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¿Qué onda con el efecto antabús?

Charlemos seguros

El asegurador

«No puedo beber, estoy tomando medicamento» es la advertencia. Náuseas, vómito, somnolencia, dolor de cabeza, taquicardia, enrojecimiento cutáneo y confusión son sólo algunas de las consecuencias de no obedecer a la propia —y muchas veces débil— conciencia.

Se conoce como efecto antabús al cuadro de síntomas causado por la combinación de bebidas alcohólicas con ciertos medicamentos —ansiolíticos, antidepresivos, antimicóticos, antiamebianos y antihistamínicos, principalmente. Una vez en el organismo, el etanol es procesado por las enzimas del hígado; éstas lo transforman primero en etanal —sustancia tóxica, también conocida como acetaldehído— y luego en sales, mismas que son desechadas en forma de agua —por medio de la orina— o dióxido de carbono —en la respiración.

Algunos medicamentos inhiben la «heroica» función de las enzimas hepáticas que descomponen al etanol; así, cuando el acetaldehído se concentra en grandes cantidades, se producen los síntomas del efecto antabús —todos son similares a los de la cruda común, pero se presentan con mayor intensidad y antelación—, que son: vómito, dolor de cabeza, de estómago y de cuerpo, malestar general, etcétera.

El nombre de esta reacción proviene de un medicamento al que la industria bautizó así, Antabús. Se trata de una sustancia llamada disul ram, descubierta en 1948; los síntomas que ocasiona al ser combinada con etanol son tan intensos, que hoy es usada en terapias de condicionamiento para tratar a pacientes con alcoholismo.1

El alcohol activa en el organismo la producción de dopamina y serotonina, neurotransmisores que producen sensaciones placenteras. Cuando éstas son bloqueadas, no quedan más que esos terribles malestares por los que uno con- vierte al compromiso en verbo —y muchas veces, en nada más que eso—: «no lo vuelvo a hacer».

No es que la autora de este artículo —@luigiwich— mezcle irresponsablemente alcohol con medicamentos, es que está tratándose. Intenta convencerse de que no le gusta beber, que el alcohol no calma sus ansias y miedos, que no la hace muy pero muy feliz.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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