PASTA DE CONCHOS ES UN TEMA que ha salido a relucir dado el resurgimiento de un exlíder minero. Hace unos días se presentó en la televisión una entrevista al polémico personaje. Independientemente del intrincado y nauseabundo cariz político que sirve de envoltura al caso, el exlíder de los trabajadores de este ramo asumió diversas posturas sobre los hechos y consecuencias del caso y, entre otras, señaló que exigiría la correcta indemnización a las familias de las víctimas, petición a todas luces congruente con su visión del asunto.
HABRÁ QUE DEFINIR qué se entiende por la “correcta indemnización”. Por ejemplo, supóngase que los trabajadores de la mina hubieran estado asegurados. De haber sido así, la “correcta indemnización”, ante las pólizas de seguros correspondientes, sería haber liquidado las sumas aseguradas contratadas por la vida de dichas víctimas, no hay duda. El supuesto de que estaban asegurados se cumple, así como se cumplió que la aseguradora del caso resarció la pérdida de vidas humanas correctamente.
ASÍ LAS COSAS, SIN INTENTO DE polemizar con la declaración mencionada, no se va a discutir si ante otras instancias o criterios existe otra “indemnización correcta”, pero sí me parece correcto señalar que dentro de las posibles interpretaciones que se le pueden dar a la frase se señale que en lo referente al sector asegurador sí se cumplió con tal pago. Podría levantarse un sondeo de opinión que, presentando todas las posibilidades de significado de correcta indemnización, determine de manera indubitable (y transformadora, por supuesto) si se cumplió o no con ello.
OTROS TEMAS HAY QUE PODRÍAN SER objeto de la práctica gubernamental de sondear en lugar de tomar decisiones ejecutivas —o sea, propias e inherentes al Poder Ejecutivo—. Por ejemplo:
¿DEBEN ELIMINARSE LAS COMISIONES BANCARIAS? Ésta sería una “encuesta” que levantaría gran polémica. El resultado es predecible: la mayoría opinará que sí, que se deben eliminar las comisiones bancarias. Ante tal hipotético pero altamente probable hecho, el gobierno entrante deberá ejecutar la medida que dicta la opinión pública.
OTRO TEMA SUSCEPTIBLE DE SOMETERSE A LA opinión del pueblo sabio es si quieren que el agua no se cobre, ya que es obligación del Gobierno proveer del vital líquido a sus gobernados para garantizar su sobrevivencia. El resultado, tan predecible como el anterior, es que, en efecto, el Gobierno debe regalar el agua a los habitantes.
OTRO EXCELENTE EJEMPLO SERÍA EL caso de la energía eléctrica. Si usted pusiera celdas solares en su domicilio, podría en un momento dado desconectarse de la red pública y generar su propia energía eléctrica, totalmente gratis para el resto de sus días. Nuevamente, si se levanta la correspondiente encuesta, “el pueblo” votará a favor. Así, se debería no sólo permitir sino hasta estimular la instalación de esos dispositivos. Todo el mundo ahorraría, y el consumo de energía eléctrica se reduciría de tal forma que el propio gasto gubernamental al respecto sería mínimo. Con ello podrían cerrarse un montón de generadores, presas, plantas termonucleares, etcétera, y con ello incrementar el ahorro en nóminas y altísimos gastos de mantenimiento… Pura austeridad republicana, para acabar pronto. Desde luego eso también implicaría que se les suspenda el pago impositivo a quienes optan por esa medida y que de todos modos tienen que pagar una cuota a la CFE. Muy probablemente, desde luego, se sometería a consulta que “el pueblo exija al Gobierno que lo dote de manera gratuita de las celdas y su instalación”. Como cuando regalaron televisiones, pues ya no iban a servir las viejitas.
NI QUÉ DUDAR DE LOS IMPUESTOS: cualquier encuesta que se levante sobre la eliminación de los impuestos saldrá abrumadoramente positiva. A nadie le gusta pagar impuestos. El Gobierno no tendrá más remedio que eliminarlos. Total, tiene mucho dinero que maneja como propio (una gran cantidad de gobiernos y gobernantes creen que el dinero que se recauda es de ellos); y, si no, pues ahí están las reservas internacionales. Ya cuando se acaben los fondos, encontrarán un discurso justificable para hacer que el propio Gobierno sea dueño de todo el país y, mediante el muy mexicano y antiguo sistema del trueque, se satisfaga toda clase de necesidades.
¡Y QUÉ DECIR DE LOS AUTOMÓVILES! Una gran cantidad de votantes se inclinará por la desaparición del automóvil a cambio del uso de la muy democrática, ecológica y sana práctica de andar en bicicleta. Esta medida es particularmente atractiva, ya que se podrá continuar indefinidamente con la política de cero mantenimiento a calles y avenidas (que, al menos en CDMX, se encuentran en absoluto abandono: baches en los baches, parches sobre los parches, nada de rayas de carril, nula actualización del aplanado…, de modo que uno va como en la montaña rusa urbana y gratuita, etcétera. Eso sí, fotomultas al día). Esa política traerá grandes ahorros y desalentará el uso del automóvil; así, cada vez menos personas desearán usar el auto, y mucho menos comprar uno nuevo; no habrá necesidad de gastar en tanto policía de tránsito, mantenimiento a semáforos, gastos de registro e impuesto vehicular; tendremos un aire más limpio, gente más sana y atlética, ningún problema para los manifestantes en vía pública y una larga lista de transformadoras ventajas. El resultado de esa encuesta será a todas luces conveniente para millones de personas y para ahorrar millones de pesos. El Gobierno declarará solemnemente el Día de la Muerte del Automóvil. Una verdadera transformación.
DE HECHO, PODRÁN LEVANTARSE ENCUESTAS respecto de cualquier cosa que resulte molesta para “el pueblo”. Asuntos como evitar que la suegra viva en casa del yerno, generar órdenes de restricción de acercamiento a 10 kilómetros de distancia para cuñados, cuñadas u otros parientes indeseables; asuntos como que el América o el Guadalajara —según las preferencias de cada quién— no ganen el campeonato; sacar de la tele a varios noticiarios vendidos y arrastrados o quitarle la nacionalidad mexicana a Elba Esther. En fin, gran cantidad de cuestiones respecto a las cuales la encuesta saldría a favor de abolir todas esas aberraciones de la vida (para unos, unas; y para otros, otras).
LA ENCUESTOLOGÍA al servicio de la democracia… ¡Y a fumar mota, que al fin y al cabo es un logro más del “pueblo”!