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México y las mujeres

Conavim  es la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, dependiente de la Secretaría de Gobernación, que se encarga de diseñar la política nacional para promover la cultura de respeto a los derechos humanos de las mujeres y la erradicación de la violencia en su contra. Formula las bases de coordinación con los tres niveles de Gobierno  y promueve el cumplimiento de las obligaciones internacionales del Estado mexicano en materia de prevención, atención, sanción y erradicación de la violencia contra las mujeres. Elabora y da seguimiento al Programa Integral para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, que conjunta las acciones del Gobierno de la república en materia de promoción de la igualdad y combate a la discriminación contra las mujeres y niñas, y funge como la Unidad de Género de la Secretaría de Gobernación, por la que se impulsa un clima laboral en el que prevalezcan los derechos humanos, la no discriminación y la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres.

En su sitio web, el Gobierno Federal  comenta que el empoderamiento de las mujeres es esencial para erradicar la discriminación, disminuir la brecha salarial y construir un país con igualdad de oportunidades para mujeres y hombres. Con base en  los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres de la ONU Mujeres, el Gobierno Federal señala cuatro importantes acciones; a saber:

  1. Promover la igualdad de género    en todos los niveles.
  2. Tratar a todas  las mujeres y a los hombres equitativamente en el trabajo; respetar y defender sus derechos humanos y la no discriminación.
  3. Velar por la seguridad y bienestar de todas  las trabajadoras y trabajadores.
  4. Promover la educación, la formación y el desarrollo profesional de la mujer.

La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) en su página electrónica menciona que México ha llevado a cabo políticas importantes para empoderar a las mujeres, especialmente en el ámbito político, pues cuenta  con un alto número de mujeres en el Congreso, en parte debido al sistema de cuotas en el proceso electoral.

El organismo mundial señala  que México ha logrado importantes avances en programas educativos: la matrícula preescolar es gratuita, y casi se ha conseguido que sea universal;  las becas facilitan que más jóvenes y adolescentes permanezcan en la enseñanza media superior, y las tasas de inscripción en la universidad son ahora similares entre hombres y mujeres. La inversión en estancias infantiles ha ayudado a ofrecer a las mujeres que trabajan fuera de casa opciones para el cuidado de sus hijos.

Sin embargo, México tiene un largo camino por recorrer para llegar a la igualdad de género. Aunque entre los jóvenes mexicanos el nivel de educación de las mujeres es ahora similar al de los hombres, México tiene una de las mayores brechas de empleo por género entre las naciones que conforman  la OCDE. El número de mujeres que se ven obligadas a emplearse en el trabajo informal sigue siendo más alto que el de los hombres, y en esa modalidad laboral se cuenta con poca protección social, alta inseguridad y bajos salarios. Muchos factores generan estas desigualdades, como los estereotipos que  limitan las opciones de mujeres y niñas; y las mexicanas se ocupan, sin remuneración alguna, de más de tres cuartas partes de todos los quehaceres domésticos y del cuidado de los niños. Las mujeres siguen sufriendo elevadas tasas de violencia en el hogar y en el espacio público, y el acceso a la justicia continúa siendo desigual.

La   OCDE sigue señalando que las mujeres mexicanas tienen una baja tasa de empleo. En 2016,    44.9 por ciento de las mujeres mexicanas en edad de trabajar estaban empleadas. Es la tercera tasa de empleo femenino más baja de la OCDE, después de Turquía (28.7 por ciento)  y Grecia (41.7 por ciento), y está muy por debajo del promedio de la OCDE (60.1 por ciento). Los hombres mexicanos, por el contrario, tienen tasas de empleo relativamente altas   (78.5 por ciento están empleados). Las brechas de género tienden a aumentar durante los años de formación de la familia, ya que la maternidad tiene efectos negativos sobre la participación de la mujer en la fuerza de trabajo, su remuneración y su progresión profesional. Esto ocurre en México cuando la oferta de servicios públicos de calidad para el cuidado infantil no cubre la demanda.

En un trabajo de investigación denominado    Mujeres y hombres  en México, 2017,  el Instituto Nacional de las Mujeres y el Inegi  presentan en el capítulo de empleo una serie de estadísticas basadas  en la Encuesta de Ocupación y Empleo, de las cuales menciono a continuación las más relevantes:

  1. Siete de cada 10 empleados son trabajadores subordinados y remunerados, y dos de cada 10  trabajan por cuenta propia. Las diferencias por sexo no son importantes. Entre la población ocupada que trabaja sin remuneración, el porcentaje de ellas duplica al de ellos, mientras que entre la población ocupada como empleadores,   el porcentaje de hombres es más de dos veces mayor respecto al de las mujeres. Esto puede deberse a algunos factores que enfrentan las mujeres, como dificultades en el acceso a créditos, falta de asesoría adecuada, pobreza de tiempo, entre otros.  

