Search
Close this search box.

Las musas, su importancia en la vida del artista, su aportación y su peligro

Charlemos seguros

El asegurador

El otro día escuchaba la  charla de un querido amigo,   Gerardo Mendive,  en un espacio virtual que formó invitando a un grupo abierto  “para hacer un alto en el camino”. El espacio se denomina    Mirarnos con ojos ajenos.     

Me encanta este tipo de iniciativas porque su mera existencia significa regalarse a uno mismo un espacio para la reflexión, guiados por un verdadero maestro  que nos lleva  a la convivencia,  mediante  frases y anécdotas, con diversos personajes, actuales y del pasado, a los que siempre vale la pena conocer.

En este bello  espacio, que  disfruto sobremanera,   el conductor nos lleva forzosamente a reflexionar sobre diversos temas, y yo diría que no sólo a eso, sino también, como él bien dice, a mirar y a mirarnos con ojos ajenos.    

El tema de aquel  día era las musas.   Como es ya costumbre,   escuchar a Gerardo se convierte en un bombardeo de ideas  y conceptos que necesariamente  nos llevan a reflexionar sobre varias cosas.

Durante  la charla, Mendive lanzó una pregunta: ¿es  la creatividad   innata o se desarrolla?   Y,  como respecto a tantas otras cosas en la vida,  yo pienso que no es  una o la otra, sino ambas cosas a la vez.       

Por una parte, es innegable que ciertas habilidades se traen, pero también lo es que, así como algo traemos, otras capacidades las desarrollamos, o incluso las  inhibimos;  y del esfuerzo  que pongamos en ello va a depender el predominio de las aptitudes que exhibamos en la edad adulta.     

En aquella emisión virtual también  surgió otra  pregunta:  ¿qué sería necesario hacer  para apoyar el desarrollo de la creatividad? Y entonces pensé que, cuando detectamos una habilidad innata en un infante,   para apoyarlo  habría que actuar con sutileza. A ese niño se lo debe motivar  de diferentes maneras para  contribuir un poco a que, con suerte, se percate de  su pasión. Obviamente, la actividad objeto de esa pasión atraerá toda su  habilidad; y posiblemente podrá, al descubrirla, desarrollar mayor creatividad.

Pero hubo otras cosas que llamaron poderosamente  mi atención,  como la referencia  que hizo uno de los invitados al programa, quien  mencionó a  Stefan  Zweig, el escritor austriaco que planteó la analogía    entre el  artista y el  criminal. Zweig lo explicaba así:  en el momento de crear, el artista entra en una especie de trance  que provoca que  de alguna manera no sea  consciente de sí. El  artista entonces simplemente crea. De manera paralela, el  criminal muchas veces no recuerda su crimen o no es  consciente de sí  al momento de perpetrarlo.    

¿Qué es lo que lleva al artista a ese estado de trance? A mí me  parece que, entre otras cosas, las musas.    La musa es quien  sirve de inspiración a un artista. La noción proviene de la mitología griega, según la cual  las musas eran deidades que habitaban en las laderas del  Parnaso y del  Helicón y protegían las artes y las ciencias.

En la actualidad, la palabra musa, basada en ese origen, designa la inspiración o numen, que permite a escritores, poetas, pintores o músicos desplegar su imaginación y potenciar su sensibilidad  para crear sus expresiones artísticas.

Podemos decir que  las musas son las nueve deidades que presiden el pensamiento en todas sus manifestaciones: elocuencia, persuasión, sabiduría, poesía, danza, tragedia, comedia, pantomima, música, lírica, historia, matemática y astronomía. Han   sido y serán la inspiración de grandes artistas, y a lo largo de los siglos han sido inmortalizadas en pinturas, poemas, canciones y libros.      

Otro concepto que se mencionó en el programa y que también me emocionó  es que todos los seres humanos tenemos la capacidad de hacer de nuestra vida  una obra de arte, transformándonos de alguna manera en artistas, independientemente de  aquello para lo cual   tengamos  habilidad. Así,  las posibilidades se vuelven infinitas, dada la irrepetibilidad de nuestra naturaleza.    

Escuchar el programa  me hizo reflexionar también en algo más, y es que existe un área  por la  que me atrevería a decir que todos hemos transitado,  o al menos la inmensa mayoría, y es la del amor. Y, así como los artistas tienen una musa divina, nosotros  también tenemos a alguien  que es  el motivo de nuestra inspiración, es decir, como seres humanos simples tenemos una versión terrenal, mundana de  las musas.

El amor inspirado por una musa es entrar en un estado alterado de conciencia  y lograr esa fase vital  de creación.  

Viéndolo así, las musas para mí son esenciales en  la vida del ser humano, en su tarea como artista para esculpir  la obra de arte de su vida.

Sin embargo,  la musa  se vuelve una arma de doble filo, porque puede ser nuestro aliciente y nuestro motivo para crear, y podemos verdaderamente conocer el paraíso en la tierra  cuando tenemos la fortuna de enamorarnos perdidamente de un ser  y cuando ese amor es recíproco, porque entonces se vive   la magia del amor  en todo su esplendor y fuerza.

Desgraciadamente, he dicho que esto es una  arma de doble filo porque,   cuando la musa cambia el  interés que volcaba hacia  nosotros por alguien más, esa magia se convierte en tormento, y se sufre;   se sufre  mucho.

 ¿Será entonces que el arte de  amar consiste  en lograr amar sin apego  o en amar más a la vida, y sobre todo a nuestra propia vida, para disfrutar sin ataduras y sin dependencia  cuando se da esa magia  pero sin morir de tristeza cuando el ser amado desaparece?       

Quizá  debamos aprender a vivir esa magia  sabiendo que ésta será momentánea y a disfrutarla a tope  mientras dure, porque   la “creatividad” del artista (en este caso, el hombre común, el ser humano simple)  no puede depender de la musa;  porque, al parecer,  el amor   no se mantiene de la misma manera siempre, y seguro se va a transformar para bien o para mal.       

No me queda más que agradecer a mi amigo Gerardo Mendive la realización de  este espacio, y no solamente porque lo disfruté   enormemente, sino también  porque antes de ello simplemente no me había puesto a profundizar en la importancia de las musas en la vida del artista ni  en otras analogías vinculadas a ese tema. Gracias, Gerardo.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

Califica este artículo

Calificación promedio 4.6 / 5. Totales 17

Se él primero en calificar este artículo