Los sistemas de pensiones son históricamente la forma más efectiva en que los ciudadanos promedio en América Latina utilizan para asegurar un ingreso en su última etapa de vida; sin embargo, muchos de estos instrumentos de ahorro están en riesgo de no ser sostenibles en el largo plazo.
Un estudio elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) detectó que un elevado número de sistemas de pensiones en Latinoamérica y El Caribe enfrentan deficiencias en la cobertura, adecuación y sostenibilidad.
A su vez, el envejecimiento de la región aunado a los efectos de la automatización y la digitalización del trabajo se erigen como los factores fundamentales para repensar las pensiones latinoamericanas.
“Muchos de los sistemas de pensiones requieren que las personas coticen ininterrumpidamente en un empleo formal durante toda su vida laboral. Sin embargo, en promedio, solo 52.8 por ciento de la población económicamente activa tiene un trabajo formal en los países de América Latina y El Caribe. Incluso entre estos trabajadores, no todos trabajan a tiempo completo o se quedan en el mismo trabajo”, afirma el estudio.
Además, el reporte añade que en la región latinoamericana conviven elevados niveles de desigualdad salarial, alta informalidad e inseguridad en el empleo.
“La gran mayoría no cotiza regularmente en pensiones, y si lo hace, probablemente lo haga de forma irregular a través de una trayectoria de contribución truncada. En la mayoría de los sistemas de pensiones si no se cotiza los años suficientes, no se les da una pensión y no se les regresan las aportaciones realizadas; sino que ese dinero ayuda a subsidiar las pensiones de otros trabajadores”, explican los especialistas.
En la investigación también señalan que muchos trabajadores informales, independientes o que no tienen una posición estable en su trabajo, carecen de ahorros para la vejez y tienden a sufrir marginación económica después de los 60 o 65 años. Agregan que uno de estos grupos altamente vulnerables son los trabajadores independientes de bajos ingresos y estiman que solo 1 de cada 10 ahorra para la vejez en toda la región.
Respecto a los cambios en la tecnología —como la automatización y robotización, y las plataformas como Uber o Cabify— sostienen que harán más difícil que una persona trabaje en el mismo empleo de manera interrumpida durante toda su vida.
“En un futuro, los sistemas de pensiones tendrán que adecuarse a una nueva realidad donde habrá muchos más trabajadores independientes que no dependen de un ingreso fijo mensual”, aseveran en el informe del BID.
Otro reto es la manera en que operan los sistemas de pensiones. Actualmente, la gran mayoría de ellos subsidia a los trabajadores que participan de manera continuada en estos. En pocas palabras, los aportes que un trabajador realiza a lo largo de su vida no logran financiar la totalidad de la pensión que recibe.
“En promedio, en un tipo de sistema de pensión llamado de Beneficio Definido (BD) —donde el monto se determina por una regla o promesa de pensión— aproximadamente 44 por ciento de lo que reciben proviene de un subsidio. En otro sistema llamado de Contribución Definida (CD), donde la pensión depende de la cantidad ahorrada por el trabajador y del rendimiento financiero de esta, el subsidio promedio alcanza 31 por ciento”, explican.
El análisis del Banco Interamericano de Desarrollo asegura que el diseño de los sistemas de pensiones también generará mayores presiones económicas para los gobiernos en los próximos años. Insisten en que la región está envejeciendo a un ritmo acelerado que no tiene precedente en el mundo.
“En otros países —como el Reino Unido o Francia— se demoraron más de 65 años en que su población de adultos mayores pasara del 10 al 20 por ciento de la población total, mientras que en América Latina y El Caribe esto sucederá en solo 25 años”, indican.
Para salir a flote en la región latinoamericana en lo que refiere a las pensiones, una de las iniciativas que plantea el BID es un mecanismo para que las personas que trabajan en empleos freelance o sobre demanda, como Cabify o Rappi, obtengan una pensión.
“La gran innovación de la seguridad social en el siglo XIX fue que nos hizo un mecanismo automático, nos lo descuentan de la nómina y nos olvidamos. Pero para los independientes eso no pasa. Lo que se está buscando es reproducir esa innovación en el siglo XXI, en un contexto donde la economía gig y los independientes, están aumentando”, concluye el estudio.