Las economías de América Latina con un apoyo más sólido y duradero a la dinámica de consumo e inversión volverán a los niveles registrados antes de que emergiera la COVID-19, e incluso, tendrán pérdidas financieras menores. Por tanto, la mayoría de las naciones de esta zona recuperarán su nivel productivo en 2022, excepto México y Argentina, países donde el estímulo gubernamental ha sido categóricamente limitado, pronostica la calificadora Standard & Poor ‘s (S&P).
De acuerdo con un análisis que compartió la firma, titulado Desafíos de crecimiento de América Latina previos al COVID-19 no desaparecerán después de la pandemia¸ se apunta que la economía de México logrará superar los innumerables efectos económicos que produjo la agresiva expansión del nuevo coronavirus no antes de 2023. En tal sentido, la investigación subraya que este país registra las pérdidas de ingresos permanentes más altas en América Latina.
S&P anota que México tuvo un desempeño peor de lo que se esperaba en el segundo trimestre de este año, como consecuencia de las medidas de confinamiento relativamente estrictas y al estímulo gubernamental limitado. Asimismo, proyecta que el Producto Interno Bruto (PIB) nacional sufrirá una estrepitosa caída de más de 10 por ciento al cierre de 2020.
Las economías se reactivan, pero no es suficiente
En otro punto de la investigación, se refiere que mientras las economías se reabren gradualmente, las poblaciones se sienten cómodas llevando una vida más “normal” con el virus SARS-CoV-2 y ante la disponibilidad de un mejor tratamiento médico, es probable que la recuperación en curso continúe en los próximos trimestres, a pesar de la ausencia de una vacuna.
A pesar de lo anterior, la agencia puntualiza que la recuperación económica está lejos de ser uniforme en toda la región de Latinoamérica y podría estar propensa a retrocesos, dependiendo de la rapidez y la fluidez con que se incentive el consumo y la inversión, así como del curso que tome la demanda mundial.
En México, continúa el diagnóstico de S&P, el estímulo a los hogares fue muy limitado. Por ello, añade, es probable que el consumo se retrase en la mayor parte de la república, aunque la buena noticia para el país es la fuerte demanda estadounidense de automóviles, la cual está impulsando al sector manufacturero clave.
Por lo descrito, la agencia estima que México sufrirá una reducción en el ingreso del PIB per cápita de alrededor de 8 por ciento, a causa de la debilidad económica estructural que precedió al COVID-19, fenómeno que amplificó el efecto de la pandemia y que estuvo acompañado de un apoyo limitado al mercado laboral y las empresas. Por esa razón, agrega, la inversión y el consumo no se recuperarán por completo en este país.
Inacción gubernamental peligrosa
Según S&P, es indispensable que países como México alcancen mejoras, en lo que se refiere a sus niveles de productividad e ingreso, sobre todo porque existe un porcentaje alto de la población que empieza a envejecer. Por tanto, es factible que el crecimiento del empleo se desacelere.
La calificadora precisa que la posible desilusión en la población por el hecho de que los ingresos no se pongan al día con el resto del mundo podría generar más malestar social y volatilidad política, complicando aún más el panorama de las inversiones de las naciones que integran América Latina.
Por último, S&P señala que el contexto financiero actual de México es desafiante y hace énfasis en que la economía tenía debilidades estructurales antes de la pandemia, con una leve contracción en 2019, a causa de una dinámica de inversión desfavorable. Además, concluye, la respuesta política ha sido relativamente pequeña, con un estímulo fiscal que hasta ahora suma alrededor de 1 por ciento del PIB, principalmente enfocado en transferencias directas, y con un apoyo limitado a las pequeñas y medianas empresas (Pymes).