En el contexto de una economía globalizada, el comercio marítimo continúa siendo la columna vertebral que sustenta el intercambio comercial a nivel mundial. En este sentido, los puertos desempeñan un papel fundamental como puertas de entrada al comercio global. Sin embargo, las interrupciones ocurridas durante la pandemia pusieron de manifiesto un aspecto crucial: no fue la falta de capacidad del transporte marítimo lo que generó mayores obstáculos, sino más bien los puertos que se convirtieron en auténticos cuellos de botella.
Así lo indica un informe de la consultora PwC que destaca cómo los conflictos geopolíticos generan tensión en las cadenas de suministro de la economía mundial; y además, refiere que los intentos de deslocalización para reducir la dependencia de China no conducirán necesariamente a un retorno de la producción a Europa, sino más bien a otros países asiáticos.
El reporte añade que esto subraya la importancia continua de las infraestructuras portuarias para el comercio global; considerando la limitación geográfica del espacio portuario y la oportunidad de establecer nuevos puertos, es evidente que las infraestructuras marítimas seguirán siendo un instrumento crucial de poder e independencia, además de un recurso codiciado por los inversores.
PwC señala que, dado que los puertos y sus infraestructuras son empresas que demandan grandes inversiones de capital, se requerirán importantes inyecciones de financiamiento para llevar a cabo la transformación de los principales hubs portuarios europeos.
Si la regulación, especialmente fuera de Europa, permite las inversiones, es probable que continúe la actividad en el mercado de infraestructuras portuarias. Este mercado se verá impulsado tanto por la construcción de nuevos puertos, debido a los cambios en los patrones comerciales, como por las inversiones en los puertos existentes, para adaptarse a nuevas tecnologías y acomodar nuevos tipos de buques y mercancías, como el metanol y el amoníaco.