 

  1. Respecto a las  cifras sobre los ingresos que recibe la población ocupada a partir de los dos salarios mínimos, conforme el nivel de ingreso aumenta  el porcentaje de mujeres es menor, comparado con el de hombres. El mayor porcentaje de mujeres no recibe ingresos monetarios por su trabajo, y el hecho de que sea menor el porcentaje de mujeres que son empleadoras es  reflejo de problemas de género. En términos generales, las mujeres tienden en mayor medida a aceptar empleos en malas condiciones o poco calificados.

 

  1. En lo que se refiere a la duración de la jornada laboral que se realiza en el mercado de trabajo, dos de cada 10 hombres ocupados trabajan una jornada laboral de tiempo parcial   —menos de 39 horas a la semana—, mientras que entre las mujeres esa proporción es de cuatro de cada 10. De manera inversa, con referencia a la población ocupada que trabaja 40 horas   semanales o más, el porcentaje de hombres es mayor que el de mujeres.

 

  1. Con base en los grupos de ocupación, casi la mitad de las mujeres ocupadas se concentran en las actividades de comercio y en servicios personales. En el caso de los hombres empleados en estas actividades, la proporción es de dos de cada 10.

 

  1. Las actividades agropecuarias y de la construcción son áreas de trabajo principalmente para hombres;   18.4 por ciento de los hombres se desempeñan en el sector agropecuario; las mujeres aportan el 3.8 por ciento.  En la construcción, 12.7 por ciento son hombres y 0.7 por ciento mujeres.

 

  1. En la industria manufacturera, el porcentaje de hombres es de  16.9 por ciento, y las mujeres representan 16.2 por ciento. En el comercio y en el sector servicios, las mujeres ocupan el 24.9  y 53.7 por ciento, respectivamente; y los hombres el 14.5 y 35.8 por ciento, en el mismo orden. Este último sector representa la actividad donde se inserta el mayor porcentaje de población ocupada.

 

  1. La mediana del ingreso por hora trabajada por la población ocupada  es la medida de tendencia central más utilizada en este tipo de análisis, dado que elimina el efecto de los valores extremos. En el promedio nacional, la diferencia del  ingreso por hora trabajada entre hombres y mujeres es de apenas 0.5 pesos; sin embargo, en Baja California Sur, Colima y Querétaro, la mediana del ingreso por hora trabajada de los hombres es superior a la  de las mujeres en 4.3, 3.3 y 2.8 pesos, en ese orden. Por el contrario, en Tabasco, Chiapas, Ciudad de México, Yucatán, Veracruz y el Estado de México, la mediana del ingreso por hora trabajada de las mujeres es superior a la de los hombres en 3.3, 2.1, 1.9, 1.7, 1.4 y 0.1 pesos, respectivamente. Sólo en Campeche, San Luis Potosí e Hidalgo las medianas del ingreso por hora trabajada de ambos sexos son iguales.  

 

  1. Las mayores diferencias entre el ingreso promedio por hora trabajada de hombres y de mujeres ocupados están  en los funcionarios y directivos de los sectores público, privado y social, en donde los ingresos de los hombres superan a los de las mujeres por un poco más de 24 pesos. Entre los trabajadores industriales, artesanos y ayudantes, así como entre los profesionistas, técnicos y trabajadores del arte, la diferencia, favorable para los hombres, es de poco más de 7 pesos. En las actividades agrícolas, ganaderas, silvícolas y de caza y pesca la diferencia es favorable a las mujeres por 4 pesos.

 

En la   dirección web   https://www2.deloitte.com/mx/es/pages/dnoticias/articles/empoderamiento-femenino.html   la firma consultora Deloitte publicó un  artículo con el encabezado de Ante  el riesgo, la mujer tiene un solo camino: empoderarse.      Adriana Berrocal, directiva de la firma y autora del texto, señala que “ser mujer en   Ciudad de México es un riesgo”. Al menos así lo refleja la encuesta realizada por la Fundación Thomson Reuters, que recientemente calificó a la capital del país como una de las urbes más peligrosas del mundo para las mujeres. México padece  desigualdad, discriminación y exclusión, que son algunos de los obstáculos que sufre la mujer y que le generan desventajas políticas, sociales y económicas, así como falta de penetración y acceso al mercado laboral.

 

Esta situación se origina por estereotipos que limitan el desarrollo potencial de la mujer, ya que se establecen estándares sobre su comportamiento y responsabilidades. Ejemplo de ello es el rol   que dicta que las mujeres deben encargarse de manera exclusiva y sin remuneración alguna de las tareas domésticas o del cuidado de familiares, o la segmentación de género dentro de ciertos entornos laborales.

