El sector asegurador se ha enfrentado durante años al desafío de mejorar su penetración en el país; pero, a pesar de haber conseguido importantes reivindicaciones, no ha concretado un impulso decisivo a la divulgación masiva de este instrumento financiero: el papel del seguro aún se encuentra muy por debajo de lo esperado. Por ese motivo, resulta imperativo que esta herramienta de protección mejore su imagen ante la sociedad y transforme su propuesta de valor de manera que alcance un papel protagónico y mucho más relevante.
De acuerdo con Ricardo Ernesto Ochoa Rodríguez, presidente de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas (CNSF), el mayor reto que enfrentará la industria aseguradora de México en el sexenio que recientemente se inició estriba en concebir, diseñar y distribuir coberturas bajo un enfoque eminentemente social que ya no admita dudas. Lo dijo, categórico, en entrevista con Revista Mexicana de Seguros y Fianzas.
Ochoa Rodríguez, un hombre que se define como amante de los retos, es consciente de los enormes obstáculos que podrían experimentarse para lograr que el seguro se vuelva una prioridad para el mexicano de a pie; sin embargo, afirma, una de las claves para conseguir una expansión verdadera de este sector en el país consiste en acercarse a nichos poblacionales desatendidos hoy por la industria.
El presidente de la CNSF señala que no le atemoriza el tamaño del desafío; no obstante, aclara que para conseguir esta proeza es necesaria la conjunción del esfuerzo y talento de todos los que conforman la extensa industria de los seguros del país.
A continuación, les ofrecemos las consideraciones más importantes de nuestra conversación con Ricardo Ernesto Ochoa Rodríguez respecto a las prioridades que deberá atender el organismo que preside y las instituciones de seguros para lograr el cometido de construir una sociedad más y mejor protegida:
¿Cuáles son los trazos que delinearán la estrategia de la Administración Federal respecto a la industria aseguradora en este nuevo sexenio?
En primer lugar, es importante destacar que en el sector contamos con un marco regulatorio sólido y fuerte. Es pertinente recordar que en los últimos años tanto la CNSF como cada una de las instituciones que integran el universo de la industria le han dedicado una cantidad de tiempo enorme al diseño, análisis e instrumentación de la regulación basada en Solvencia II, que sin duda alguna es una normatividad muy avanzada y vanguardista.
Se trata, en suma, de un cuerpo de preceptos que incluye un pilar cuantitativo muy profundo. Además, no debemos perder de vista todo lo referente a la transparencia, un factor indispensable que modificó radicalmente la divulgación de la información. Creo que en este último aspecto la ganancia que ha obtenido el sector con base en la regulación es indiscutible, puesto que la piedra angular de la legislación es justamente la disciplina de mercado, un concepto que se perfila como ventaja sin precedentes para el consumidor.
Luego de muchos esfuerzos en cuanto a la instrumentación de este marco regulatorio, podemos afirmar que se obtuvieron frutos, ya que hoy contamos, gracias a la normativa, con un sector asegurador y afianzador que es solvente, estable y que además es supervisado muy de cerca por la CNSF.
Indudablemente, hoy en día el sector asegurador mantiene su operación bajo un modelo de supervisión que es mucho más riguroso que los que existieron en el pasado, puesto que el actual sistema regulatorio no solo debe centrar sus esfuerzos en todo lo que se refiere al análisis cuantitativo, sino que además debe prestar especial atención a las decisiones que se toman en el interior de cada organización; de ahí que la labor del Gobierno Corporativo, comités, funcionarios y analistas de riesgos adquiera un papel tan determinante.
Considerando este indudable progreso, ¿podríamos inferir que la rigurosa supervisión de la CNSF estaría en la actualidad enfocada hacia otras aristas?
Nosotros pensamos que, una vez que se edifica una base sólida que considera todo lo referente a solvencia y supervisión, se puede entrar en una fase nueva en la que se apunte a construir un dinamismo más acentuado para el sector.
Es innegable que el sector asegurador ha sido dinámico; por esa razón, ha venido creciendo de forma paulatina, gradual y constante. Incluso en momentos de desequilibrios macroeconómicos, la industria ha mantenido un comportamiento bastante estable.
Vemos positivamente la resiliencia del sector asegurador mexicano; sin embargo, pensamos que hay potencial para que el dinamismo de la industria sea todavía mayor que el mostrado hasta ahora.
Nos encontramos en un periodo de evaluación para determinar de qué forma la CNSF puede influir, desde el punto de vista regulatorio, para acelerar todo lo concerniente a la oferta y demanda de coberturas diferentes, de manera que podamos lograr una aceleración mucho más dinámica respecto a la que hemos alcanzado en los últimos años.
