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OTIS, el huracán más devastador de la historia del seguro

El Plan de Atención a Catástrofes afrontó obstáculos no calculados Del total de los inmuebles dañados, alrededor del 10% con seguro Restaurar los inmuebles asegurados podría tardar cerca de dos años
Por: Luis Adrián Vázquez Moreno @pea_lavm

“Tengo 40 años de ajustador de seguros y he participado en el ajuste de los daños de siniestros catastróficos más importantes, y nunca había presenciado uno con tal nivel de devastación como el huracán OTIS, del que no tengo la menor duda que se ubicará como el más catastrófico registrado en la historia del seguro”

Así lo describe Eduardo Vargas Sanders, presidente de la Asociación Mexicana de Ajustadores de Seguros (Amasac) cuando arribó al puerto de Acapulco, al día siguiente del embate del huracán OTIS, categoría 5, y encontró un centro turístico en destrucción total.

El emblemático lugar turístico, mundialmente conocido, se transformó, en unas cuantas horas, en un territorio plagado de escombros hasta donde alcanzaba la mirada, y se percibía  un ambiente de gran desolación por parte de sus habitantes.

El objetivo de las aseguradoras era acercar a la población asegurada todo el apoyo contemplado en el Plan de Atención a Catástrofes, coordinado entre la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) y la Amasac.

Sin embargo, Eduardo Vargas señaló que entre lo que estaba considerado hacer en el Plan, y lo que en verdad se pudo concretar fue realmente muy poco. Los ajustadores de seguros y el personal trasladado al lugar se encontraron con un entorno sin luz eléctrica, sin telefonía, sin alimentos, todas las opciones posibles de comunicación colapsadas, y con una población en total desesperación, donde la rapiña y las manifestaciones de supervivencia hacían que la zona fuera peligrosa.

Ahí, el personal representante del sector seguros se dio cuenta que la tecnología, que tanto se ha dicho que revolucionará la manera de atender a la sociedad en casos de catástrofes, en el caso específico del huracán OTIS, esa teoría se echó por tierra debido a que, al carecer de los servicios prioritarios, era imposible darle continuidad al proceso.

Nos dimos cuenta que de nada sirve traer una súper computadora o desarrollar una mega aplicación para atender los siniestros en sitio, si no se calculó que podría haber siniestros como éste, que aislaron completamente a una ciudad, dejándola sin ninguna posibilidad de atender a la población, se pasaron por alto estos detalles, “y eso, en esta industria, no debió habernos pasado”.

Asegura que conforme han transcurrido los días y ha llegado la ayuda de la sociedad civil, de otras entidades y de las empresas, las cosas han mejorado un poco, pero no lo suficiente como para lograr avanzar como es necesario.

Vargas Sanders consideró que el daño sufrido en  Acapulco y poblaciones conurbadas fue un evento que se podría calificar como inesperado, debido a la rápida evolución de una tormenta tropical  a un huracán de la máxima peligrosidad, lo que dio poco margen de reacción para que los protocolos de prevención y protección se llevaran a cabo con mayor efectividad.

Sin embargo, y a pesar de todas las circunstancias que jugaron en contra, el sector asegurador está trabajando esmeradamente, poniendo manos de ajustadores, funcionarios y peritos para que cada uno de los asegurados reciba una solución justa, rápida y con apego a lo que ampara cada cobertura.

Si bien la zona hotelera, la costera y las de mayor poder adquisitivo que tienen cobertura de seguros podrían ver resuelto su problema de reparación de daño y reactivación a la normalidad en un tiempo relativamente corto, estimó que, a juzgar por la magnitud de la catástrofe, esa posibilidad podría concretarse en un par de años.

Ahora, si extendemos la mirada más allá de lo que sí cubre el seguro, daremos cuenta que hay una tragedia mucho más delicada y que tiene que ver con los daños causados a las viviendas de las comunidades con mayor pobreza, que son muchas. Ahí, a diferencia del sector turístico que tiene dinero, recursos y seguros, en ese sector poblacional se quedaron sin nada, incluidas sus fuentes de empleo que, en su mayoría, están ligadas a dicha industria.

En la ruta se podía apreciar que la infraestructura de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) sufrió la caída de varias decenas de torres y postes de la ciudad. Se estima que alrededor del 80 por ciento fueron derribados.

Van a pasar muchos meses para que el sector en realidad pueda dar una cifra oficial de los daños causados por OTIS, y no tengo duda que será un monto estratosférico. A simple vista, algunos han hecho estimaciones que van de los seis mil millones de dólares hasta los veinticinco mil millones de dólares, pero ni una ni otra cantidad es oficial y sería poco serio e irresponsable precisar un monto. Conforme se avance en el levantamiento de los daños, las cifras al respecto serán reportadas por la AMIS.

En el sector, entendemos la urgencia que existe de apoyar con la parte que nos toca para la reactivación del puerto, ya que de los empleos que genera la zona turística dependen una gran cantidad de familias, por lo que considero, entre comillas, que trabajando a marchas forzadas, entre ocho y 10 meses podríamos comenzar a ver cierto grado de reactivación en el lugar.  

A pesar que en Acapulco Diamante hay un sinnúmero de condominios de lujo, hay el registro que no todos estaban asegurados, por lo que la reparación de esos daños tendrá que salir totalmente de los bolsillos de sus dueños. Si hablamos del total de los inmuebles, sólo cerca del 10 por ciento tenía cobertura, el resto afronta un futuro cuesta arriba.

Por lo pronto, el gobierno de México anunció 61,313 millones de pesos (cerca de 3,500 millones de dólares) para las reparaciones y apoyos sociales en Guerrero, donde se destruyeron más de 300 hoteles y unas 250,000 personas quedaron sin vivienda.

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