Querido lector, estoy de vuelta contigo para tratar un tema por demás interesante. Deliberadamente uso ese título en la colaboración para denotar lo que, para algunos, es un evidente conflicto entre las empresas llamadas insurtech y los intermediarios; o, peor aún, entre las insurtech y el sector asegurador en general. Y digo para algunos; porque no todos percibimos así la realidad.
Nada podría ser más falso. No existe tal conflicto.
Voy a contextualizar mi afirmación, y para ello iniciaré compartiéndote una noticia que me llena de orgullo y compromiso. Hace algunos meses recibí una amable invitación para encabezar el comité de tecnología de la Amasfac. Es la primera vez en la historia de la asociación, y bajo la presidencia de Alejandro Sobera Biotegui, que se constituye un comité con este propósito, lo que, a mi manera de ver, hace muchísima falta y tiene absoluto sentido, pues enfrentamos hoy retos como nunca antes, precisamente en materia del uso de herramientas tecnológicas.
Juntos, Sobera Biotegui y yo, nos hemos planteado entre los objetivos de este comité apoyar a la membresía, y desde luego al sector en general, para abundar acerca de:
- La terminología.
- Las herramientas.
- Las novedades.
- E incluso contribuir al entendimiento de lo que está ocurriendo en el sector en esta materia de tecnología, es decir, para el mundo de los seguros.
Acepté la invitación porque, como tú bien sabes, uno de mis compromisos personales más grandes es develar los “misterios” que rondan este tema. Por esa misma razón soy miembro de la Asociación Insurtech de México y participo en todos los espacios que me es posible llevando un mensaje de armonía entre las principales entidades involucradas: insurtechs, intermediarios y aseguradoras, en México y Latinoamérica.
Bueno, pues en esta serie de tres colaboraciones sucesivas pretendo aclarar y revelar al menos algunos de los muchos mitos y paradigmas que existen respecto a las insurtechs.
Como es natural suponer, cuando hablo de mitos y paradigmas algunas informaciones son verdad y otras no.
Mi aspiración es que, al terminar esta serie de colaboraciones, puedas tener una visión acertada y auténtica al respecto y puedas discernir la verdad de los mitos.
Como ya es hábito, doy un contexto teórico o académico ofreciendo algunas definiciones:
Qué es un mito
Es una historia imaginaria que altera las verdaderas cualidades de una persona o de una cosa y les da más valor del que tienen en realidad. La palabra proviene del griego μῦθος (mythos). Un ejemplo podría ser: “Aquella promesa de éxito era solo un mito”.
Los mitos forman parte del sistema de creencias de un pueblo o cultura. Considerados en conjunto, los mitos conforman la mitología.
Personalmente, eso es justo lo que me preocupa y lo que combato. Actualmente ya hay mitos sobre las insurtechs.
Qué es un paradigma
Es una teoría o conjunto de teorías cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento.
Yo utilizo la frase: “El mapa no es el territorio”, que es uno de los principios fundamentales de la PNL, para ilustrarlo. Esto quiere decir que cada uno, como personas distintas, interpretamos las cosas de diferente manera, a pesar de que la realidad es única.
Sucede que se han realizado generalizaciones sobre las insurtechs, sobre sus éxitos y fracasos.
¿Por qué es relevante que ocurra esto y de qué manera nos afecta?
La explicación es muy sencilla. La ofrezco por medio de una vivencia que seguramente has compartido si te dedicas a la intermediación y a la industria aseguradora.
Ocurre cuando un cliente cree en mitos y paradigmas con respecto a las pólizas de seguros.
Lo que en realidad sucede es que el cliente no tiene un conocimiento suficiente al respecto.
El ejemplo por excelencia en el seguro de Auto: “El que pega paga”. Una verdad popular, falsa.
Comencemos con el conocimiento básico de las insurtechs.
La insurtech es un tipo de startup
Las startups son empresas nuevas y emergentes.
Nueva no necesita explicación. Por emergente se entendería en este ámbito empresarial algo que tiene un potencial de crecimiento mucho más alto que los demás que están a su alrededor. Emergente viene de emerger, y de ahí viene también emergencia.
Usemos el ejemplo de los países. Se denomina emergentes a aquellas naciones que muestran señales de que crecerán económicamente mucho más que otros que son de algún modo similares.
Otra forma de decirlo es que las startups son negocios escalables, es decir, que tienen el potencial de alcanzar una mayor escala rápidamente.
Hay muchas startups famosas. Uber es la más conocida. También están Airbnb o DiDi. Esas empresas en muy poco tiempo han alcanzado un tamaño enorme. A las más grandes y exitosas se las denomina unicornios. Obviamente, todas las startups quieren ser el próximo unicornio.
Si una empresa pequeña y naciente no tiene esa característica, pues es simplemente una pyme. Es básicamente la tasa de crecimiento lo que separa una pyme de una startup.
Distinguir una de otra implica sutileza. Si recuerdan, hablamos de potencial. Ésta es la palabra clave. Hago hincapié en esto porque la calificación se pone cuando la empresa está en ese proceso de crecer. Si ya es grande, ya no es una startup.
Es como en los artistas. Si ya se hizo famoso, pues no es un nuevo valor o una revelación o una promesa. ¿Cómo identificar entonces el potencial de una empresa si aún no puedes observar el desempeño real que puede alcanzar? Justo como en los artistas: si aún no puedo observar la tasa de crecimiento real que tendrá, ¿en qué debo poner mi atención?
Detrás del potencial hay tres elementos observables:
- El concepto.
- Los creadores o el talento que respalda a la empresa.
- El modelo de negocio (¿cómo hará dinero?).
Estos elementos deben hacer que les sea mucho más fácil crecer si se compara este modelo de empresa con uno tradicional.
Las startups que alcanzaron crecimiento gigante crearon a su paso otra cosa: millonarios.
Sí, esos millonarios son los fundadores o aquellas personas que invirtieron en estas empresas, es decir, literalmente inversionistas.
Como el concepto, los creadores y el modelo deben ser elementos atractivos, que atraigan inversión. De hecho, se ha creado todo un mercado alrededor de la aportación de inversiones a este tipo de emprendimientos. Y es que hay un factor detonante: la tecnología.
Concluyamos, al menos por ahora, con esta idea: la evolución tecnológica, la disponibilidad de herramientas que apenas hace unos años eran inimaginables es lo que abre la posibilidad de que, con los tres elementos mencionados y un buen respaldo económico, un proyecto revolucione la manera en que hacemos algo y pueda tener una escalada gigante.