Con el propósito de garantizar el cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) adoptados en 2015 por 193 estados miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), tres organizaciones unen ahora sus esfuerzos para que a ese conjunto, sea integrado el ODS 18, cuyo objetivo es impulsar una comunicación clara, ética y responsable. En concreto, dicha iniciativa pretende defender el derecho que los ciudadanos tienen de entender todo lo que se refiere al movimiento puesto en marcha hace ocho años.Son la Asociación de Directivos de Comunicación (Dircom), Prodigioso Volcán y Fundación Gabo, las entidades que ya promueven la incorporación de un nuevo ODS. De manera literal, indican que el ODS 18 tiene el propósito de acelerar a los 17 restantes, ya que les facilitaría su comunicación y velaría por el derecho a entender, ya que, precisan: “La Agenda 2030 es una oportunidad para proteger nuestro planeta y sus 17 objetivos suponen un llamamiento mundial a la acción. Pero si el mundo no entiende esa llamada, ¿quién actuará?”.Para darle seguimiento a los 17 ODS establecidos hace ocho años, se creó una agenda internacional proyectada hasta el año 2030, incluyendo 169 metas. La finalidad de incorporar la ODS 18 es que sirva como catalizador para los 17 objetivos restantes, tratando de incrementar los conocimientos de la ciudadanía y reduciendo la brecha digital que existe entre la intención y la acción. El ODS 18, se afirma, extendería este llamamiento a la acción en todos los niveles a escala global, garantizando “un mayor liderazgo, más recursos y soluciones más inteligentes”.Según las tres entidades mencionadas, en el ámbito local, la ODS 18 apoyaría las transiciones necesarias en las políticas, los presupuestos y las instituciones, mientras que en el ámbito individual generaría un movimiento imparable que impulse las transformaciones necesarias. Entre las metas a conseguir antes de que finalice 2025, figuran convertir los mensajes emitidos por instituciones y empresas en claros, sencillos y asequibles, así como aumentar las capacidades de conexión de las personas y mejorar sus habilidades digitales.El ODS 18 parece más que procedente. Hay sectores en los cuales predominan procedimientos que por razones técnicas o jurídicas no alcanzan a tener la claridad que promueve el conocimiento y, sobre todo, el entendimiento. Todos los usuarios tendrían no sólo que saber, sino también entender lo que consumen, al grado de comprender además no sólo lo necesario para la compra sino, especialmente, el uso que le darán a lo adquirido. Seguros y fianzas son un claro ejemplo de los terrenos en que tal iniciativa podría incidir de manera favorable para todos.El tema de los seguros, sobre todo, ya ha llamado la atención de La Alianza del Seguro, de la cual formamos parte desde El Asegurador, junto con otros 14 medios de distintas regiones. De hecho, los días 18 y 19 de octubre del año en curso, México será sede de la VIII Cumbre Iberoamericana del Seguro que dicha alianza impulsa, organizando eventos en diversos países de América Latina, así como en España, con la participación de expertos no sólo de seguros, sino de otras áreas con las cuales esta industria se relaciona de algún modo.Obviamente, el ODS 18 no busca detenerse en lo que hoy se estila en diferentes mercados del seguro,operados por agencias de relaciones públicas, cuyo trabajo obedece a varias funciones de las que persiguen los impulsores de esta iniciativa. Todos y cada uno de aquellos que se relacionan con el seguro y la fianza tendrían que vencer los obstáculos naturales de la terminología para responder a una sociedad más conocedora de estos mecanismos de seguridad y garantías, si los propósitos del ODS 18 funcionaran a cabalidad.Tanta claridad, podrían decir algunos, no es necesaria. No obstante, es imperativo estimular el conocimiento, el entendimiento y la comprensión de una sociedad que necesita vivir más y mejor protegida. No cabe duda que la intención es de largo plazo pero, con o sin ODS, es una asignatura pendiente infundir certeza y desarrollar confianza entre aquellos que sostienen, a través del pago de primas, una industria que está obligada a ver al público como un posible asegurado al ofrecerle sus servicios, y menos, como suele ocurrir a veces, para combatir el el delito, como un presunto defraudador al ocurrir un siniestro.¿De qué tamaño será la fuerza de voluntad para ver al asegurado desde la dimensión que merece, al ser parte de una mutualidad que aporta recursos que son administrados por compañías en cuya operación participan diversos tipos de empresas y especialistas del más distinto orden? ¿De qué manera podría impulsarse un auténtico movimiento, cuyos alcances permitan enmendar prácticas que actualmente no son las mejores, encareciendo no pocas veces los precios de los instrumentos financieros que podrían ser más claros y asequibles?