Sin yo advertirlo, he llegado.
Servir a los demás es mi faena.
Del transcurrir de la vida soy testigo.
En el infinito tiempo soy fugaz viajero.
Una gran capacidad de amar está en mí.
Puedo odiar intensamente, aun en perjuicio mío.
La inteligencia para distinguir el bien del mal está en mí.
No soy perfecto, pero sí perfectible.
Tengo un principio y tengo un fin.
Fui creado por un Ser superior a mí.
Por ahí alguien pregunta:
—¿Quién es?
—No te oí bien.
—Que de qué o de quién se trata —dice, alzando la voz.
—Se trata del ser humano.