Dos mexicanos se pusieron a entrevistar a franceses para preguntarles qué piensan de México y los mexicanos.
Salió todo lo que ya imaginan: gente alegre y amable, telenovelas, buenos para cantar y para el baile, Frida Kahlo y Diego Rivera, personas bellas, comida deliciosa y picante, el color de las poblaciones y los mercados, muy platicadores y hospitalarios, hablamos con muchos gestos y lenguaje corporal expresivo, qué importante es la familia y, por supuesto, la fiesta.
Muy distinto resulta el video producido por una francesa, de más o menos 30 años, quien habla un español perfecto y sonríe a la cámara, seguramente operada por algún amigo o su novio mexicano.
El video dura media hora y está dedicado a expresar su nostalgia por México. Sév (así se llama nuestra amiga francesa) casi llora de tristeza.
A raíz de la pandemia, por una obligación familiar o un impulso en busca de la seguridad que un país de primer mundo, como Francia, ofrece, nuestra presentadora, que tiene su propio canal de YouTube, regresó a su patria.
En el video, titulado México, mejor que Francia, Sév compara ambos países… ¡y México derrota a Francia por un amplio margen!
“¿Cómo es posible?”, pensará alguno. ¿México, mejor que Francia? ¿Acaso no vivimos en uno de los peores lugares del mundo? ¿No nos llenan todos los días con noticias negativas sobre corrupción, inseguridad, impunidad de gobernantes, robo a gran escala de algún funcionario público, militarización obligada por la precaria seguridad a lo largo y ancho de todo el país y otras muchas, muchas noticias deprimentes más?
Sév expone los hechos que le permiten emitir un fallo a favor de México, con una amplia sonrisa y ojos de tristeza por estar lejos del “paraíso”:
En México, la Iglesia y el Estado se separaron desde el siglo 19, mientras que en Francia ello no ocurrió sino hasta el siglo 20.
El último condenado a muerte en México fue ejecutado en 1937, aunque la pena de muerte no se abolió de manera plena y general hasta 2005. Francia continuó ejecutando hasta 1981, año en que fue abolido este castigo.
El matrimonio igualitario existe en México desde hace 10 años, y 26 de las 32 entidades federativas lo permiten. En Francia se aprobó en 2013.
La mariguana con fines medicinales ya es legal en México. Una persona puede llevar consigo hasta 28 gramos para su consumo personal, con fines recreativos. Está en marcha la regulación de la producción, distribución y consumo de la yerba; mientras que Francia apenas da sus primeros pasos para la legalización de la cannabis con fines medicinales. Los jóvenes franceses tienen que viajar a Países Bajos para poder consumir e importar ilegalmente la yerbita de sus amores.
Sév comparte su experiencia: enfermó, y un amigo la llevó al Hospital General Iztapalapa, donde estuvo internada un día. Cuando preguntó cuánto debía por el tratamiento, la respuesta la dejó sorprendida: “Nada”. En Francia, un tratamiento ambulante por un padecimiento menor le costó más de 1000 euros. Sus amigos franceses que viven en México no lo podían creer.
Aunque pueda parecernos increíble, Sév elogia la flexibilidad de la burocracia en México. Es cierto que pagar el agua, el predial, la tenencia o alguna otra contribución se ha simplificado mucho en México, pero Sév lleva su reconocimiento a los trámites para poner un negocio, lo cual en Francia es un tema de pesadilla.
Lo saludable está de moda en el mundo, comenta Sév. México es un paraíso donde puedes encontrar a granel especias, soya, comida, jugos, frutas, legumbres, verduras y muchas cosas más en muchos mercados. La explosión de color y sabor es estruendosa. En Francia, una naranja exprimida te cuesta tres euros y medio. Allá lo saludable también está de moda, pero es caro.
