En México, por cada mil habitantes se realizan un total de 0.2 pruebas para detectar la presencia de la COVID-19, lo que se ubica al país en el último lugar entre las naciones que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en lo que se refiere a diagnósticos para confirmar o descartar la presencia del SARS-CoV-2 en el organismo humano.
Según datos que la OCDE y que se desprenden de su investigación más reciente, México, junto con Japón y Grecia, se perfilan como los países del organismo en los que menos pruebas de detección de COVID-19 se realizan, a pesar de la inquietante expansión que la enfermedad ha registrado en estos territorios durante las últimas semanas.
El organismo es enfático y pronostica que si se eliminan las medidas de confinamiento social antes de que se logre mitigar la COVID-19, gracias a una vacuna o tratamiento médico efectivo, se corre el riesgo de que el número de contagios se incremente considerablemente; por tanto, las plataformas sanitarias de los países estarían bajo presión. Frente a esta realidad, instó a los Gobiernos a aumentar sus capacidades e incrementar sus recursos médicos, de tal manera que amplíen el número de pruebas rápidas para la detección de SARS-CoV-2.
Por último, la OCDE consideró vital que sus países miembros pongan en marcha medidas que supriman desde todo punto de vista el resurgimiento de brotes locales. Asimismo, concluyó, es imperativo que los sistemas sanitarios tengan las herramientas clínicas necesarias para identificar a las personas que han desarrollado algún tipo de inmunidad frente a la COVID-19; de modo que puedan regresar a sus lugares de trabajo sin riesgo de esparcir la enfermedad.