Durante 2019, las compañías de seguros pagaron a sus asegurados 5,138 millones de pesos por daños catastróficos originados por fenómenos naturales, de los cuales 2,377 millones se utilizaron para resarcir los daños ocasionados por eventos hidrometeorológicos, es decir, huracanes e inundaciones, informa en un comunicado la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS). El documento detalla que los riesgos asociados a huracanes, inundaciones, lluvias, granizadas y deslaves van en aumento y que en 2015 el monto que la industria pagó por ellos fue de 761 millones de pesos.
Por otro lado, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC) anunciaron que la temporada de lluvias y ciclones tropicales de 2020 para el océano Pacífico se inició el 15 de mayo y que en el Atlántico ocurrirá a partir del 1 de junio. Los organismos pronostican entre 30 y 37 eventos en todo el país, de los cuales entre siete y nueve se prevé que sean huracanes de categoría de 3 a 5, por lo que es importante contar con medidas de protección.
En el reporte de la AMIS se destaca que la materialización de un riesgo de la naturaleza y el daño consecuente son aún más graves si no se cuenta con la protección financiera de un seguro. Tal es el caso de México, en donde solo 20 por ciento de los inmuebles está asegurado, entre viviendas, empresas y bienes del Estado. Al respecto, el director general del organismo, Recaredo Arias Jiménez, resaltó que, “pese a un incremento del riesgo, los mexicanos no se aseguran; ni siquiera los negocios medianos y pequeños ubicados en zonas de riesgo, como las costas, porque tienen la percepción de que los eventos verdaderamente fuertes son esporádicos. Pero, cuando llega el huracán, hay que solventar el costo de los daños”.
El comunicado de la AMIS señala también que de los cinco eventos naturales que más han dañado a México tres fueron huracanes: Wilma, en octubre de 2005, con daños asegurados por 2,218 millones de dólares; Odile, en septiembre de 2014, con un costo de 1,191 millones de dólares; y Gilberto, en 1988, con indemnizaciones por 1,096 millones de dólares. Los otros dos fenómenos que están en este listado de eventos sobresalientes son los sismos de 1985 y los de septiembre de 2017.
A pesar de estos antecedentes, Arias Jiménez refirió que en el país solo 6.5 por ciento de las viviendas están aseguradas por iniciativa de sus dueños y 20 por ciento mediante un crédito hipotecario. Más preocupante aún es que de los 4.9 millones de empresas que hay en el país solo 865,000 cuentan con un seguro, es decir, 17.65 por ciento del total. “Estas cifras no suelen tener cambios considerables con el paso del tiempo, a pesar de que México, por su posición geográfica, es uno de los países más expuestos a riesgos naturales, como sismos y huracanes”, señaló Arias Jiménez.
El director de la AMIS expuso que las compañías medianas y grandes o las cadenas de los sectores comerciales, como restaurantes u hotelería, por lo regular adquieren paquetes de seguros de Daños que incluyen no solo sismos o riesgos hidrometeorológicos, sino que también los protegen contra erupción volcánica, robos y responsabilidad civil frente a terceros, entre otros.
“Es necesario impulsar el aseguramiento de riesgos catastróficos para proteger viviendas, pymes, mipymes y los bienes del Estado, pues solo así México será un país resiliente frente a este tipo de eventualidades. El daño que sufren estas unidades económicas no se reduce a la esfera patrimonial, sino que abarca el desarrollo de las ciudades y de la sociedad en general, ya que entre los principales perjuicios indirectos se encuentran la desestabilización económica y la falta de servicios o de producción de bienes, e incluso la pérdida de empleos”, finalizó Arias Jiménez.