La COVID-19 saca a flote las desigualdades sociales en México

El Asegurador

 

La crisis originada de la pandemia por COVID-19 ha puesto al descubierto las desigualdades sociales a las que se enfrenta el mundo, sobre todo en países tercermundistas como México, donde la probabilidad de recibir atención médica de calidad se reduce de forma notable para los habitantes de lugares con mayor concentración de pobreza y por tanto, más expuestos a la muerte.

Asimismo, algunas de las razones por las que una enfermedad como la causada por el virus SARS-CoV-2 vulnera de forma más radical a la población hablante de lengua indígena en México -que actualmente es de alrededor de 7.2 millones de personas- son:

  • Explotación económica que los mantiene en niveles de pobreza y los impulsa a la migración.
  • Marginación social de los sistemas de salud y educación adecuados.
  • Subordinación política y cultural que les impide ejercer sus derechos colectivos como pueblos.
  • Discriminación.

Así lo detalla información difundida dentro del artículo Impacto de los determinantes sociales de la COVID-19 en México, realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el cual destaca también que la enorme desigualdad social, la alta prevalencia de enfermedades crónicas y la poca capacidad de respuesta institucional para el cuidado de la salud antes y durante la pandemia son prioridades que deben ser atendidas de inmediato si se piensa en el desarrollo de nuestro país.

La investigación plantea que se necesita contar con más información desmenuzada de cada nivel socioeconómico, para establecer asociaciones contundentes entre los determinantes sociales de la salud y la enfermedad de coronavirus y así poder actuar lo antes posible en su contra. Aunque la falta de condiciones sanitarias dentro de grupos vulnerables son muy evidentes, esto ha provocado que la crisis tenga un mayor impacto negativo.

Hasta ahora -junio de 2021- a poco más de un año del surgimiento del virus SARS-CoV-2, en el mundo se registran más de 174 millones de personas portadoras de la enfermedad y más de 3,700,000 decesos. De dichas cifras,  más de 2,400,000 casos positivos corresponden a México, que suma además 229,100 fallecimientos, colocando a nuestro país en el decimoquinto lugar con más contagios a nivel mundial y el cuarto en número de muertes. 

Aunado a los grupos vulnerables como la población indígena que ya se mencionó, en México la desigualdad social incluye también a grupos mayormente expuestos a la enfermedad como personas con carencias de servicios de salud y económicas, hacinamiento, problemática familiar, insalubridad en la vivienda y el ambiente, inseguridad social, discriminación y trabajos que requieren realizarse de manera presencial -como empacadores, agricultores, atención médica, etcétera-, junto con enfermos de hipertensión, diabetes, obesidad, inmunosupresión o tabaquismo.

El artículo señala que durante el primer año de la pandemia por COVID-19, las comorbilidades más comunes de contagio y fallecimiento, respectivamente, fueron: hipertensión, con 17 y 45 por ciento; obesidad, con 15 y 22 por ciento; diabetes, con 13 y 37 por ciento; tabaquismo, con 7 y 8 por ciento, y otras enfermedades como las cardiovasculares, con 8 y 16 por ciento.

Finalmente, la investigación de la UNAM apunta que 92 por ciento de las muertes por coronavirus en México se ha producido en una institución pública, mientras que dentro de instituciones médicas privadas solamente hay un registro de 2 por ciento de fallecimientos.

Afirma además que solo 25 por ciento del total de contagios recibió atención hospitalaria, lo que expone -sumado a las problemáticas ya señaladas- la necesaria llamada de atención hacia las autoridades correspondientes para poder hacer algo en este frente si se desea no solo luchar contra esta pandemia sino el futuro próspero de una población como la mexicana.

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