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La banca en el país

A riesgo propio

Por: Bernardo Olvera Bolio

LA BANCA QUE OPERA EN EL PAÍS (mexicana o no) se reunió este mes en su junta anual. Temas diversos se trataron ahí, aunque de lo más trascendente fueron dos: el primero que tiene que ver con las ganancias históricas de la banca, históricas y muy jugosas: cacareando el huevo, vamos. El segundo tema de trascendencia fue el abrazo cariñoso que el ser del Palacio Nacional les obsequió, sumamente halagador… si yo fuera la banca, me preocuparía. Un gran reconocimiento precisamente por lo que ellos presumieron -las ganancias históricas, y con un texto digno de la mayor preocupación “los felicito… sigan haciendo negocio… pero eso sí: limpios…”

SI SE PUSIERA usted a analizar despacio el resumen del mensaje; esto es, las tres frases destacadas arriba, encontraría un sinnúmero de significados; la mayoría dignos de preocupación. A esto se le puede agregar el tono en que fue entregado tal mensaje. Si encuentra usted una grabación o -mejor, un video del mismo, podrá identificar el estilo de mensajes “amables” que posteriormente se vuelven ataques al que primero se aduló. Así el asunto.

Y DESDE LUEGO, CABE destacar otra parte que se decanta de lo tan presumido y cacareado. Esta es una cuestión que tiene décadas y que, con el tiempo, lejos de mejorar empeora, un punto que los mexicanos ya tienen hasta olvidado a fuerza de que el propio sistema financiero dio muerte: el ahorro. En México la banca hace de todo -bueno o malo, pero es lo que hay, lo único que no hace con relación a los banqueros de muchas otras latitudes es fomentar el ahorro. Si alguien tiene previsto ahorrar en el banco, merece una carcajada  una carcajada, seguida de un sentimiento de compasión -te van a ver la cara.

PUES CÓMO NO, si hoy por hoy, y desde hace lustros, no existe un solo banco que ofrezca una tasa de rendimiento que supere la inflación. Las mejores ofertas de los bancos tienen una característica visible, mientras más alto es el capital involucrado, mayor el premio; esto es lo usual, eventualmente a mayor plazo también mejor tasa. Pero, independientemente de un adecuado largo plazo y un jugoso monto, no se alcanzará una tasa que por lo menos iguale la inflación.

ASÍ QUE EL PEQUEÑO ahorrador -esta expresión es una mera figura, no tiene manera de intentar siquiera que su patrimonio mejore aunque sea un poquito. Dicho de otra manera, a nadie, dentro de la banca formal, le interesa promover el ahorro. El “pequeño ahorrador” (que en realidad se debiera llamar el ahorrador en pequeño) es una entidad invisible para los bancos. Y esto se ha dado durante tantos años, que esa entidad ya casi no existe. Las intenciones de ahorro persisten en unos cuantos, el desencanto inmediato acaba con ellas.

ENTONCES EL PÚBLICO PIENSA en invertir, que no es lo mismo que ahorrar. Pues estamos peor, las grandes inversiones y/o los grandes inversionistas no pasan de quinientos mil mexicanos. Todos los demás no alcanzan los montos necesarios para grandes inversiones; no en el banco, pues. Así que quedan pocas opciones: invertir en negocios pequeños (un taxi, un puesto, un taller de maquila, una cocina, etc.) o la compra de CETES. Estos instrumentos (no me vayan a salir que es un triunfo de la 4t), que se crearon por ahí de 1978 con el presidente Miguel de la Madrid, pero con el consejo de un personaje en esos momentos no muy visible: Carlos Salinas de Gortari, son una forma -la más clara, de apoyar al desarrollo del país ya que apuntalan desde una importante masa crítica de “ahorradoras” a las inversiones públicas. Si usted quiere apoyar en algo a la economía nacional, la forma directa de hacerlo es a través de CETES, que tienen una gran ventaja: dan una tasa de rendimiento mayor que la inflación.

DE TAL FORMA que si usted quiere apoyar a la economía y verse beneficiado, ahí está el instrumento. Por supuesto, si usted quiere esperar a que alguien confiable esté encabezando al país, será totalmente comprensible.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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