Estamos terminando el año 2021 con gran vigor, inmersos en una economía que parece ir recuperando sus bríos y volviendo, dentro de lo que cabe, a la normalidad que existía hace apenas un par de años, antes de que pegara de lleno en México la crisis sanitaria derivada de la aparición de la COVID-19.
Y en estos días encontré mucha información, pero no solamente de la pandemia que vivimos, y cuyas variantes parecen no tener fin, sino de la gran pandemia que precedió, a principios del siglo pasado, en febrero de 1918, para ser exactos, y de la que se calculan las defunciones en alrededor de 500,000 mexicanos (una de varias coincidencias con la época actual, ya que ése es el número de defunciones que se esperan en cifras oficiales para esta crisis).
Es curioso, pero hay una gran similitud entre lo sucedido en 1918 y lo que vivimos a principios del 2020: desde el número de muertes, como mencioné, hasta la actuación del Gobierno frente a la emergencia, solo que, después de más de 100 años de la gripe española que azotó a nuestro país en 1918, se esperaría alguna enseñanza que permitiera un mejor control de la curva de contagios.
Resulta que la pandemia de gripe española de 1918 tomó a nuestro país en una etapa de inestabilidad política, tal como la vivimos ahora, aunque por motivos diferentes, con un presidente que no se caracterizaba por su sapiencia (Venustiano Carranza, el presidente de la época, era más bien un tipo soberbio y terco, también parecido en carácter al jefe de Estado actual) y cuya primera reacción a la emergencia fue negarla, a pesar de que, cuando se solicitó su intervención, ya habían fallecido más de 20,000 coahuilenses (tierra natal de Carranza); y muchos de nosotros tenemos aún fresco el recuerdo de las palabras de nuestro presidente, que invitaba a la gente a abrazarse y a no hacer caso de rumores, tan solo unos días antes de que se declarara oficialmente la emergencia.
Al igual que el mandatario actual, don Venustiano Carranza decidió aceptar públicamente que el país tenía un grave problema de contagios cuando la epidemia tocó la puerta de la capital mexicana, por ahí de mayo de 1918, y cuando era ya irreversible la tendencia en la curva de contagios.
La gran diferencia que encuentro entre la situación que se vivió hace 100 años y la que se vive actualmente es que ahora la sociedad cuenta con el apoyo del sector asegurador, que ha pagado oportunamente las reclamaciones y que, a pesar de que ya se considera el siniestro más costoso en la historia del seguro mexicano, jamás ha bajado la guardia en apoyo de la sociedad; incluso implementando una cobertura solidaria que pagó indemnizaciones por defunción a las familias del personal médico que apoyó en primera línea a los infectados, y todo ello sin que existiera una póliza de por medio.
Hay motivos de peso para sentirnos orgullosos de nuestra industria y para reconocer la gran aportación social que ha mitigado los daños provocados durante los días más críticos de la emergencia sanitaria.
Después de todo, el futuro luce halagador. Y digo esto porque en días recientes también he tenido la oportunidad de conocer a un par de jóvenes emprendedores que han utilizado su conocimiento en temas de medicina y administración para encontrar excelentes opciones que acerquen el cuidado de la salud a un gran número de mexicanos que, de otra manera, no tendrían acceso a servicios de salud privados.
Ellos son Roberto Riestra, médico; y Pablo Aguirre, administrador de empresas, quienes hace algunos años, de hecho antes de la declaración de la pandemia, fundaron Meddi, una insurtech que agrupa varios servicios de Salud y Gastos Médicos a un precio accesible para la mayoría de los bolsillos y, sobre todo, al alcance de la mano de las personas, pues utilizan la tecnología de los smartphones para cumplir su propósito.
En realidad, ya tuve el gusto de tenerlos de invitados en el Charlemos Seguros del mes de octubre, y me quedé sorprendido por la claridad de sus ideas y el empuje que tienen para sacar adelante su emprendimiento, que a la fecha cuenta ya con 30,000 suscriptores y continúa acumulándolos a un ritmo muy acelerado.
Entre las coberturas que ofrecen en su aplicación se incluye el Indicador de Bienestar, que funciona como auxiliar en la prevención de enfermedades; atención médica 360 grados, que da acceso a consultas de primer contacto, a especialistas y a telemedicina, incluyendo los medicamentos que sean necesarios y los estudios de laboratorio; y, finalmente, para brindar tranquilidad al usuario, una cobertura de Gastos Médicos Mayores, ofrecida por una aseguradora líder en el segmento, que comienza a cubrir una vez que, por algún accidente o enfermedad, el usuario ha perdido la salud.
En lo personal, les deseo mucha suerte a ambos, en especial a Roberto, quien ha sido mi compañero de bastón en alguna ocasión en el campo de golf y que además de haber fundado Meddi es un tipo de magníficas ideas y siempre inquieto respecto a nuevos emprendimientos, lo que lo ha llevado a aparecer, junto con Pablo, su socio y CEO de la firma, en la portada de la revista Entrepreneur, al lado de grandes personalidades relacionadas con temas de emprendimiento empresarial.
Es entonces, mis estimados amigos, el tema de insurtech el futuro de los servicios de salud, que constituirá el alivio de muchas familias mexicanas que de otra manera no podrían acceder a servicios privados, en un país donde los servicios públicos están saturados y cada vez menos apoyados por un Gobierno que nos prometió un sistema de salud parecido al del primer mundo europeo pero que en los hechos no cumplió, pues esa infraestructura se encuentra cada vez más deteriorada.
Deseo para todos ustedes unas muy felices fiestas navideñas, y nos leemos en enero para que Charlemos Seguros respecto a todos estos temas que nos interesan de nuestra querida industria aseguradora.