Como agente de seguros con casi veinte años en este ámbito, me he enfrentado a todas las variantes de la Ley de Murphy en lo que se refiere a gastos médicos mayores; basta mencionar que el primer trasplante doble en todo México fue para un cliente mío. En todos estos años he ampliado considerablemente mi conocimiento sobre las condiciones generales y el manejo de los seguros de gastos médicos mayores.
En un capítulo de mi libro Mis tres pilares en las ventas (disponible en Amazon) expreso que cuando inicié en esta profesión, no sabía vender; que soy una vendedora «hecha», es decir, formada con base en capacitación pura y a prueba y error durante el transcurso de varios años. No obstante, aunque no sabía vender, era buena para escuchar y para resolver problemas. Con el tiempo, entre mis colegas comenzó a circular de boca en boca un rumor: si Alejandra no puede resolverte ese siniestro, entonces nadie más podrá. Y eso se debió a mi grado de compromiso para con mis clientes.
Comencé a especializarme en revisar casos en los que la aseguradora negaba a los asegurados el pago o reembolso por sus atenciones médicas; ya fuese apoyando para obtener la documentación que con frecuencia solicitan y que los clientes no pueden o no saben cómo conseguir, o bien, estudiando a fondo las condiciones de su póliza para encontrar el resquicio legal que permitiera reclamar el pago.
Con el pasar de los años, más y más clientes me buscaban para que les apoyara con sus problemas. Fue entonces que recordé la famosa frase de mi sabia abuelita: «nada es gratis en esta vida; deben aprender a cobrar y, si pueden, háganlo en dólares». Esto me llevó a idear una marca dedicada al asesoramiento de siniestros. Al inicio nos enfocamos con gastos médicos; no obstante, hoy por hoy también asesoramos en daños, autos y vida. Nuestro slogan es «Somos especialistas en leer las letras chiquitas».
Con cinco años en el mercado, nos hemos mantenido mediante el cobro de un porcentaje del monto recuperado, tal como lo hacen los abogados. Nuestra actividad se ha extendido incluso a carteras de agentes de seguros que no desean lidiar con la burocracia de las aseguradoras.
Aunque esta profesión me apasiona, eso no quiere decir que no debo cobrar por ello. Con frecuencia no reconocemos el valor que tenemos, lo que se aviva cuando las personas a quienes decimos que somos agentes de seguros, nos miran casi con lástima. Estoy convencida de que tenemos una de las profesiones más hermosas en este mundo, pues somos financieros, psicólogos, médicos, consejeros, contadores, entre muchas otras cosas. Somos de todo porque la relación cliente-agente es tan estrecha que nos convertimos en sus confesores en muchas ocasiones. Esta empresa vino a refrendar este acercamiento con los clientes, a la vez que representa un ingreso extra por tanto conocimiento que como agentes de seguros hemos obtenido, mismo que en ocasiones no sabemos cómo explotar.
¡Cree en ti, elige ser imparable!