Los factores genéticos, la medicina y los hábitos de salud han influido a tal grado en la extensión de la esperanza de vida de la población que en la actualidad hacer proyecciones sobre la mortalidad de los individuos considerando solamente su edad y omitiendo las condiciones de salud en las que en realidad llegan a esa etapa nos pone ante la necesidad de repensar el mapa de la vida, puesto que ya hay parámetros que hoy carecen de base estadística y que pueden sesgar o echar por tierra cualquier vaticinio.
A esa conclusión llegó Luis Gutiérrez Robledo, director del Instituto Nacional de Geriatría (Inger), luego de exponer los Aspectos clave del cuidado de la salud en la etapa activa y la vejez, durante su participación en el Seminario Retiro y Salud 2019, coorganizado por la Asociación Mexicana de Actuarios (AMA), el Colegio Nacional de Actuarios (Conac) y la Asociación Mexicana de Actuarios Consultores (AMAC).
Gutiérrez Robledo indicó que el principal riesgo al que el ser humano se enfrenta es vivir demasiados años, pues hoy es posible permanecer un espacio igual o hasta superior de tiempo que el que destinamos años atrás a nuestra actividad laboral. El grave inconveniente es que en esta nueva faceta vital existe la incertidumbre sobre nuestras condiciones económicas y de salud, que deseamos que sean realmente dignas.
El director del Instituto Nacional de Geriatría señaló que las personas tienden a confundir o relacionar el envejecimiento con la enfermedad. Y esto hoy es un error porque, gracias a los hábitos que la revolución científica ha inculcado entre la población y al efecto que este nuevo paradigma ha ocasionado en los tratamientos y medicamentos, en nuestros días es posible envejecer sin enfermedad.
Gutiérrez Robledo indicó que la probabilidad de sobrevida se ha extendido a más de 30 años; esto quiere decir que aquel que ha podido llegar a los 60 años en condiciones buenas de salud tiene una probabilidad alta de alcanzar una edad de 90, y las generaciones que hoy están en la juventud o naciendo superarán fácilmente la centuria.
Lo que ahora necesitamos entender, explicó Gutiérrez Robledo, es que la vejez ya no es un momento marcado por los años, sino por las condiciones de salud que manifestamos. No dejamos de ser personas activas, útiles y autónomas hasta que nos volvemos dependientes.
El director del Inger explicó que buena parte de las enfermedades y padecimientos aparecen con la depresión, porque existen personas que, estando en pleno uso de sus facultades y en buen estado de salud, eligen jubilarse más por haber cumplido las semanas y años estipulados en la ley que por el genuino deseo de hacerlo. De ahí que una manera excelente de prolongar la buena salud de las personas sea manteniendo a éstas activas, puesto que la buena salud depende de la genética en 20 por ciento y el 80 por ciento restante obedece a la influencia del entorno.
Cuando la gente pierde el interés por la vida pierde la vida misma, y ahora la población adulta mayor tiene muchas posibilidades de acción y más tiempo del que imaginó para seguir estando en condiciones óptimas de salud. Ante eso, el reto de las pensiones y de las personas será encontrar la manera de financiar su retiro, sobre todo si van a estar en esa situación 40 años más después de jubilarse. Es por ello, insistió Gutiérrez Robledo, por lo que se debe tomar con seriedad la necesidad de repensar el mapa de la vida, pues evidentemente el actual ya no funciona.
Finalmente, el expositor reveló que en nuestra imparable carrera por encontrar datos y formas de convertir en estadística esta nueva realidad del ser humano ya existe una plataforma informativa de aprendizaje profundo que puede calcular hasta con 90 por ciento de certeza el año de la muerte de las personas. ¿Qué vamos a hacer con estas posibilidades que ofrece la inteligencia artificial?