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Miedo a tener miedo

Charlemos seguros

El asegurador

La Peste  se dirigía a la ciudad, y en su camino pasó junto a una caravana que acampaba en el desierto. Al verla, el jefe del campamento le preguntó:

—¿Hacia dónde te diriges?

—Voy a la ciudad. Pienso tomar la vida de 1000  personas.

Cuando la Peste venía de regreso,   pasó de nuevo junto a la caravana. Tan  pronto como el jefe del campamento la vio,    la increpó de este modo:

  —¡Ya supe lo que hiciste!  ¡Me han contado que tomaste 20 000  vidas, y no sólo  las 1000  que me habías dicho!                

—Te han informado mal     —repuso la Peste—.    Yo solo tomé las 1000  vidas que te dije. A las  demás se las ha llevado el miedo…            

Una de las emociones que hoy prevalece en medio de la pandemia que estamos viviendo es el miedo;  y, muchas veces, es miedo al futuro, pues  nos sentimos especialmente desconcertados, con incertidumbre respecto a lo que viene para nosotros como individuos y como sociedad.

Cuando tenemos miedo, notamos una sensación desagradable, temblamos; podemos tener resequedad en la boca, dificultad para respirar, tensión muscular, etcétera;  pero esta información, aunque no lo parezca, es valiosa porque nos permite darnos cuenta de que está presente para proteger algo. Es un error minimizar la presencia del miedo en nuestra conciencia y obligarnos a  que tal sentimiento desaparezca. Esto se representa comúnmente  con frases típicas  como: “No tengas miedo, no es para tanto”.   “Ya deja de sentir miedo”.

Es mejor ser capaz de detectar qué es específicamente   lo que quiero cuidar;  probablemente así nos demos    cuenta de que el miedo puede ser racional  o, en algunos casos, irracional. Este miedo, el irracional,  nace de la imposibilidad de  situarse en el momento actual y se caracteriza  por una ansiedad grave frente a   lo que pueda  ocurrir.

Los que trabajan tienen miedo a perder el trabajo;  los que tienen vida tienen miedo a la muerte;  los que tienen amor tienen miedo a perderlo…

En general, tenemos miedo a sufrir. Buena  parte del miedo puede nacer de la ignorancia y del hecho de no enfrentarnos a lo que lo causa.

Para gestionar de una manera adecuada esta emoción, puedes visitar a diferentes expertos que te ayudarán a hacerlo desde múltiples perspectivas:  revisar el pasado para comprender su origen, buscar espacios en los que paulatinamente podamos enfrentarla   o  en algunos casos simplemente  respirar hondo y profundo. 

En mi opinión, creo que algo que será valioso es detenernos a pensar en qué es lo que realmente nos provoca miedo y situarnos en el momento presente. Si somos capaces de controlar nuestra mente, podremos controlar los juicios de valor que emitamos  sobre lo que pasa.

Ejemplo: “Esto que me provoca miedo  ¿está pasando en este preciso momento? ¿Es  real?”. Si es real, será conveniente preguntar si podemos hacer algo diferente y enfocarnos en  la acción. O  a veces  será necesario también enfocarnos en  la inacción. La sabiduría del ser humano radica en la capacidad de discernir qué aspectos puede controlar y cuáles debe pausar para permitir que la vida, Dios o  el destino  le brinde una respuesta.

Es necesario fortalecer  la confianza en nosotros mismos y comprender que no es más valiente quien no tiene miedo, sino aquel que, a pesar de sentirlo,  es capaz de actuar.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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