México se ha perfilado históricamente como uno de los mercados más atractivos para invertir en América Latina;  aunque la reciente ralentización de su economía ha activado alarmas en el seno del empresariado privado, tanto nacional como extranjero, ocasionando que los capitales adopten una postura mucho más conservadora en  relación con su intención de operar en este país.

Revista Mexicana de Seguros y Fianzas conversó con Álvaro Salamanca Villegas, CEO Oficina de Representación en México de Liberty Mutual Insurance Company, para palpar el   clima actual de negocios que impera y conocer las consecuencias directas y colaterales que podrían incidir en el engranaje del sector asegurador mexicano.

A continuación, la charla con Salamanca Villegas, un conocedor de origen colombiano con más de 30 años de experiencia en seguros, reaseguro, administración de riesgos y atracción de inversiones, quien descarta que México haya perdido su encanto para captar capitales de otras latitudes. 

En tal sentido, afirma, las particularidades geográficas, regulatorias e industriales son las principales razones por las cuales este país sigue siendo el mercado referente en la región cuando una compañía extranjera desea expandirse y obtener retornos de inversión a largo plazo.

¿Cuáles fueron las circunstancias  que lo motivaron a apostar por el mercado asegurador mexicano en materia de atracción de capitales?

Con base en  la experiencia que acumulé en Colombia, y luego de aterrizar en México y tener varios años de conocer este mercado, identifiqué como una oferta de valor atractiva la posibilidad de ser el puente para que una aseguradora extranjera vire su atención hacia  el país, considerando que en muchas ocasiones no es fácil obtener rendimientos positivos cuando se opera en mercados como Estados Unidos o el continente europeo.

Una de las principales diferencias que tiene México respecto a   países como los de Norteamérica o Europa es que esas latitudes, al ser economías maduras, tienen un  crecimiento limitado, además de que existen marcos regulatorios bastante exigentes para los inversionistas. De ahí que, si lo que se busca  como aseguradora es expandirse, el mercado mexicano es el ideal.

La particularidad de México es que posee  un territorio muy extenso y variable; es decir, tiene una dispersión de riesgo muy amplia. Por ejemplo, en el caso de un huracán, este tipo de eventos no afectan a todo el territorio;  por lo tanto, las primas que se dedican al riesgo catastrófico van a recibir una inyección mayor de recursos de otros lugares que no se ven salpicados por esta exposición.

Con base en su experiencia, y desde la  perspectiva de las inversiones, ¿qué diferencias existen entre el mercado mexicano y el resto de Latinoamérica?

En extensión geográfica y poblacional, México se ubica como el segundo país más grande de la región. Por ende, es un mercado amplísimo. Por supuesto que Brasil es  el gigante de Latinoamérica; sin embargo, presenta dos escollos de importancia: el idioma y el hecho de contar con un mercado asegurador mucho más regulado que el  mexicano.

Es indubitable que México cuenta con un marco normativo exigente;  pero, en comparación con la regulación que existe en Brasil, aquí se pueden llevar a cabo prácticas que en la nación suramericana son imposibles. En definitiva, entrar en  territorio brasileño es mucho más difícil, sobre todo desde el punto de vista de la inversión de capital extranjero.

El capital que se requiere en México no es tan elevado debido a que, como aseguradora extranjera, se pueden  compartir los riesgos con la casa matriz por medio del reaseguro. Por lo tanto, los niveles de inversión pueden no ser  tan grandes, y la posibilidad de crecer de forma sostenida no es descabellada.

En Brasil sucede todo lo contrario, puesto que hay mucho  más limitaciones en cuanto al nivel de reaseguro que se le puede ofrecer a la  casa matriz. Incluso hubo una época en la que nada más se podía compartir 20 por ciento de los riesgos; por lo tanto, se hace un poco más costoso establecer una aseguradora en territorio brasileño, y  más aún crecer.

Las contracciones económicas han sido frecuentes en Latinoamérica. ¿Cómo  ha influido este factor para que México no pierda su atractivo pese a los históricos baches financieros?

A pesar de varios episodios de desaceleración económica, México no ha dejado de crecer. Además, este país tiene muchos aspectos que lo convierten en un mercado muy resiliente, a diferencia del resto de Latinoamérica. La razón principal es que dejó de ser un exportador de commodities (materias primas o bienes primarios) y se convirtió en un exportador de productos manufacturados sofisticados.

Si evaluamos que Colombia exporta flores y café,  Chile frutas y cobre y Argentina carne vacuna, nos damos cuenta de que éstos son productos dependientes de un mercado internacional en el que existe una oferta y demanda específica; es decir, son commodities.

A diferencia de esta realidad, México se dedicó durante los últimos años a desarrollar un aparato industrial bastante amplio, que sin duda   tiene un componente muy grande de exportación, por encima de lo que Latinoamérica en su conjunto logra exportar. 

Éstas  son las razones que han permitido que este país aumente cada vez más su capacidad de resiliencia ante los cambios económicos que azotan a los mercados, y es esto, en definitiva, lo que busca un inversionista extranjero; o sea,  que su capital arroje rendimientos positivos a largo plazo y que exista un estado de derecho que no ponga en riesgo su patrimonio.

