Los fenómenos climáticos que han causado dolorosas repercusiones catastróficas, como las inundaciones de Malawi y Pakistán; los terremotos en Türkiye y Siria, y el tifón Mocha en Myanmar son acontecimientos que deberían traer a escena a nivel global a las mujeres, a las personas discapacitadas, a los pueblos indígenas y a otros grupos marginados que participan activamente en el fortalecimiento de la resiliencia frente al cambio climático y los peligros naturales, quienes poseen conocimientos singulares, y que, sin embargo, con frecuencia son ignorados.
Opinan lo anterior Zoe Elena Trohanis, especialista principal en gestión del riesgo de desastres, y Susan Blaustein, fundadora y directora ejecutiva de WomenStrong International, quienes subrayaron que los grupos sociales señalados, a menudo han sido excluidos de las actividades dirigidas a reducir el riesgo de desastres, lo cual consideran que ha sido un error, ya que ellos pueden compartir sus conocimientos, hasta ahora desaprovechados, con los equipos que trabajan en la primera línea de respuesta, de modo tal que, en conjunto, se logre salvar un número mayor de vidas y se conozcan los medios de subsistencia.
De ahí que Susan Blaustein, representante de WomenStrong, una pequeña organización sin fines de lucro, y del Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR) del Banco Mundial, comparte cinco consejos para los Gobiernos y los expertos en desarrollo sobre cómo fortalecer la inclusión en la planificación de la gestión del riesgo de desastres:
1. Reconocer los conocimientos especializados que posee la comunidad local
Las mujeres han sido con frecuencia las primeras en llegar y las últimas en irse en las tareas de respuesta durante las emergencias. Sus conocimientos sobre los vecindarios en riesgo, los hogares vulnerables y las personas, permiten identificar necesidades críticas. Del mismo modo, las personas que viven con discapacidad y los ancianos saben cuáles son las áreas de sus pueblos o de sus ciudades por donde es más difícil transitar, y deberían ser convocados a participar en los ejercicios de relevamiento.
2. Integrar los conocimientos de las mujeres y otros grupos excluidos en la planificación y el diseño de la preparación y la respuesta ante emergencias
Las especialistas en mitigación de riesgos consideran que se debe invitar a las mujeres y a diversos miembros de la comunidad a que contribuyan en el relevamiento de las partes interesadas, la planificación de los emplazamientos y los procesos de toma de decisiones. Es necesario preguntarles qué elementos ayudarían a las poblaciones vulnerables a evacuar rápidamente o a refugiarse en el lugar, y tener en cuenta esos testimonios al planificar las rutas de evacuación, los refugios, las clínicas y los centros de apoyo, a fin de garantizar la seguridad y el bienestar de todos los miembros de la comunidad.
3. Involucrar, educar y movilizar de manera proactiva a los grupos tradicionalmente marginados
Muchos de los sobrevivientes de desastres son rescatados por sus vecinos. Si se les brindan plataformas digitales conectadas con las unidades de respuesta a emergencias, se puede amplificar su función. “Hemos visto cómo, gracias a esta movilización, se pueden detectar las necesidades urgentes y dirigir eficientemente los recursos hacia donde más se necesitan. Mediante programas de capacitación y de actividades de fortalecimiento de la capacidad, los miembros de los comités han adquirido conocimientos básicos de gestión de riesgos de desastres para guiar su trabajo”.
4. Pagar a las personas que contribuyen a planificar la gestión de riesgos de desastres
Todos los participantes deben ser remunerados por sus contribuciones. Para dejar en claro que valoramos los conocimientos locales y reconocemos la función esencial que desempeñan los residentes en la gestión del riesgo de desastres, los Gobiernos, las agencias de ayuda y otras partes interesadas pueden crear cuentas bancarias digitales para quienes participan en la planificación de dicha gestión y garantizar que todos reciban un pago por su tiempo y sus esfuerzos de manera segura y transparente.
5. Poner a las mujeres y a otras comunidades vulnerables en el centro de la respuesta tras los desastres y la planificación futura
Idealmente, la planificación inclusiva se extiende más allá del período inmediatamente posterior a un desastre, como muestra con claridad la experiencia de WomenStrong con su asociado Roots of Health. Su trabajo continúa: ahora están armando una base de datos a partir de las encuestas de hogares para ayudar al Gobierno provincial a lograr procesos inclusivos de recuperación y planificación de la gestión de riesgos de desastres.
En tanto miembros de la comunidad con conocimientos valiosos, las mujeres y otros grupos marginados deben ser incluidos en los análisis posteriores a los desastres para que puedan transmitir sus opiniones y comentarios a los Gobiernos locales, las organizaciones humanitarias y los socios para el desarrollo.
Los resultados, en términos de desarrollo, serán más sólidos cuanto mayor sea la participación de la población local, que tiene un sentido de pertenencia respecto de sus comunidades. Si involucramos activamente a los residentes en el proceso de evaluación y los incluimos en las iniciativas desde la etapa de planificación en adelante, podemos generar respuestas más eficaces, eficientes y compasivas frente a desastres futuros y construir comunidades más resilientes, concluyen Zoe Elena Trohanis y Susan Blaustein.