Sabemos que cada reto exige de nosotros un poco más. Más esfuerzo, más aprendizaje, más reflexión… hasta que nos lleva al límite. Una vez que llegamos a ese extremo, si sabemos capitalizarlo, podremos dar una especie de “vuelta de campana” para salir fortalecidos y ser mejores que antes. Seremos más sabios y fuertes emocionalmente. Es ley de vida. Se aplica para todo.
¿Y qué hay más extremo que la situación actual a causa del famoso virus SARS-CoV-2? Quizá las consecuencias y lo que cada uno ha vivido de forma personal. Tengo la certeza de que cada persona ha enfrentado lo que le correspondía. Ni más ni menos. Solamente esto necesitábamos vivir para enfrentarnos a nosotros mismos, llevarnos a ciertos extremos y, en el mejor de los casos, salir victoriosos.
Precisamente uno de esos puntos, que coincidentemente veo a mi alrededor, es el maravilloso arte de aprender a poner límites. Estando en una cultura donde a muchos de nosotros nos cuesta decir no, no es de sorprender que sea complicado marcar esa raya que pone límites.
Específicamente en nuestro desempeño profesional, la mayoría de nosotros estamos dando servicio a nuestros clientes todos los días. De igual forma hacemos acuerdos con colegas y tratamos todo el tiempo con personal administrativo de las aseguradoras, entre otros.
La dinámica de trabajo en casa ha provocado que no haya límites de horario en muchos casos. Algunos supuestamente trabajan más en esta modalidad de home office porque están más horas frente a una computadora y atendiendo el teléfono. Sin considerar, por supuesto, que en el hogar hay una cantidad enorme de distractores (voluntarios e involuntarios) que hacen el trabajo poco eficiente. Pero no es éste el tema de hoy.
Lo que me gustaría enfatizar es que, en la medida en que no hay un “horario de oficina establecido”, muchas personas han perdido la conciencia por completo y son capaces de ponerse en contacto contigo a las 20:00, 21:00 o 22:00 h esperando una respuesta. O bien en sábados y domingos, sin importar la hora del día. La pregunta obligada es ésta: ¿es aceptable proporcionar el servicio en un horario que no es de trabajo?
Por supuesto que, si es una emergencia, la vamos a atender. En mi caso, 99 por ciento de las personas que me busca en fin de semana o después de las 20:00 h no tenía ninguna urgencia. Solamente les pareció que “mejor de una vez”, porque mañana podían olvidarlo…
La línea es delgada, a mi parecer. Todos queremos dar un buen servicio a clientes y prospectos. Sin embargo, tenemos familia, tiempo libre, tiempo en el que hacemos otras actividades, vacaciones, en fin. Sería incluso poco saludable estar dispuesto a atender llamadas el ciento por ciento de nuestro tiempo. Lo que desde mi ángulo de observación es sorprendente es la naturalidad con la que las personas escriben un mensaje de whatsapp a las 23:00 h. Muchas veces ni siquiera empiezan con un “Disculpa la hora…”. Simplemente arrancan con la petición directa: la factura, el pago, la cotización, etcétera.
Me parece que debemos tomar cartas en el asunto para poder establecer los límites que nos parezcan más adecuados. Esto puede ser algo muy personal, pero creo que sí es necesario. Y no solamente se aplica para agentes o promotores. Me parece que es algo que como cultura debemos aprender para trabajar de forma eficiente en el tiempo dedicado a ello y respetando horarios que no son de trabajo.
Algunas ideas que podemos aplicar son las siguientes:
– Define tus horarios de trabajo y un horario a partir del cual no tomarás llamadas ni mensajes. Y, lo más importante, ¡respétalos!
– Cuando vayas a enviar mensajes de trabajo fuera de esos horarios, quizá puedas considerar mandar un correo o bien poner una alarma para hacerlo a primera hora del siguiente día hábil.
– Prioriza. Responde al mensaje cuando sea urgente; si no lo es, puedes esperar al día siguiente y responder a todo al iniciar tu día.
– Considera la opción de tener dos líneas, la personal y la de trabajo. Si te funciona, podrías organizarte bien así y en ciertos horarios no tener a tu lado el número de la oficina.
– Agenda un horario para convivir con tu familia cada día o agenda tu horario de ejercicio. Y respétalos para que indefectiblemente puedas cumplir con tus actividades personales, ¡que son básicas!
Recuerda que establecer límites nos ayuda a todos. A ti, para poder organizarte mejor; a tu equipo de trabajo, a tus clientes y, por supuesto, a tu familia. Si todos tuviéramos esta cultura, como en otros países, seríamos increíblemente eficientes de 8:00 a 17:00 h, por ejemplo, y tendríamos muchas horas cada día para un sinfín de actividades más.
Deseo que esta segunda mitad del año y este último trimestre, sobre todo, nos vaya de manera espectacular a todos. Nos seguimos leyendo.