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La expectativa de vida cada vez es mayor gracias a los avances de la ciencia médica y de la técnica que está al servicio de esta rama del saber,   y vivir mucho más años constituye una situación para la que debemos estar preparados en todos los aspectos, aunque principalmente debemos tener una actitud optimista.

En efecto, las  bases para disfrutar  una calidad de vida apacible en la edad adulta y la vejez son  la actitud vitalista, el buen humor, el sentido común y la objetividad, así como el conocimiento que se tenga de la situación personal respecto a  salud y condición física y la disposición de corregir las anomalías que en estas áreas de la vida lleguen a surgir.

Se deben  tomar algunas previsiones,  como estar más al pendiente de nuestra salud, ordenarnos  una revisión médica anual, practicar actividad física diario durante  media hora cuando menos, llevar una dieta saludable y adecuada, leer más, disfrutar de nuestros  hobbies, de la familia, del entorno y, sobre todo, de los buenos recuerdos. Los buenos recuerdos constituyen un aliciente muy poderoso para sobrellevar las limitaciones que impone la senectud.  El contacto con los jóvenes, con los nietos, con las nuevas generaciones también es un estímulo capaz de moldear nuestra concepción del mundo, algo que sin duda el cerebro requiere siempre. Interactuar con los jóvenes nos da a conocer una visión nueva de la existencia, inédita para lo que fue nuestra generación. Y aquí no se aplica el restrictivo precepto de que todo pasado fue mejor.

Actualmente, en todos los municipios del país hay programas para los adultos mayores, así como clubes o asociaciones locales donde se imparten   talleres y clases de diferentes actividades. También hay grupos donde se pueden practicar infinidad de labores que nos pueden ayudar a llevar una  calidad de vida más sana en esta etapa.

Afortunadamente, cuantos  más años vivamos, más experiencias vamos acumulando, y estas vivencias   se convierten en recuerdos que podemos volver a vivir muchas veces. Podemos  hacer mentalmente o de manera escrita una relación de esos buenos recuerdos que podrán ser en determinado momento un testimonio de lo que marcó   nuestra vida y, por extensión, a nuestra familia.

Hay planes u objetivos que nos propusimos    llevar a cabo y que nunca logramos. En esta etapa de la vida tendremos tiempo de evaluarlos y, en su caso, retomarlos; aunque, lógicamente, adecuándolos a nuestra  nueva condición. Es tiempo de que tomemos decisiones que puedan mejorar nuestra calidad de vida en esta etapa de la existencia, que cada vez dura más.  

Así que a disfrutar, planear y cuidar de esta etapa vital,  que probablemente es la más importante. Ya no contamos con las facultades físicas y de salud que tuvimos en   etapas anteriores, pero en cambio poseemos muchas experiencias que nos procurarán una calidad de vida mejor.

Arturo Martínez es expresidente  de la Federación Mexicana de Diabetes.

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