En definitiva, quisiéramos alcanzar mayores niveles de penetración. Eso sí, en esta nueva era, que debe estar marcada por un dinamismo mayor, quisiéramos enfocar la estrategia en una inclusión efectiva y extensa de la población. En tal sentido, tendríamos que idear un plan muy completo para lograr que el seguro permee sectores de nuestra estructura social que al día de hoy no han sido considerados, por lo que, como sector, tendríamos que analizar cuáles son los instrumentos más apropiados para llegar a los nichos poblacionales más vulnerables y evaluar cómo la regulación puede facilitar este proceso.
Es retador el plan, ¿no le parece?
Sin duda alguna, el desafío es grande, porque muchos aspectos deben considerarse para sacar adelante este nuevo plan de expansión. Es evidente que el crecimiento del sector mantiene una vinculación importante con el comportamiento de la economía; por lo tanto, un requisito fundamental para que el seguro crezca estriba en el hecho de que se mantengan políticas económicas que fomenten el crecimiento del país.
A pesar de esta condición, consideramos que paralelamente la oferta y demanda de productos y servicios en el sector debe cambiar y transformarse.
Hay que apuntar a construir una fórmula en la que se amalgame el crecimiento del país con una oferta de valor que considere aspectos diferentes de los que tradicionalmente se han ponderado, porque hemos visto que en muchas ocasiones se han ofrecido coberturas que no han tenido la suficiente aceptación, interés o demanda por parte del asegurado, de modo que se ha comprobado que no son los seguros que el consumidor estaba esperando.
Está comprobado con hechos que en reiteradas ocasiones el asegurado ha querido protegerse con una cobertura en particular; sin embargo, el mercado asegurador mexicano no ha tenido la capacidad de ofrecérsela.
Incluso con la transformación del mercado y bajo la premisa de aumentar la penetración del seguro, nos veríamos orillados a diseñar pólizas que estén hechas a la medida del consumidor, por lo que tendríamos que dejar atrás la anticuada práctica de ofrecer pólizas de anaquel. Por supuesto que habrá ocasiones en las que los productos masivos sean la mejor estrategia de distribución, siempre y cuando se haya detectado que la necesidad es generalizada.
Insisto: creemos que hay mucho potencial para hacer crecer al seguro; no obstante, el mayor reto radica en crear una estrategia mucho más eficaz para conseguirlo. Por supuesto que para lograr esta premisa se requiere la participación activa de cada uno de los integrantes del sector, ya que solo por medio del intercambio de opiniones se podrán detectar las necesidades reales del mexicano y se podrá crear una estrategia que gire en torno a la verdadera administración integral de riesgos.
En esa estrategia de cohesión, ¿deben llevar la batuta las autoridades o las aseguradoras?
Para lograr la expansión del seguro se requiere un compromiso absoluto de autoridades y aseguradoras y la participación protagónica del consumidor. En resumidas cuentas, en la medida en que se tenga mayor conocimiento sobre el usuario y sus necesidades, el sector podrá diseñar mecanismos mucho más eficaces, oportunos y claros para cerrar la brecha de aseguramiento.
¿No considera usted que la forma en que se comunica la industria debería ser más clara y sencilla de comprender?
Efectivamente. El seguro es muy complejo. No está hecho para que cualquiera pueda entenderlo.
Un consumidor de seguros siempre se acerca a un especialista para que éste lo asesore; sin embargo, cuando el usuario busca dicho apoyo, llegan a él varios asesores; por esa razón, el potencial cliente siente desconfianza y percibe un nivel de complejidad que, en lugar de acercarlo, lo aleja. Por ese motivo, claudica y pierde el interés de adquirir una póliza.
Lo narrado nos debe llevar a cambiar la estrategia, de manera que evaluemos la situación bajo otra perspectiva. No quedan dudas de que el sector asegurador es un elemento central en el sistema financiero mexicano; sin embargo, en muchas ocasiones no es considerado como tal, por lo que la percepción que tiene la población de su utilidad no es la correcta.
Debemos cambiar esta apreciación en la población en general, puesto que, en la medida en que el sector mejore su penetración, la economía sin duda alguna arrojará mejores rendimientos; de ahí que sea vital que se aproveche el enorme potencial que tiene la industria para contribuir a la estabilidad financiera del país y de los mexicanos.
Por otro lado, el sector asegurador debe adquirir un papel mucho más protagónico en la administración de riesgos en el sector público. Considero que una política adecuada sería transferir parte de estos riesgos que hoy en día asume la Administración Federal a las compañías de seguros, ya que se ganaría una diversificación mayor del mercado y se abatirían muchas amenazas gracias a la participación del sector privado.