Por momentos, es incuestionable que el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) parece poner en entredicho el estado de derecho que usted menciona.  ¿Representa esta postura un riesgo para las inversiones?

El discurso del presidente AMLO no representa una amenaza para el  estado de derecho. Incluso la apreciación desde el extranjero es similar; por lo tanto, solamente estaríamos hablando de un clima de incertidumbre.

Vale decir que el mercado financiero global reacciona con base en la  certidumbre, que no es otra cosa que la capacidad que se tiene para predecir los eventos futuros. Entonces, si la incertidumbre se roba los reflectores, evidentemente los inversionistas preferirán abstenerse.

Aunque el  enrarecido clima   de la economía mexicana hace dudar al inversionista extranjero, ¿cuál sería  la postura que deben asumir las compañías de seguros que evalúan aterrizar en el mercado mexicano?

Lo que se escucha en el seno del sector financiero es que, aunque algunas decisiones parezcan preocupantes, debido al tamaño de la economía mexicana ese clima enrarecido no   hace mella en ésta. Insisto en que el principal valor que tiene México frente a otros mercados de la región estriba en su diversificación en materia de exportaciones.

Coloquemos como ejemplo la situación de Venezuela. Allá  el ingreso del país proviene del petróleo, que además es controlado por el Estado. En cambio, si consideráramos este  producto en específico para México, veríamos que el oro negro representa solo 3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB); por lo tanto, reitero que la economía de México se sostiene gracias a la confección de productos manufacturados que otorgan un valor agregado y que se distribuyen en mercados desarrollados, como el de Estados Unidos.

Todo este andamiaje privado hace que México ya no sea comparable con economías como la venezolana, que  está completamente acabada porque durante décadas no ha logrado edificar nuevas industrias y además todo es controlado por el Gobierno.

Bajo las actuales condiciones que ofrece México, ¿cuál debe ser la actitud de los aseguradores que están operando en el país para no ver afectada su inversión?

La industria aseguradora mexicana tanto local como de origen extranjero debe cambiar de forma radical. Actualmente, el servicio carece un poco de agilidad, ya que la atención de siniestros es muy compleja; por lo tanto, la experiencia del consumidor no es la más satisfactoria que se puede encontrar.     

De igual forma, el sector acusa importantes rezagos  en materia de innovación y evolución tecnológica. Pienso que los principios y visión  de las compañías deben mutar y dejar de ver toda esta coyuntura como una amenaza. En concreto, para cambiar hay que dar un paso al frente y entender los nuevos gustos y necesidades del consumidor.

El sector debe apostar por la sensibilización. Bajo esta postura, la industria podría   confeccionar coberturas que convivan armónicamente con las disposiciones del ente regulador. Pienso que la industria tiene que centrar su atención en  un enfoque mucho más social, de manera que se diseñen instrumentos que otorguen un beneficio palpable para los estratos más vulnerables. En ese punto, creo que tenemos mucho que  aportar.

La verdad  es que seguimos estancados en una estructura retrógrada en algunos segmentos. Además, continuamos operando bajo una cadena de valor que es completamente manual; por esa razón, nuestra infraestructura lamentablemente no es la ideal para que se cree una cobertura ventajosa a un precio accesible y atractivo.

La coyuntura que experimenta el sector asegurador en este momento debido a la transformación de la sociedad como consecuencia de la irrupción de nuevas generaciones y   las particularidades de una población como la mexicana nos orillan como industria a apostar por los canales digitales.

Existen las herramientas pertinentes para que la asesoría, contratación y atención del siniestro se realicen  mediante un dispositivo móvil, y es necesario que se promueva ya un uso intensivo de tales procesos porque el usuario solo desea una experiencia ágil, desde la comercialización hasta la reclamación. En resumidas cuentas, tenemos que evolucionar como industria.

¿Qué le depara a la industria aseguradora si no hay un golpe  de timón en la estrategia?

Hay que perderle el miedo a la transformación digital y al cambio generacional. Hoy en día  debemos asimilar que con tan solo ingresar un correo electrónico a través de una app se puede suscribir un riesgo y luego emitir una póliza.

Resulta  imperativo   que en el sector nazca el Uber de los seguros,   con el objetivo de que se experimente una revolución verdadera  que cambie de forma radical la operación en las compañías.

Por otro lado, el sector asegurador debe estar atento a las nuevas condiciones que arroja el ciclo económico internacional. En tal sentido, esto va más allá del gobierno en turno; de ahí que existan  ciertos factores que son dictados por los mercados extranjeros y que repercuten en las políticas de suscripción locales.

Actualmente, el mercado experimenta un endurecimiento, es decir,  que los precios toman una dirección ascendente. Frente a esta realidad, la industria mexicana debe apostar por coberturas que tengan un matiz de protección  social. Por lo tanto, habría que esforzarse por instrumentar pólizas redactadas con un lenguaje sencillo para que la sociedad las perciba como instrumentos financieros accesibles y amigables.           

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