Todos sabemos de la diversidad geográfica de nuestro país, esa que sorprende tanto a Sév: selva, playa, desierto, nieve, bosque y el 70 por ciento de las especies del mundo, muchas de ellas endémicas, como las cactáceas y los reptiles. Dos millones de kilómetros cuadrados de diversidad y experiencias.
Después de escuchar a Sév, entusiasta predicadora de las maravillas nacionales, una sonrisa de satisfacción me inunda: vivo en el paraíso. Entonces recuerdo la encuesta del World Justice Project, con México ubicado en el lugar 121 (de 128 naciones) en temas fundamentales, como corrupción, sistema de justicia, inseguridad e impunidad de funcionarios públicos y gente con dinero que se pasa la justicia por el arco del triunfo, y la sonrisa se me borra instantáneamente.
La conclusión es clara. Podemos disfrutar de muchas cosas: familia, comida, amigos, paisajes, fiestas, viajes, amabilidad de la gente, oportunidades para desarrollarnos como individuos y un maravilloso clima, lejos de los extremos de los norteños y los sureños y también de los habitantes de los pueblos del desierto y las altísimas montañas de Asia. Pero somos esclavos de nuestra incapacidad para resolver temas elementales que amenazan con convertir el paraíso en un infierno si tenemos la mala suerte de sufrir un accidente o vernos envueltos en una situación legal por alguna disputa de propiedad o derechos. Nadie nos va a ayudar, mejor un mal arreglo que un buen pleito, que no nos toque un influyente o cuánto dinero nos piden para resolver el asuntito.
Si tenemos un terreno en Jiutepec, Morelos, herencia de un abuelo previsor que compró 14 hectáreas cuando aquello valía centavos, estaremos expuestos a una invasión, la tierra es de quien la trabaja; aunque en este caso se trate de vivales buscando desarrollar una colonia para personas de bajos pero no tan bajos recursos, y hágase la voluntad de Dios, pero en los bueyes de mi compadre, algunas influencias, un dinerito para el abogado y otro tanto para el presidente municipal, y ya la hicimos. No habrá poder humano que los saque. ¿Estado de derecho? ¿Qué es eso? Yo sólo conozco el Estado Libre y Soberano de Morelos, tierra de Zapata, y vamos a invadir esos terrenitos, pos nadie los está usando, y ahí viene el decreto, no se preocupen. ¡Qué buen negocio hicimos!
Contemplamos entonces el horizonte o alzamos la vista al cielo, y una voz detrás de las nubes nos asegura que como México no hay dos. ¡Viva México, cabrones!; y, si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí.
Importante resulta no mirar hacia abajo, como si estuviéramos en un andamio colgado de un edificio a 20 pisos de altura. Si lo hacemos, veremos el delgado hielo sobre el cual caminamos, que puede resquebrajarse si nos metemos en algún problema.
Somos gente de seguros y hace tiempo entendimos el concepto: los siniestros ocurren. Medida la frecuencia y la severidad de los posibles eventos, nos conviene tomar las medidas de prevención necesarias para eliminar o reducir las consecuencias de la realización de un riesgo. Pero, cuando el riesgo es un secuestro, un robo, un pleito no buscado pero sí encontrado, una situación cotidiana e inesperada que nos obligue a enfrentar a funcionarios corruptos o un sistema de justicia sesgado, entonces es cuando nos sentimos indefensos. Pareciera que no es una serpiente ofreciéndonos una manzana, sino muchas víboras prietas que se acercan para lesionar, robar o abusar.
Nos despedimos de los amigos ya no con el Que te vaya bien o el Nos vemos pronto. Los buenos deseos de la despedida momentánea se han sustituido por el recurrente ¡Cuídate mucho! o No te expongas o Llévatela tranquila y, si sucede algo, no se te ocurra alzar la voz o reclamar tus derechos. Vuela debajo del radar; cuanto más bajo el perfil, mejor.
Antonio Contreras tiene más de 25 años de experiencia en el sector asegurador mexicano. Su correo es acontrerasberumen@hotmail.com