Lo anterior sería la piedra angular de lo que nosotros llamamos una política pública que esté encaminada a fomentar una administración integral de riesgos, que nos permitirá tener una visión más amplia y certera de todos los riesgos a los que está expuesto un país como México.
Dicha estrategia nos permitiría sortear con mayor eficiencia los frecuentes y severos eventos naturales que año tras año azotan al país. Actualmente, un fenómeno de gran magnitud puede traer consecuencias que afecten radicalmente a las finanzas de la Administración Federal; por ello, si logramos que estos riesgos sean asumidos por la industria aseguradora, el impacto, en caso de una tragedia natural, no sería tan grande, y los recursos públicos podrían emplearse mejor en programas e inversiones que mejoren la calidad de vida del ciudadano.
¿Cómo prevé la CNSF impulsar el programa de expansión que ha descrito?
Hay avances. No estamos empezando de cero; sin embargo, se requiere mucha coordinación y participación de todos los actores del sector y del Gobierno Federal para realmente definir una estrategia certera que permita desarrollar una agenda de acciones en virtud de la cual la sociedad en general esté más y mejor protegida.
Desde la perspectiva de la autoridad, ¿qué acciones debe alentar la industria para lograr el crecimiento del seguro?
Hemos observado en la industria una recepción transigente de los planteamientos que hemos hecho; por tal causa, la posibilidad de reducir la brecha de aseguramiento y diseñar coberturas que coincidan con las necesidades de la población más vulnerable que hoy no cuenta con ningún tipo de protección son objetivos compartidos.
La clave para lograr el cometido reside en encontrar las soluciones adecuadas para realmente avanzar en los objetivos planteados. No podemos quedarnos de brazos cruzados ni sentirnos complacidos con lo logrado. Tenemos la obligación de diseñar nuevos programas de aseguramiento que realmente nos permitan permear todos los segmentos de la población, sin distingos de clase.
Al observar la penetración del seguro en México, y si ésta se compara con la de otros países de la región que tienen un ingreso per cápita similar, nos damos cuenta de que estamos muy por debajo.
Obviamente, el comportamiento del seguro guarda una relación directa con la economía; no obstante, si ésta fuera la única condición de la que dependiera su desarrollo, no nos encontraríamos con esas diferencias tan marcadas entre México y el resto de América Latina.
Es imperativo que se diseñe una política inclusiva que permita mejorar la penetración del seguro considerando a todos los sectores de la población que hasta ahora no han sido partícipes de la operación de la industria.
No caben dudas de que en el ámbito regulatorio contamos con una normativa de vanguardia; sin embargo, desde el punto de vista de la penetración, crecimiento e inclusión nos queda mucho camino por recorrer.
¿Qué obstáculos podrían presentarse para acercar el seguro a la población más vulnerable del país?
Es incuestionable que, si se desea mejorar la penetración del seguro, es obligatorio que se diseñen estrategias que efectivamente beneficien a todas las clases sociales de la población. Para ello se requiere la implementación de instrumentos muy precisos, como los microseguros. Los casos de éxito sobran, y con esto se confirma que aquellos países que han apostado por esta dinámica han disminuido exponencialmente la brecha de aseguramiento.
Desde el punto de vista regulatorio, hay que construir las condiciones para que instrumentos como los microseguros permeen todos los estratos de la sociedad, de modo que se construya una estrategia mucho más inclusiva y masiva. No hay alternativa: se deben idear las estrategias para conseguir este cometido.
Desde la tribuna de la CNSF, ¿cómo percibe la postura del Gobierno Federal y de la industria para lograr un crecimiento mayor del seguro en el país?
El clima es positivo. He percibido un ambiente que ha estado marcado por el diálogo de altura y respeto mutuo. Considero que existen las condiciones para lograr que el seguro adquiera un papel preponderante y mucho más inclusivo en la sociedad mexicana.
Eso sí, en toda esta estrategia que apunta a ampliar la cobertura del seguro en el país no debemos descuidar todo lo referente al marco regulatorio. Nuestra misión principal, como CNSF, es preservar y mantener la solvencia de las instituciones; sin embargo, como nunca antes, tenemos que coordinar los esfuerzos y talentos de los que integramos este sector para lograr un crecimiento notable y fundado en una política que obligatoriamente debe ser social. El objetivo es incorporar a aquellos estratos de la sociedad que hasta ahora no han sido tomados en cuenta. En conclusión, es el momento de la suma de ideas.