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Presidencia, autoelogio y trivia

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  • A RIESGO PROPIO

Por: Bernardo Olvera Bolio

HOY TODOS QUIEREN SER PRESIDENTE. Es algo inherente a la idiosincrasia. Si fuera posible, cada mexicano sería presidente. A lo largo de la historia del maltrecho país se puede ver que no hay chile que les acomode; por ejemplo: durante 30 años del siglo XIX, recién estrenada la “independencia”, hubo 50 cambios en el Poder Ejecutivo; sí, en solo 30 años.

LA TÉCNICA BÁSICA de esos cambios es la descalificación originada en el celo y la envidia. Así, se han traicionado unos y otros justificándose con “argumentos”. Y no sólo en ese siglo; también en el siglo pasado hay muestras claras de traición: Huerta a Madero, Carranza a Huerta y a Zapata, Obregón a Carranza y a Villa, Plutarco a Obregón y Cárdenas a Plutarco… todos ellos finísimas personas. Lo mismo que los casos de Serrano, Vasconcelos, Echeverría a Díaz Ordaz y otros más, incluyendo el de Colosio.

LO QUE POCO O NADA IMPORTA a todos los buscadores del poder es la sociedad, “el pueblo”, dicen ellos. Cuanto más actuales, más mentirosos. En efecto, los del siglo XIX eran ilustrados, esgrimían ideas sólidas, significativas y trascendentes. Los de la primera mitad del siglo XX eran populistas y centraban sus discursos en la guerra intestina llamada insistentemente revolución (la mentira básica), exhibiendo a cualquier opositor como antirrevolucionario, reaccionario y retrógrado. Con eso lo descalificaban.

AHORA, SIGLO XXI, los discursos son cada vez más chabacanos. Pletóricos de ideas sueltas e inconexas y por demás superficiales, hacen promesas por una parte y descalifican por la otra. Son “argumentos” tales como: todos me copian, son mafiosos, hacemos nuestras encuestas con ciencia, me critican porque no me quieren; están ardidos, son puercos y marranos, yo sí veo por el bien de la ciudad, están desesperados, lo que dicen que está bien es mentira, solo yo digo la verdad; ésos no son logros, lo dicen para quedar bien… Nada de fondo, sólo acusaciones de nivel primaria y secundaria, sin sustento ni prueba, solo la descalificación irracional.

DESDE LUEGO LA AMBICIÓN por el poder es mucha. Para acceder (no accesar, por favor) a él también utilizan una figura que los mexicanos llevamos en los genes históricos: ser héroe o mártir, generalmente ambas cosas, como son la mayoría de personajes venerados que inundan nuestro pasado: Cuauhtémoc, Hidalgo, Guerrero, los míticos niños héroes, Victoria, Anaya, Madero, Pedro Lascuráin y una larga lista de perdedores pero que con su sangre empaparon la tierra.

AHORA EL DISCURSO favorito es: “Yo los voy a defender de los abusos de los poderosos. Mi único interés es el amor a la patria, al pueblo, a la ciudad que tanto aprecio. Yo sí voy a hacer justicia; yo les daré de comer, aunque renuncie a mí mismo. Estoy dispuesto a sacrificarme por los pobres”, y otro largo etcétera de frasecitas mesiánicas que, lamentablemente, una importante porción de la población vuelve a creer.

Y MÁS DE MODA se ha puesto el cinismo. Los claramente aspirantes no solo no lo niegan sino que, en aras de ello, se sienten con la libertad absoluta de descalificar todo y a todos los que encuentran a su paso. Son los poseedores de la verdad absoluta, y el resto unos imbéciles que llegaron al poder no por sus capacidades, sino porque forman parte de la mafia correspondiente. Son puros e inmaculados y se harán cargo de santificar al “pueblo”, a las instituciones y a la nación.

NO IMPORTA QUE para ello pisoteen, engañen y roben. Y, aunque tratan de tapar el sol con un dedo, se perciben sus fechorías políticas y sociales dizque para componer a un país descompuesto que ellos mismos han ayudado a descomponer. Puede ser que la disolución social ya no sea un delito, pero es un hecho que provee de fuertes dividendos a los modernos mártires.

EL SÍNTOMA BÁSICO es el autodestape. Andrés López se destapó hace 20 años; ahora hay más de una decena de destapados que se autodeclaran aspirantes y hacen apología de sí mismos; unos como puritanos, y otros orgullosos de su audaz y torcido camino para aspirar. Uno de ellos ha escrito la siguiente.

AUTOELEGÍA (con música de My Way)

El final, se acerca ya, lo espero con mucha impaciencia

Ya quiero contender para ganar la presidencia

Ahí dejo la ciudad hecha un jirón, una porquera

Sí, fui un dictador, a mi manera

De cada ciudadano me burlé y fui un tirano,

El pelo les tomé, fingí ser buen samaritano,

Mentí, los engañé, no sé si más que otro cualquiera

Sí, sí, todo esto fue a mi manera

Tal vez robé, tal vez transé,

no lo diré, pues para qué

Pero sí sé que fui feliz

Que disfruté ser vil y ruin

Los acabé y puedo seguir

A mi manera.

Enfermo de poder, confieso que soy insaciable

A todos me fregué siempre fingiendo ser amable

A nadie respeté, ni a los de aquí ni a los de afuera

Me valen un carajo a mi manera.

Así, pues ya me voy y sé que soy un descarado,

De nada me arrepiento y me tienen sin cuidado,

Y a quien no le guste, pues que le haga como quiera,

Un cínico, lo soy a mi manera.

Voy a seguir, a prometer

a embaucar y a transgredir

soy como un dios, un dictador

me vale madre su dolor

pues presidente voy a ser…

a mi manera

 

LA TRIVIA, DÍGANOS usted: ¿Quién de los contendientes pudo haber escrito tal cosa? Se reciben sus respuestas con los editores.

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Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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