 

Otra situación que vulnera seriamente los derechos de las mujeres  es la violencia de género —tanto física como emocional—, a la que muchas mujeres están  expuestas. Estas agresiones limitan su libertad de movimiento, sobre todo en las grandes urbes, y  truncan oportunidades de desarrollo, todo lo cual tiene graves consecuencias económicas. Excluir a las mujeres de la vida laboral o productiva genera perjuicios importantes, de acuerdo con el Banco Mundial, equivalentes a una pérdida de ingresos que va  del 10 al 37 por ciento del PIB para las naciones.

 

La mujer  y su participación en la vida económica de México

La directora y representante  de la OCDE, Gabriela Ramos, comenta en un blog del 11 de septiembre   que, después de una década, desde la emergencia de la crisis económica, del periodo de crecimiento bajo  y de productividad decreciente, el empoderamiento económico de la mujer se presenta como una opción única para mejorar las perspectivas económicas y sociales. En lo laboral y educativo ha habido grandes progresos, y la representación en la empresa ha tenido avances. En años recientes, la inclusión de mujeres en los puestos directivos de las empresas ha avanzado de 12 por ciento  en 2010 a 20 por ciento en 2016. Entre 2013 y 2016, más de  80 por ciento de los países miembros de la OCDE registró un aumento en la participación de las mujeres en las juntas directivas.

 

Sin embargo,  las mujeres ocupan menos de  25 por ciento de los lugares en las juntas directivas de las empresas que cotizan en bolsa. En México, esta proporción es mucho más baja, ubicándose en   5 por ciento, por debajo del promedio de la OCDE; y de Colombia y Brasil, en donde las mujeres ocupan cerca de 11 y 6 por ciento de estos puestos, respectivamente. Esto es por la baja participación de la mujer mexicana en la fuerza laboral. Un reflejo significativo de esta sistemática marginación contra la mujer es que  no fue sino hasta fechas recientes cuando el Consejo Mexicano de Negocios cambió a esa denominación. Antes se llamaba Consejo Mexicano ¡de Hombres de Negocios!

 

Gabriela Ramos  enfatiza que excluir a las mujeres  es un verdadero desperdicio de talento, además de que está comprobado que empresas más diversas y más abiertas a la participación femenina tienen mejores resultados, incluso en la cotización de sus acciones. Dado el incremento de la escolaridad en las mujeres, y debido al  hecho de que en la actualidad ellas tienen un mayor porcentaje de títulos universitarios, promover su participación en niveles de dirección y juntas ejecutivas tendrá también un beneficio en la productividad. La autora cita que, al ritmo que se observa, tomaría 81 años lograr una equidad de género en el liderazgo corporativo en los países de la OCDE.

El Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección (Cimad),   perteneciente al IPADE (Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa),   tiene como propósito la reflexión, diálogo y difusión de investigaciones relacionadas con la realidad de la mujer empresaria y directiva. Mediante trabajos originales e innovadores, se profundiza en la relación que tiene la mujer en la alta dirección con la empresa, la propia familia y las redes de contacto entre ellas. En este instituto se promueven  historias de mujeres que han logrado alcanzar el éxito gracias al balance que lograron entre su vida personal, familiar y profesional. El Cimad busca asimismo ser un foro de encuentro y diálogo para ayudar a las directivas y empresarias en su ardua tarea de hacer de México un lugar más habitable.

La misión del Cimad  es potenciar el desarrollo humano y profesional de la directiva y empresaria mediante la generación, difusión y promoción de investigación relevante para la persona, la empresa y la sociedad.

En un  análisis conjunto del Ipade  Business School y el IAE Business School (Argentina), en un seminario especializado, Rafael Gómez Nava, director general del Ipade,  mencionó que los estudios confirman que los Consejos de Administración necesitan una masa crítica de casi 30 por ciento de mujeres para alcanzar un rendimiento positivo en el crecimiento económico y la capacidad de respuesta social de la empresa. Gómez Nava  señaló que “la competitividad de cualquier empresa, por arriba de sus modelos tecnológicos, de negocio, financieros o de vinculación con sus clientes, es una batalla de talento, de hombres y mujeres, con un compromiso con su natural complementariedad y un compromiso común con el desarrollo empresarial que impulse un modelo de plenitud personal, familiar y profesional de cada uno de los miembros que conforman la empresa”.

Finalmente, para concluir, estimado lector, me permito transcribir indicadores relevantes elaborados por el Cimad:   

 

Reflexiones:

¿Seguirá siendo México un país anclado en  el concepto del Club de Tobi?  

Si usted es empresario y no tiene equidad de género en su Consejo de Administración, es tiempo de que fomente la inclusión de la mujer en el equipo directivo y en el órgano de gobierno. Seguramente tendrá mayor éxito en el logro de sus metas. Trascienda y haga un México fuerte y competitivo.

No deseo que las mujeres tengan más poder sobre los hombres, sino que tengan más poder sobre ellas mismas.

Mary Shelley

 

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