- REFLEXIONES
Por: Carlos Molinar Berumen / carlos@molinar.com
No cabe duda de que la sabiduría popular de los dichos y refranes es maravillosa, y yo tuve la suerte de vivir una época en la que los padres, los abuelos y los tíos utilizaban dichos y refranes para enseñarnos.
Cuando ocurría alguna situación que se prestaba para mencionar un dicho o un refrán, simplemente nos miraban y lanzaban al aire aquello, como diciendo: “Ahí te va una enseñanza; si la quieres tomar, aplícala; y, si no, ya la vida te la irá enseñando”.
Recuerdo una muy clara, la cual sin duda se refería a la mesura con la que debemos hacer ciertas cosas; decía:Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre. Era un dicho clásico en los días de mi infancia, que viene de la antigua costumbre de ponerles veladoras a los santos para pedirles ciertas cosas. Afortunadamente, me parece que en general se ha evolucionado mucho en ciertas creencias, y ese dicho ya no se estila.
Pero lo cierto es que el dicho significa que en esta vida todo se tiene que hacer con mesura, es decir, con la medida correcta. Por correcta que pueda resultar una acción, si se falla en la medida correcta, de más o de menos, dicha acción puede resultar totalmente contraproducente.
Mi familia es de las que en México llamamos gente de a caballo, y no perdemos la oportunidad de reunirnos para salir a cabalgar al campo cada vez que se puede. Desde mi muy particular punto de vista, es una experiencia que todo mexicano debería tener, porque, como dice mi querido hermano Gino: “La vida se ve diferente desde los lomos de un buen caballo”.
A cualquiera, tenga o no la experiencia de montar a caballo o se interese o no en practicar dicha actividad, le recomiendo de corazón hacerlo, y pueden informarse en www.cabalgandoentequis.com
Éste es un proyecto que mi querido hermano Gino inició con éxito, ya que su pasión son los caballos y me enseñó un dicho maravilloso, el cual denota a la perfección el mensaje al que me quiero referir hoy, que está relacionado con la forma en que se deben llevar las riendas de un caballo, y dice así:Tan suave como sea posible; tan firme como sea necesario.
Me parece que esta maravillosa frase debería utilizarse para todo en esta vida, y para comprobárselo me referiré a algunos ejemplos, desde el más sencillo hasta el más complejo:
Por mencionar uno sencillo, cuando se esquía en agua y vamos jalados con una cuerda por una lancha o una PWC (personal watercraft), si no mantenemos una tensión suficiente en la cuerda para poder reaccionar ante cualquier movimiento o, al contrario, la jalamos de más, simplemente nos caemos.
O, cuando nos ponemos unos audífonos para escuchar música: si le bajamos mucho el volumen no escuchamos; pero, si le subimos de más, hasta nos lastima.
Existen otros ejemplos no tan simples pero en los cuales la enseñanza de este dicho es vital. Por ello se requiere ser muy observador del entorno, de las situaciones, y cuidar mucho esa distancia crítica que debe existir para encontrar el punto exacto entre tensión y ligereza, para que las cosas en verdad funcionen y no se nos reviertan.
Por ejemplo, cuando hablamos de llevar las riendas de una empresa, vemos que la vieja fórmula de mano dura y de imposición, si es que alguna vez dio resultado, al menos hoy es claro que termina siendo contraproducente.
Recuerdo haber platicado con un jefe que empezaba a manejar a su gente desde una posición compleja, y yo le decía: “Sembrar terror no te va a dar buen resultado; la gente va a dar mucho más de sí si siente tu confianza y asume un compromiso contigo. De lo contrario, si vive temerosa, va a cometer más errores que si se siente apoyada; además, con esa táctica, la gente tenderá a no decirte las cosas y siempre que puedan zafarse de una responsabilidad, esconder un error o culpar a alguien más lo harán, y eso a la empresa le saldrá mucho más caro”.
Pero por otro lado es una realidad que, como empresario, no se puede ser laxo y permitir que la gente haga lo que se le dé la gana. Como decía un buen amigo chileno, “hay que marcarles muy claro el rayado de cancha”, es decir, establecer cuál es su responsabilidad, lo que se espera de ellos, y hacerles saber que serán responsables del resultado de sus acciones y que deberán tomar decisiones cuando sea necesario.
En mis 34 años de funcionario siempre me esforcé por ser respetuoso y representar un apoyo para la gente que me reportaba, dándole mucha libertad para desarrollar sus funciones; pero algunas veces me tocó separar de varias empresas a colaboradores a quienes incluso apreciaba mucho, pero por doloroso que fuera el hecho siempre lo hice con amabilidad y con mucho respeto, ateniéndome, valga la oportunidad, a otro dicho: Lo cortés no quita lo valiente. Y así lo he llevado a cabo en mi papel de empresario.
Lo mismo ocurre con la guía que debemos dar a nuestros hijos, con la diferencia de que a ellos pienso que hay que hacerles ver que la vida es individual; que todas las acciones que lleven a cabo traerán una consecuencia. En este caso me parece que el mejor método de enseñanza es a través del ejemplo.
Actualmente, en la actividad que realizo como un apoyo para el mercado de seguros como mediador, , negociador o conciliador en la resolución de conflictos (porque en el arbitraje, que también ejerzo, las reglas del juego son totalmente distintas), a veces me cuesta trabajo enfrentar ciertas situaciones y actitudes. Entonces, haciendo una analogía de la problemática que estoy enfrentando, me da muy buen resultado imaginarme que estoy sobre el lomo de un caballo, que de repente me hace un movimiento extraño porque algo lo asustó y hay que controlar la situación, y evoco esa maravillosa frase que dice:Tan suave como sea posible; tan firme como sea necesario.