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La enfermedad de complacer

Charlemos seguros

El asegurador

 

Andrea se encontraba en una disyuntiva en su vida: era directora de Marketing en cierta  empresa importante de tecnología y  tenía una trayectoria amplia y reconocida en el sector; al mismo tiempo estaba estudiando una especialidad en desarrollo humano,  y su sueño era  dedicarse a dar terapias por la mañana y convivir con  sus hijos por la tarde, lo que implicaba abandonar el trabajo en aquella organización. 

No obstante, el peso de la opinión de su esposo y otros compañeros de trabajo  la hacían dudar a la hora de   decidir si dejaba la empresa o echaba por la borda  su sueño. En alguna sesión de coaching me expresó: “Para mí  es muy importante la opinión de los demás. Creo que no debería independizarme, ya que la gente que me quiere opina que no sería exitosa en ese esquema, y me parece que lo dicen por mi bien. Estoy  mal, ¿verdad?”.

La solución a algunos problemas no radica en las respuestas que encontremos,  sino más bien en la agudeza para formular  la pregunta. El dilema aquí no está establecido en responder a la interrogante: “¿Estoy  mal?”, sino  en comprender dos aspectos importantes: 

  1. ¿Por qué necesitamos la aprobación de los demás?

 Hay algunas causas posibles:

a) A lo largo de la historia se ha  hecho una serie de experimentos que avalan la importancia de la opinión de los demás sobre nosotros, la presión que incluso puede ejercer el factor social en nuestra toma de decisiones.

b) Tal es el caso del experimento de Solomon Asch, el cual consistía en sentar a ocho  participantes a  una mesa y mostrarles al mismo tiempo  la siguiente figura:

El experimento consistía en  preguntarles cuál era la línea vertical igual a la muestra. Siete de los participantes se habían puesto  previamente de acuerdo para seleccionar la línea incorrecta  (la línea 1), y el participante restante, al escuchar la respuesta de los demás, acomodaba su impresión y mencionaba la misma línea incorrecta, sabiendo que era un   error evidente, porque la correcta era la línea 3.

Otro dato interesante es que científicos suecos descubrieron que basta con que una o dos personas comiencen a aplaudir  para que la gente que está alrededor sienta la presión social de seguirlas en esa acción.         

c) De la misma manera,  la preferencia por pertenecer a grupos surge  porque en la medida en que nos acoplemos  a una colectividad   menos posibilidades tendremos  de  ser criticados o enfrentados.    Está comprobado que el impacto que genera en nosotros una crítica en comparación con  la repercusión que produce un halago es diametralmente  distinta: la  hormona del estrés (cortisol), generada  por una crítica, dura en el torrente sanguíneo 60 minutos; mientras que la oxitocina de un halago permanece sólo cinco minutos.    Por esta razón  es común  que, cuando recibimos una retroalimentación, por más datos positivos que nos ofrezcan  nuestra atención se dirige a analizar  con mayor detenimiento el juicio negativo  que emitieron sobre  nosotros.

  1. ¿Cuándo la aprobación se convierte en una enfermedad?

Sentirnos queridos y aprobados  es una necesidad real;  sin embargo,  esto se convierte en dificultad cuando lleva a la anulación de la individualidad y se invalida el pensamiento crítico independiente;    por ejemplo:

  • Cuando no se sabe  decir no; existe sumisión y sacrificio constante hacia los demás.

No hay claridad en las  afirmaciones propias; quienes están en esa condición  hacen oídos sordos a sus propias necesidades y las anulan con el objetivo de ser aceptados por los otros.

Hay en estas personas una carencia  de valentía para expresar lo que realmente pretenden;  pueden guardar silencio ante sus necesidades por dos razones:

  • Piensan que molestan a los demás si expresan necesidad de ayuda. 
  • Se consideran omnipotentes para la resolución de diferentes problemas.
  1. Cuando las  emociones propias dependen de lo que opinen  los demás. Un  gerente me decía: “Me fue muy bien en mi proyecto porque todos me felicitaron”.  Cuando el indicador de éxito se basa  únicamente en la opinión de los demás, el autoconcepto se ve restringido y principalmente amenazado.
  2. Cuando se actúa  inconscientemente desde recuerdos de la infancia: si se tuvieron padres exigentes o indiferentes, es probable que la búsqueda de aceptación sea obstinada por conseguir la valoración de los demás.

Conclusiones

Buscar la aceptación de los demás  es un deseo natural; querer pertenecer, ser aplaudido por los demás tiene una lógica y es común.

Lo que sale de la norma es frenar decisiones personales por mantener la aceptación de los demás, o recibir las críticas ajenas como un dogma de fe, cuando son sólo opiniones, no hechos fehacientes.

Si necesitas ánimos o alabanzas, terminarás por convertir a todos los que te rodean en tus jueces.

Woody Allen expresó: “No sé cuál sea la clave del éxito, pero la del fracaso consiste en tratar de complacer a todo el mundo”.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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