En el reporte sobre el estado de derecho en el mundo, elaborado por la organización World Justice Project, México aparece en el lugar 121 de 128 países considerados. Sólo hay siete más inseguros que el nuestro, entre los que están Venezuela, Pakistán, Nigeria y Afganistán.
¿Qué cuentan los números?
Hay de méxicos a méxicos. En el promedio nacional, tenemos un puntaje de 0.43, donde 1 es lo más seguro y 0 lo menos seguro, pero Yucatán tiene 0.84 y Guanajuato 0.22. No pases por Salamanca porque puede herirte algo más que el recuerdo.
Los números cuentan que en 2009, el 80 por ciento de los homicidios se habían registrado en sólo un tercio de los 32 estados de la república. Los números enseguida marean un poco, pero puedo decir que en 2020 la distribución fue similar, aunque el total de homicidios aumentó a más del doble.
El peligrosísimo Guanajuato no estaba en la lista de los más peligrosos en 2009 y en 2020 encabezó la lista, mientras Sinaloa salió de la lista negra.
Chihuahua, Estado de México, Baja California, Ciudad de México, Michoacán, Veracruz, Jalisco, Guerrero y Sonora están en la lista de 2009 y también en la de 2020. Durango sigue siendo peligroso, pero ahora sólo por los alacranes, pues salió de la lista, al igual que Chiapas. Entraron, Nuevo León, San Luis Potosí, Tamaulipas y Puebla. Si no somos muy afectos a los números, basta con escuchar las noticias y prestar atención a los estados mencionados con mayor frecuencia cuando se toca el tema de muertos y heridos.
Cuando observamos el panorama que nos pinta el comparativo entre 2009 y 2020, nos damos cuenta de que ha habido movimiento. Ahora, escuchamos de Tamaulipas, Morelos y Veracruz; parece que a Sinaloa y Durango se los tragó la tierra segura; y Guerrero, a pesar de seguir en la lista, tuvo en 2020 menos homicidios que en 2009. Es fácil concluir que la inseguridad no es un fenómeno nacional, pues existen estados seguros como Yucatán, Campeche y Aguascalientes.
Se me ocurre ahora hacer un análisis diferencial, siguiendo los pasos de Sherlock Holmes y el de su émulo reciente, el Dr. Gregory House, para intentar encontrarle la cuadratura al círculo de la inseguridad.
Guanajuato es el estado con mayor número de homicidios registrados y lo acompañan en esa categoría Jalisco, Michoacán y Zacatecas. Podríamos pensar en una región peligrosa, pero Querétaro, San Luis Potosí y Aguascalientes son estados seguros. La afirmación se cae. No es un problema regional, la situación de inseguridad no está generalizada.
Dentro de Guanajuato, un estado densamente poblado, con apenas treinta mil kilómetros cuadrados, pero más de seis millones de habitantes, existen varias ciudades importantes: León, Irapuato, Salamanca, Guanajuato, Celaya y San Miguel de Allende. Las distancias son cortas en este estado pequeño, pero existen importantes diferencias entre una ciudad y otra: León y San Miguel de Allende son seguras, Celaya, Irapuato y Salamanca son inseguras.
Ya va quedando más claro: existen estados seguros como Yucatán y estados inseguros como Guanajuato, donde algunas localidades son seguras.
Ahora, analicemos la tendencia de la inseguridad, comparándola con otra estadística que nos queda cerca: la distribución geográfica de los accidentes de tránsito. De paso, averiguaremos si es más peligroso viajar a bordo de un automóvil o caminar por alguna ciudad de México.
Como se ha comentado, hubo casi cuarenta mil homicidios en 2020 en México, contra menos de seis mil muertos por accidente de tránsito, una relación de siete a uno más o menos. Sin embargo, el número total de víctimas por accidentes de tránsito llega a casi cien mil en 2022, es decir, más del doble de la cifra de homicidios. Es entonces más probable que una persona resulte herida o muerta en un accidente de tránsito que muerta si camina por una calle de algún lugar del país.
La tendencia de crecimiento de la inseguridad es mucho mayor que la de accidentes de tránsito. La distribución nos muestra dos mundos distintos.
En 2022, el INEGI registró casi 400,000 accidentes de tránsito. El análisis de los siniestros registrados por la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) sugiere una cifra diez veces mayor. Podemos suponer que sólo los siniestros mayores, con muertos o heridos llegan a la estadística oficial. Los accidentes muestran una distribución mucho más uniforme que los homicidios.
La distribución de accidentes automovilísticos muestra una alta consistencia y uniformidad, sin, por ello, dejar de reconocer las diferencias geográficas, de marca-tipo o de género,
En el caso de los homicidios, la inseguridad crece a un ritmo acelerado y su distribución geográfica se asemeja a una masa sin forma que se mueve por todo el territorio nacional, abandonando algunas áreas e invadiendo otras.
La causa de la inseguridad no está en la geografía, en el nivel socioeconómico de los habitantes o en una tradición de comportamiento criminal, conclusión obtenida a partir del análisis diferencial realizado. La distribución del ingreso en Guanajuato es mejor al promedio nacional, su desarrollo industrial es notable, existen importantes inversiones extranjeras y una numerosa comunidad de expatriados. Guerrero es un estado atrasado, con muchas personas en situación de pobreza y un desarrollo escaso. Si hace algunos años nos hubieran pedido que nombráramos un estado violento cuyo nombre empiece con G, no hubiéramos dudado en señalar al estado sureño, cuando la realidad es que en Guanajuato el número de homicidios se ha disparado y en Guerrero ha disminuido.
En algunos lugares hay inseguridad y en otros no, unos salen de la lista y otros entran, factores como el ingreso y su distribución, el número de habitantes, el desarrollo industrial, la composición étnica o el tamaño del estado de que se trate parecen irrelevantes. Los habitantes de Yucatán, Guerrero, Aguascalientes y Veracruz se portan bien, en general.
Todo apunta a una actividad ilícita y a la necesidad de conservar la presencia en un territorio para poder seguir realizándola. Un indicador es claro: 9 de cada 10 mexicanos asesinados son hombres. No es un evento aleatorio. Está relacionado con la realización de una actividad ilícita y peligrosa donde la participación masculina es mayoritaria.
Desde el punto de vista de un suscriptor del riesgo de homicidio para un habitante de México, la probabilidad de sufrir un atentado aleatorio es muy baja. La participación en la actividad ilícita que se mueve de un lugar a otro del país llevando consigo la violencia, es la causa principal de la alta tasa de homicidios registrados en algunas zonas del país. Existe la probabilidad de un daño colateral, pero es reducida. También existe la exigencia de pagar un derecho de piso para los empresarios pequeños y medianos del país y quien no la acata, aumenta significativamente la posibilidad de ser asesinado. Los ciudadanos de a pie pueden enfrentar eventualmente la exigencia de entregar dinero o una camioneta, si tienen la mala suerte de toparse con alguno de estos personajes. La mayoría reacciona con prudencia y cooperación.
Es un estado alterno, frecuentemente asociado a los gobiernos formales de cualquier color. Es un nuevo orden.
Antonio Contreras tiene más de 25 años de experiencia en el sector asegurador mexicano. Su correo es acontrerasberumen@hotmail.com