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“Se rompe un nuevo récord de autos robados”

Charlemos seguros

El asegurador

  • A RIESGO PROPIO

Por: Bernardo Olvera Bolio 

CON ESE ABSURDO TÍTULO, Excélsior dio a conocer esta terrible información el 2 de abril pasado. El número de autos robados a febrero de 2018 alcanzó 91,376 unidades, bienes que cambiaron involuntariamente (por parte del dueño original) de dueño.

(ANTES DE ENTRAR EN el asunto de los robos, cabe recordar una importante efeméride que se rememora el 2 de abril. En esa fecha, pero de 1867, se llevó a cabo una batalla más memorable y significativa comparada con otras que suelen festejarse en México. Digo esto porque se hace un gran festejo por la batalla del 5 de mayo de 1862, que significó un gran triunfo, aunque   efímero, del Ejército Republicano sobre los franceses. La verdadera y definitiva batalla, “con la que dio inicio la caída y expulsión” del ejército francés, sucedió el 2 de abril de 1867, también en Puebla (llamada como referencia la Toma de Puebla), una   joya estratégica de parte del general Porfirio Díaz Mori (mucho antes de que tomara la banda presidencial), quien derrotó de forma más inteligente que espectacular a los franceses para lo que terminó en su expulsión definitiva del país. Por cierto, en una de tantas modificaciones arbitrarias de la historia oficialista, se eliminó esta fecha de las conmemoraciones nacionales el mismo día en que se decidió denostar al citado Porfirio Díaz, que tenía como las dos grandes celebraciones nacionales el 2 de abril (con más que justificada razón se llamaba Celebración de la República) y el 18 de julio, que era el aniversario luctuoso de Benito Juárez. Borradas de un plumazo.

EN FIN. UNA VEZ RECORDADA la tan importante efeméride, entremos al prosaico tema del robo de autos. Terrible asunto, comentaba más arriba. Y lo es en muchos sentidos).

UN PRIMER ENFOQUE es el de los expropietarios de esas unidades. Uno por uno, cada robo es muy lamentable: se trata de un elemento importante en el patrimonio de cada víctima. Pero, en su conjunto, representa algo así como 4,500 millones de pesos (suponiendo un moderado valor medio de 50 mil pesos por unidad).

DESDE EL PUNTO DE VISTA de los cacos, es un meganegocio.   Si venden unidad por unidad, quizá deban de sacrificar un poco el precio o, al menos, deducir lo que les cueste borrar o alterar números de identificación del auto, reemplacarlo y demás medidas para simular su legalidad. Suponiendo que hubiera mil bandas especializadas en robo de autos, pues ya por lo pronto se embolsaron más de cuatro millones de pesos cada una, solo entre enero y febrero. Multiplique usted por seis esa cantidad y obtendrá lo que se llevan al año los rufianes.

OTRO ENFOQUE es el de la “mordida”, la corrupción. En teoría, cada automóvil (o camión y similares) nace con un identificador único e irrepetible (el número de serie) y, eventualmente, con apellido (el número de motor), por lo que para obtener papeles y placas que disfracen la ilegalidad de un auto que circulará normalmente se requieren   “socios” dentro del aparato administrativo de las autoridades de Tránsito o “Movilidad”,   como suelen llamarle ahora. Mochadas por acá, mordidas por allá y, en fin, pequeñas derramas económicas que, por poco que sean, “complementan” los ingresos de empleados de ventanilla, si no es que los de sus jefes y los de los jefes de sus jefes. ¿Qué le gusta a usted? ¿Unos 500 pesitos por trámite? Ahí van otros 45 millones… Y sólo en dos meses, y sólo de moches. Este negocio es comparable a los millones que se lleva el candidato López por las dádivas de los taxis piratas en Ciudad de México.

EL ENFOQUE DESDE LA ACTIVIDAD ASEGURADORA no podía faltar. Del lado del seguro, el asunto tiene por lo menos dos efectos directos. Primero, un golpe a la siniestralidad (sean compañías unirramo o multirramo),   que en los resultados va a afectar los índices de solvencia, inyecciones de capital y todo lo que conlleva una siniestralidad técnicamente perdedora. Lo segundo, un incremento inevitable a las tarifas, con lo que puede desatarse un círculo no virtuoso de baja en el número de autos asegurados y debilitamiento en la masa crítica necesaria para que dicha operación sea rentable. No será extraño que con toda razón se estén presentando alzas en los tarifarios del ramo.

DESDE EL ENFOQUE SOCIAL en general, si al adquirir un auto se pagan impuestos, y anualmente derechos por su posesión, y esos impuestos debieran estar etiquetados para lo relativo, entre otras cosas, a la seguridad vial y demás, al perder el patrimonio representado por el automóvil, la pérdida debiera causar una compensación por parte de las arcas públicas, ya que el raterismo es en buena medida una omisión de las autoridades del país. ¿Suena esto imposible?… Lo es.

FINALMENTE, EL ABSURDO. Al inicio califiqué de absurdo el encabezado de la nota de aquel diario. Romper un récord se refiere a dejar atrás el anterior y, en su lugar, colocar una nueva marca, un nuevo logro, que representa el nuevo récord, y así sucesivamente. De modo que un nuevo récord se establece, no se rompe. “Romper un nuevo récord” es como pensar en “mojar el agua”. Así de absurdo. Pero, bueno, plumas las hay donde quiera. Saber construir sucesiones de letras dista mucho de saber redactar… Así hay muchos.

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Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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