En una misiva publicada en la página de la Organización para el Desarrollo y Desarrollo Económicos (OCDE), José Ángel Gurría, secretario general del organismo, comentó que la pandemia del coronavirus COVID-19 trae consigo la tercera y la mayor crisis económica, financiera y social del siglo XXI, tras el 11-S y la crisis financiera mundial de 2008.
“El impacto de su sacudida es doble: por una parte, un frenazo en la producción de los países afectados, que a su vez golpea a las cadenas de suministro de la economía mundial, altamente integrada e interdependiente; y, por otra parte, una contracción pronunciada del consumo y el desplome de la confianza. Las estrictas medidas que se están aplicando son imprescindibles para contener el avance del virus, pero están empujando a nuestras economías hacia una parálisis sin precedentes de la que no se saldrá de forma fácil ni automática”, dice el texto de Gurría.
El titular del organismo internacional afirma que la prioridad más urgente radica en minimizar el número de contagios y muertes, pero que la pandemia también ha desencadenado una crisis económica de primera magnitud que lastrará a las sociedades durante años.
“Muchos países han puesto en marcha respuestas iniciales contundentes, lo cual es encomiable. No obstante, solo se podrá abordar el desafío con un esfuerzo internacional coordinado. La crisis del COVID-19 ha dejado al descubierto las debilidades de nuestros sistemas de salud, desde el número de camas de cuidados intensivos hasta el número de efectivos, la incapacidad para suministrar suficientes mascarillas y realizar pruebas en algunos países, y las lagunas en la investigación y el suministro de fármacos y vacunas”, agregó Gurría..
También refiere que más allá de la respuesta inmediata en el ámbito de la política sanitaria, el mundo necesita acciones decisivas y ambiciosas para mitigar la desaceleración económica y proteger a los más vulnerables. Se trata de las personas: mayores y jóvenes, mujeres y hombres, quienes viven con ingresos bajos o sin ingresos, o aquellos que ya se enfrentaban a una situación difícil y serán los más castigados.
En este desafío, asegura Gurría, hay algo que no debemos perder de vista: la única forma de reactivar nuestras economías de manera rápida y contundente es a través de acciones inmediatas, coordinadas y a gran escala.
Por tal motivo y para aportar los recursos necesarios que permitan abordar la emergencia inmediata de salud pública, amortiguar la sacudida económica y trazar el camino hacia la recuperación, la OCDE hace un llamado a realizar un esfuerzo sustancial, creíble y coordinado internacionalmente con cuatro vertientes.
- Los gobiernos deberían garantizar una mayor cooperación internacional a la hora de abordar este desafío sanitario. La coordinación que se está llevando a cabo en el ámbito científico es admirable, pero debe complementarse con medidas para garantizar que las vacunas y tratamientos, una vez desarrollados y fabricados, lleguen a las personas lo más rápido posible. Si se hubiera desarrollado una vacuna contra el SARS-CoV-1 en su momento, se habría acelerado el desarrollo de otra para el brote actual, dado que las semejanzas entre ambos virus llegan al 80 por ciento.
- Los gobiernos deberían impulsar políticas de manera conjunta, en lugar de abordarlas de forma descoordinada. Deberían proporcionar un colchón financiero inmediato para que las economías amortigüen el impacto negativo y acelerar la recuperación. Lo anterior comprende inversiones inmediatas en:
- Sanidad: pruebas exhaustivas; tratamientos para todos los pacientes, con independencia de que estén asegurados o no; apoyo a los trabajadores sanitarios; reincorporación delos sanitarios jubilados, protegiendo al mismo tiempo a los grupos de alto riesgo; mejorar el suministro de mascarillas, unidades de cuidados intensivos y respiradores, entre otros;
- Personas: planes de empleo a corto plazo, menos requisitos para beneficiarse de la prestación por desempleo, ayudas directas a los trabajadores autónomos y apoyo a los más vulnerables;
- Empresas: aplazamiento de los pagos de tasas e impuestos; reducciones o moratorias temporales del IVA; mayores oportunidades de financiación mediante líneas de crédito o aval es públicos y paquetes de medidas especiales para pymes, especialmente en los sectores del turismo y los servicios.
Cuando se haya superado el punto álgido de la crisis, se debería priorizar un programa de inversiones planificado adecuadamente —coordinado entre los países— que se centre sobre todo en la investigación y el desarrollo de las infraestructuras en el sector de la salud.
Los bancos centrales ya han puesto en marcha acciones ambiciosas para sostener la economía, pero la regulación y supervisión financiera es otra área donde la coordinación podría generar mejores resultados. La perturbación económica provocada por la crisis del COVID-19 está dañando el funcionamiento de los mercados financieros, los resultados de los bancos y los balances..
Por último, hoy más que nunca, es crucial aportar todos los medios y elementos que sean necesarios para restablecer la confianza pública. Aunque la clave reside en controlar el brote del virus, el abordar los factores que estaban minando la confianza incluso antes de la aparición delCOVID-19 también ayudaría, incluyendo la retirada de las restricciones al comercio.
Finalmente, José Ángel Gurría asegura que la respuesta de la OCDE a esta crisis será contundente y plural. Como punto de partida hoy ponemos en marcha una plataforma que suministrará información oportuna y exhaustiva sobre las políticas que se adopten en países de todo el mundo para responder a esta situación, acompañadas en algunos casos de asesoramiento de la OCDE. También publicaremos una serie de notas sobre políticas centradas en diversas áreas relacionadas con la crisis del COVID-19: vacunas, impuestos, educación, pymes, etc. De este modo, esperamos ayudar a los gobiernos a intercambiar aprendizajes en tiempo real, facilitar la coordinación y contribuir a las acciones internacionales necesarias para afrontar este ingente desafío colectivo.