Derivado de la pandemia por COVID-19, 75 por ciento de la fuerza laboral en México padece hoy de tecnoestrés y uno de cada dos trabajadores podría presentar alguna afectación emocional, alertó Erika Villavicencio-Ayub, miembro de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Villavicencio-Ayub detalló que previo a la emergencia sanitaria, hasta 25 por ciento de los trabajadores tenía algún padecimiento mental como depresión, sin que fuera necesario un tratamiento psiquiátrico.
En tal sentido, la especialista universitaria en salud ocupacional sugirió a instituciones y empresas establecer programas de contención emocional, reforzar las habilidades de los líderes que son el eje central de los equipos de trabajo en la función de facilitadores, así como proveer una cultura laboral enfocada al bienestar de la persona.
La coordinadora de Psicología Organizacional de la FP explicó que alrededor del 70 por ciento del trabajo en México se realiza en la modalidad de teletrabajo, aunque la cifra está en constante cambio por las medidas implementadas por la Secretaría de Salud en algunas entidades federativas.
“Hay personas que siguen en confinamiento, en el llamado home office. Otras tienen un esquema mixto para evitar saturar los centros laborales, y una parte in situ (en el sitio), porque su labor es la producción o el trabajo físico”, mencionó la psicóloga.
Erika Villavicencio-Ayub puntualizó que no se debe olvidar que el empleado es un ser biopsicosocial, y cuando en su labor la fórmula se desequilibra y se le asignan jornadas y cargas más fuertes, el jefe o el dueño de la organización se siente con el derecho de exigir que esté conectado 24/7, incluidos fines de semana, obviamente se considera una cultura laboral tóxica que conlleva al estrés, y que repercute en la productividad.
“En ese momento aparece el denominado tecnoestrés, derivado del uso desadaptativo de las tecnologías. Aunque depende de la situación, también podemos hablar de una tecnofatiga, cuando se está expuesto a largas horas con exceso de carga laboral”, añadió Villavicencio-Ayub.
¿Tengo tecnoestrés?
Villavicencio-Ayub también explicó que algunos de los síntomas asociados al tecnoestrés son compartidos con otros trastornos, aunque una de las primeras señales se manifiesta en la piel, la caída del cabello y algunas otras como la afectación del ciclo sueño-vigilia, además de presentar dificultades para conciliarlo.
La especialista externó que otro trastorno es el consumo excesivo de alimentos. Hay personas a las que se les suma el exceso de conectividad con preocupaciones y angustias, depresión, miedos, y pudiera ser que los índices de estos se eleven y se acompañen con el mismo tecnoestrés.
“Si hablo con mi jefe de que estoy estresado corro el riesgo de que me quite de la fila, porque ya no soy el soldado que necesita en esta guerra, ¿y qué hacemos?, lo escondemos y lo desquitamos con la gente que más confianza tenemos: pareja, hijos, padres y llevamos el estrés laboral a un conflicto familiar”, describió la coordinadora universitaria.
Recomendaciones
Una de las primeras recomendaciones de la investigadora es la urgencia de una reforma legal en materia de la Ley Federal del Trabajo, a fin de que se establezca el derecho del trabajador a desconectarse fuera de los horarios convenidos de trabajo.
“Que esa desconexión se respete por ley, porque las personas necesitamos atender otros aspectos de la vida. Como seres biopsicosociales se ha invadido el hogar por estas causas, y en la medida que la persona pueda equilibrar su vida, tener descanso y actividades y despejarse mentalmente, sacará el desgaste que tiene por esta conectividad”.
Y amplió: “Mi recomendación empieza con el autocuidado, es como el mensaje que nos dan al abordar un avión: colóquese la mascarilla para poder ayudar a los demás. Con esa metáfora, si la trasladamos al ámbito laboral, trabajaremos mejor en la medida que yo tenga hábitos saludables, que cuide alimentación, rutinas de despertar y dormir e higiene”, detalló.
Al concluir, subrayó que la meta es tener la menor afectación mental al finalizar la pandemia, porque el trabajo tóxico afecta nuestro sistema inmunológico y éste debe permanecer lo más fuerte posible para que ninguna otra enfermedad lo ataque.