Sabiduría es acción

Charlemos seguros

El asegurador

Mi querido lector, te tengo una agradable sorpresa. No estás solo. Además de ti hay otra persona que me lee. Mi buen amigo y excolega Pedro Durán así lo hizo, al menos en la publicación anterior de mi columna.

Eso me llena de gusto. Tuve el privilegio de hacer equipo con Pedro, y fue él quien me mostró cómo funcionaba la colaboración intergeneracional. Yo tenía varios años fuera del mundo corporativo, y las reglas de comportamiento habían cambiado sustantivamente. De manera gentil,  él tuvo la paciencia para guiarme en ese camino, lo cual sigo agradeciéndole hasta hoy.

Con todo derecho, Pedro me preguntó:  

¿Cuál sería una propuesta para brindarles    sabiduría a las compañías?

Un cuestionamiento muy atinado, me parece. Aquí amplío un poco la respuesta que le di de inmediato.

Vayamos de lo general a lo particular.

Al nivel más conceptual, yo diría que la manera más eficaz es actuar.   Es decir, poniendo manos a la obra. Lo que no se vale es la inmovilidad. Ése  es el sentido de mi reflexión inicial.

De toda mi experiencia con las startups, lo que más me ha gustado es que actúan. Hacen pruebas. Fracasan, y mucho más de lo que triunfan, pero aprenden.

Aprender implica saber cómo sí y cómo no.

En alguna colaboración anterior para esta columna que tanto disfruto lo describía. El famoso personaje   “Dr. House”  fue muy estudiado, al nivel de un personaje que hubiera existido, y no sólo como la ficción que fue. Una de las grandes conclusiones que lo diferencian de los médicos tradicionales es su actuar.    

El personaje de la serie televisiva atiende a pacientes terminales. Naturalmente hay que comprender que él actúa  porque el riesgo de la inacción es la muerte. Por ello   constantemente él intenta, prueba y se desafía.

Si alguna vez, al menos por casualidad, pudiste apreciar un episodio, una de las características más notorias es el uso de una pizarra. En ella, en el método detrás de su uso está descartar lo que es frente a  lo que puede ser, en camino a encontrar una solución o la muerte. Claro, la gran variable es que la muerte es un camino casi seguro  sin la acción. Eso es lo que da sentido. La desesperación. La carencia de un sentido de conformidad, que, dicho sea de paso, es lo que nos puede mantener en la zona de confort. El famosísimo “no pasa nada”. No hay nada más peligroso y limitante para la evolución como la tibieza. Sin profundizar, la misma escritura bíblica señala que incluso Dios “a los tibios los vomita”.

Ahí encuentro el fundamento   para el paralelismo con la práctica de la pizarra, por un lado, o la constante experimentación de las startups.

La motivación del médico extremista es que  tiene una certeza casi total de que la inacción llevará al paciente al desenlace fatal. 

En seguros, qué     mayor muerte virtual puede tener un sector de negocios que mantener por décadas la misma penetración respecto al PIB o ser la nación con el menor nivel de penetración del seguro en su economía, incluso  comparado con la región a la que pertenece, en este caso Latinoamérica.                  

A veces, en algunos eventos regionales hasta nos enorgullecemos del tamaño absoluto de nuestro mercado en relación con el  de nuestros vecinos, sin hacer una confrontación con la participación relativa.

La motivación de una startup es distinta, pero no menos valiosa. O encuentra cómo destacar o será olvidada y quedará marginada de crecer, o incluso desaparecerá. También es una lucha por la supervivencia. 

Y es que sólo en momentos de naturaleza extrema   el ser humano encuentra la verdadera inspiración para dar lo mejor de sí mismo. Y el espíritu colectivo no es más que eso, la suma de sus integrantes, y responde, por lo tanto, a los mismos estímulos.

Sé  muy bien que es una visión parcial, y no aspiro a que sea totalitaria ni absoluta. Pero  por momentos  así   veo al sector asegurador. Décadas sin crecer. Décadas con el mismo número de asegurados. Embriagados con la falsa sensación del crecimiento en primas, que es realmente producto de la inflación y el tipo de cambio. 

Durante una década participé en la realización de un estudio anual, nacional, sobre el Seguro de Automóviles en México. Su nombre era Migration Drivers®, y uno de los indicadores que incluía      era el crecimiento en unidades aseguradas, no en primas. Las variaciones no superaban los dos  puntos porcentuales cada año. Si eso  no es un   “mercado muerto”,   ¿cuál   es?

Una póliza más sencilla. Con una redacción más simple. Sin adornos. Sin asistencias. Sin lujos. Eso, tan sólo por anotar un ejemplo, es un intento. Y desde luego, no afirmo que sea un éxito, pero al menos aprenderemos qué de ello es útil.

¿Cómo hacen otras industrias? Tienen laboratorios. Prueban los productos. Hacen Investigación & Desarrollo. No esperan salir con el producto perfecto y todas las preguntas respondidas. Uber®, Rappi®, Ualá®, Kavak®  son producto de prueba y error. No nacieron como existen hoy. ¿Sabías que Uber® era un servicio de limusinas en la bahía de San Francisco?  Jamás se pensó como un servicio masivo de taxis. Evolucionó. Pero la base es intentar cosas nuevas. No usar lo que    “sabemos”   como justificaciones.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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