En México, el ahorro se usa principalmente para atender emergencias, mientras que hacerlo para el retiro y la vejez pasa de largo, según el estudio El ahorro en México: productos, instrumentos y evolución (con datos de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 1018), que añade que otros rubros importantes para los mexicanos que hacen algún tipo de ahorro- ya sea formal o informal- son el hogar, la educación, la salud y la diversión.
La investigación, elaborada por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), indica en una primera parte que el ahorro activo es aquel que ocurre cuando una persona reportó que reservó dinero para el futuro, a través de instrumentos formales o informales durante un periodo de referencia.
Los hallazgos de este capítulo revelan que, durante el periodo de 2012 a 2018, el porcentaje de la
población adulta que ahorró de manera activa se incrementó en 17 puntos porcentuales (pp), al
pasar de 51 a 68 por ciento. El ahorro activo se encontró asociado de forma positiva con vivir en localidades urbanas, mayor escolaridad, tener un empleo formal, recibir un mayor salario y ser hombre. Por el contrario, conforme aumenta la edad disminuye la prevalencia de este tipo de conducta.
Por otra parte, el análisis aborda el ahorro en instrumentos informales, el cual se da cuando una persona reserva dinero para el futuro en instrumentos que no están regulados o supervisados por alguna entidad del Gobierno, lo cual implica que no se tiene garantizada la seguridad del dinero de los
ahorradores.
Estos instrumentos se presentan en diferentes formas como, por ejemplo: comprando animales o
bienes, participando en una tanda, guardando dinero en casa, con familiares o conocidos.
Los principales resultados de este capítulo indican que durante el periodo de 2012 a 2018, el
porcentaje de la población adulta que ahorró en instrumentos informales creció en 20 pp, al pasar
de 44 a 63 por ciento.
El informe destaca que este tipo de ahorro se encontró asociado de forma positiva con vivir en localidades rurales, ser hombre, percibir mayores ingresos y poseer un empleo formal. Por el contrario, conforme aumenta la edad disminuye la prevalencia de este tipo de conducta. A su vez, las personas con educación media superior registran una mayor tenencia de estos instrumentos, en comparación a sus contrapartes.
Los destinos del ahorro informal reportados con la mayor frecuencia de uso en la población adulta
fueron los gastos del hogar. Por el contrario, se mostró que en lo que menos reservaron ahorro
informal fue para la vejez o el retiro.
En una última parte, el análisis presenta los resultados más relevantes respecto a la tenencia de cuentas, el ahorro en instrumentos formales y la tenencia de tarjetas de débito.
La tenencia de cuentas tuvo un aumento de 12 pp de 2012 a 2018, al pasar de 36 a 47 por ciento de la población adulta. Las tres principales razones reportadas para no tener una cuenta fueron: no le alcanza dado que sus ingresos son insuficientes o variables (33 por ciento), no tiene la necesidad de una cuenta (27 por ciento), o piden requisitos que no tiene (10 por ciento).
A su vez, el ahorro en instrumentos formales creció en 5 pp, en 2012, el 15 por ciento de la población adulta ahorró en alguna cuenta; mientras en 2018, el 20 por ciento de la población adulta contaba con este tipo de ahorro.
Los datos revelan que el ahorro en instrumentos formales está asociado de forma positiva con vivir en localidades urbanas, obtener mayor escolaridad, tener un empleo formal, recibir un mayor salario y ser hombre; asimismo, la edad muestra una relación en forma de U invertida, ya que alcanza su punto máximo en el rango de 30 a 39 años y disminuye a partir de los 40 años.
El destino del ahorro activo en cuentas reportado con la mayor frecuencia de uso en población adulta fue la atención de emergencias e imprevistos. Por el contrario, se reveló que en lo que menos destinaron ahorro activo en cuentas fue para la vejez o el retiro.
Finalmente, el reporte de la CNBV detalla que durante el periodo de 2012 a 2018, la tenencia de tarjetas de débito se incrementó en 5 pp, en 2012, un 29 por ciento de la población adulta contó con tarjeta de débito; mientras en 2018 fue el 34 por ciento. De igual forma, el uso de éstas entre la población adulta creció 14 pp de 2012 a 2018, al pasar de 49 a 64 por ciento de la población adulta con tarjeta de débito.