No nos quedemos en el pasado

Charlemos seguros

El asegurador

A unos cuantos días de la finalización de un año que resultó diferente de lo  previsto por muchos durante los 12 meses previos,  no son pocos aquellos que han hecho, y hacen, ejercicios de planeación estratégica, de planificación de metas. Es deseable que la experiencia vivida realce la importancia de considerar la salud, en todos los planos, para que los documentos resultado de esos trabajos guarden un equilibrio que permita valorar aspectos que en otros tiempos algunos dejaban de lado.

Claro que por todas partes  se observan comportamientos reveladores de lo que cada persona está viviendo, que afectan  favorable o desfavorablemente las perspectivas del individuo, la familia, la empresa, la sociedad. Hay quienes, en una especie de negación, no terminan de aceptar que muchas cosas han cambiado. Se resisten a plantearse las necesarias modificaciones, apegados en cierta medida a lo que fue y a lo que les ha producido un estado de conformidad o confort relativo.

No obstante, antes de entrar en esos terrenos donde la conciencia parece haberse desvanecido, vayamos a lo más simple y evidente. Un primer punto se refiere a la salud física, que, estando en los niveles adecuados, da pie a que los sistemas, aparatos y órganos de nuestro cuerpo funcionen a cabalidad, lo que no nos  libra del riesgo de registrar accidentes y enfermedades  pero que se exacerba en medio de una pandemia en la que puede perderse hasta la vida misma.

Yo no sé, estimado lector, cuánta importancia le has dado en tu plan de vida hasta ahora a tu salud y condición física, sin hablar por ahora de la apariencia exterior. No es raro que en aras de obtener una buena condición física pongamos en peligro a nuestro cuerpo de lesionarse, de enfermar. Tampoco lo es que en aras de una eficiencia en el terreno del empleo, de los negocios, lo descuidemos y le neguemos  actividades que podrían mantenerlo saludable, ya sea en el comer o en el beber o en el descanso.      

Por lo pronto, me he llevado sorpresas muy agradables. Amigos y conocidos que se  desenvuelven en este mundo de los seguros y de las fianzas han alcanzado un peso, una figura y una salud que no solo los hace verse bien, sino que traslucen energía, un brillo natural de los ojos, diversos signos que revelan bienestar. Quizá  en parte a ello se deba que hasta expresen sus deseos de que no se vuelva a la vida anterior a la pandemia, al haber detectado varias ventajas de hacer home office.

Apostaría a que muchos de aquellos que han mejorado su salud tienen ahora una conciencia mayor acerca de  la importancia de estar vivos y saludables. Han encontrado que los recorridos desde casa hasta la oficina ya no crean estrés simplemente porque se suprimieron. También han disfrutado más a la familia, han gozado  de tiempo para sí mismos;  aunque de pronto las jornadas se volvieron interminables en un proceso de adaptación a la nuevas condiciones que no ha terminado todavía.

Abogo porque la salud y la existencia sean valoradas hasta un nivel en el que cambie la sociedad;  aunque toda una gama de peligros las acechen. Quizá  llevar una mejor dieta favorezca al bienestar, como lo hará el ejercitarse adecuadamente, descansar o  realizar algunas actividades que habíamos dejado de lado. Claro que el estrés podrá emanar de otras cuestiones, como no frecuentar a los amigos, no salir con la confianza que merecemos, o    hasta la situación política, económica y social que vivimos en México.

Cuando hay salud, las  posibilidades de vivir una vida entusiasta y jubilosa aumentan.   Claro, no bastan   salud y condición física íntegras. Tampoco es suficiente lucir espectaculares, de acuerdo con ciertas características comúnmente aceptadas como bellas. Son factores críticos, eso sí, que ayudan. Hará falta, en este contexto, enriquecer nuestra existencia sembrando en nuestra mente semillas de esperanza. Después de todo, el entorno ha venido a poner a prueba nuestras capacidades;  nuestro  nivel de resiliencia, dirían  algunos.

Lo cierto es que hay mucho por hacer y tenemos con qué hacerlo.  Tal vez algunos de nuestros sueños se han desdibujado, pero eso no impide crear nuevos sueños o  despertar otros que estaban a la espera de mejor tiempo o  de   mayor conciencia  para ser definidos y  concretados. Solo necesitamos hacer un alto; y estoy seguro de que encontraremos eso que nos lleve a caminar por sendas, no digo llanas, sino incluso escabrosas,   que recorreremos con energía porque eso es lo que en verdad queremos.

Es hoy un momento para ayudar y dejarse ayudar; de  cerrar filas; de  hacer equipo. Soy un convencido de que en estos tiempos de pandemia detectamos cosas aberrantes, pero   también descubrimos cosas que nos han llenado de entusiasmo. Quizá  en medio de todo ello nos refiramos a personas a quienes  hemos conocido por fin, a pesar de que ya convivíamos con ellas, con las que  incluso vivíamos…   Tal vez ni siquiera podamos abrazar a algunas de ellas  por ahora, pero sabemos que ahí están, que ahí estamos.

No nos quedemos en el pasado. Tomémoslo como referencia. Mejores tiempos generales vendrán. Pero, mientras eso ocurre, hagamos de nuestro entorno algo mejor. Está en nuestras manos. No nos limitemos a estar bien nosotros. Podemos hacer al menos un poco   por lo demás. Cuidémonos y cuidemos. Recibamos y demos. Pasemos unas  fiestas de Fin de Año  serenos; y luego, cuando el Año Nuevo  llegue, entremos a la cancha a jugar con todo lo que tenemos, que es mucho.

Felicidades.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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