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- Así lo señana Banco Mundial en un informe divulgado en enero
- Mas el potencial de crecimiento futuro genera inquietud, advierte
Según el Banco Mundial, el crecimiento de la economía global se acercará a 3.1 por ciento en 2018, después de un 2017 mejor de lo previsto, dado que continuará la recuperación de la inversión, las manufacturas y el comercio, y las economías en desarrollo exportadoras de productos básicos se beneficiarán con el alza en los precios de dichos productos.
No obstante, estos cambios se consideran en gran parte una mejora de corto plazo. En el largo plazo, la desaceleración del crecimiento potencial (que refleja la rapidez con que una economía puede expandirse cuando la mano de obra y el capital se utilizan a plena capacidad) pone en riesgo los avances logrados en los niveles de vida y la reducción de la pobreza en todo el mundo, advierte el Banco Mundial en su informe Global Economic Prospects (Perspectivas económicas mundiales), de enero de 2018.
Se espera que en las economías avanzadas el crecimiento se modere ligeramente hasta ubicarse en 2.2 por ciento en 2018, a medida que los bancos centrales eliminen de forma gradual las iniciativas adoptadas después de la crisis y el repunte de las inversiones se normalice. En los mercados emergentes y las economías en desarrollo en su conjunto, el crecimiento se consolidará hasta alcanzar el 4.5 por ciento en 2018, dado que la actividad de los países exportadores de productos básicos continuará recuperándose.
“Esta amplia recuperación en el crecimiento mundial resulta alentadora, pero no es momento de adoptar actitudes complacientes”, afirmó Jim Yong Kim, presidente del Grupo Banco Mundial. “Es una gran oportunidad para invertir en capital humano y físico. Si los responsables de diseñar políticas de todo el mundo centran sus esfuerzos en estas inversiones clave, podrán incrementar la productividad de sus países, fomentar el crecimiento de la fuerza laboral y acercarse a los objetivos de poner fin a la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida”.
Se estima que 2018 será el primer año, desde la crisis financiera, en que la economía mundial funcionará cerca de su plena capacidad. En vista de que se espera que el potencial de crecimiento disminuya, los responsables de diseñar políticas deberán mirar más allá de los instrumentos monetarios y fiscales que se utilizan para estimular el crecimiento en el corto plazo y analizar la implementación de iniciativas que permitan impulsarlo en el largo plazo.
La desaceleración del crecimiento potencial es el resultado de años de escaso aumento de la productividad, inversiones insuficientes y envejecimiento de la fuerza de trabajo mundial. Esta desaceleración es generalizada, y afecta a un conjunto de economías que representan más de 65 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial.
Si no se procura revitalizar el crecimiento potencial, este declive podrá extenderse durante la próxima década y reducir el crecimiento mundial promedio en un cuarto de punto porcentual, y el de los mercados emergentes y las economías en desarrollo en medio punto porcentual durante ese periodo.
“El análisis de los factores que provocan la desaceleración del crecimiento potencial pone de relieve el hecho de que tenemos herramientas para afrontarla”, señaló Shantayanan Devarajan, director sénior de Economía del Desarrollo del Banco Mundial. “Las reformas que promueven salud y educación de calidad y que mejoran los servicios de infraestructura pueden impulsar significativamente el crecimiento potencial, en particular en los mercados emergentes y las economías en desarrollo. Sin embargo, algunas de estas reformas encontrarán resistencia en ciertos grupos políticamente poderosos. Por eso es tan importante difundir y presentar de forma transparente toda esta información acerca de los beneficios que generarán para el desarrollo”.
El panorama aún presenta riesgos adversos. El endurecimiento abrupto de las condiciones internacionales de financiamiento podría truncar la expansión. Asimismo, el incremento de las restricciones al comercio y la intensificación de las tensiones geopolíticas podrían minar la confianza y perjudicar la actividad. Por otro lado, varias economías importantes podrían registrar un crecimiento mayor de lo previsto, lo que extendería aún más el repunte mundial.
“En vista de que las tasas de desempleo vuelven a ubicarse en los niveles anteriores a la crisis, y dado que el panorama económico se muestra más auspicioso tanto en las economías avanzadas como en el mundo en desarrollo, los responsables de diseñar políticas deberán analizar nuevos enfoques que permitan sostener el impulso del crecimiento”, afirmó Ayhan Kose, director del Grupo de Análisis de las Perspectivas de Desarrollo del Banco Mundial. “Específicamente, resulta imperioso implementar reformas para incrementar la productividad a medida que se intensifica la presión sobre el crecimiento potencial provocada por el envejecimiento demográfico”.
En el informe de enero de 2018 sobre las perspectivas económicas mundiales, además de analizar la evolución de la economía en el plano mundial y regional, se examina en detalle el crecimiento potencial de las seis regiones en las que trabaja el Banco Mundial, las enseñanzas extraídas del derrumbe de los precios del petróleo registrado entre 2014 y 2016 y el nexo entre el aumento en el nivel educativo y las habilidades de la población y la reducción de las tasas de desigualdad en mercados emergentes y economías en desarrollo.