las aseguradoras que venden productos de Vida y Gastos Médicos Mayores. He aquí la razón de que estas empresas tengan a su disposición toda clase de herramientas tecnológicas y recursos humanos para determinar la procedencia o no de alguna reclamación de sus clientes.
Las compañías aseguradoras pagan millones de pesos en México al año por reclamaciones que se originan en enfermedades crónicas o por defunciones derivadas de éstas, lo que crea un mercado muy atractivo para seguir invirtiendo tanto en el diseño de nuevos productos como en su adquisición.
Enrique W. Alarcón Martínez es médico y director de Operaciones en Médicos Asociados Nocrala Selarom, Dictamed.