Informales

Charlemos seguros

El asegurador

Son muchos los informales en México, y no me refiero a los que llegan a las 9:30 h a la junta de las 9:00 h, con el resto de sus compañeros esperando, atenidos a la extraña cortesía mexicana de aguardar a que todos estemos juntos. Dales un poco de tiempo, que el tránsito está muy pesado.

No. De ésos no hablo. Me refiero a los informales que representan casi el 60 por ciento de los trabajadores en el país, cifra escandalosa que refleja que no pudimos hacer otra cosa después del desastre de los 12 años de Echeverría y López Portillo, mejor les damos placas de minitaxi o de pesero; y, claro, no hay problema en que invadan las banquetas con puestos de comida, chicles, chocolates, muéganos y alegrías. Mejor eso que propiciar un estallido social.

Las ciudades se depauperaron, y la calle, ese espacio que acepta a todos, se convirtió en el lugar de trabajo de la mayoría, sin seguro social ni prestaciones de ley, pero con diablitos, líderes que venden protección y mafias que explotan igual que los empresarios informales, mandando temprano a la calle (por supuesto) a sus huestes de muchachos en bicicleta y con canasta de pan, un envase de plástico con el café instantáneo y otro con el azúcar, para ubicarse en esquinas y otros lugares estratégicos y servir a la gran familia mexicana de los sectores C, D y E que no tienen dinero para ir a un lugar de comida corrida de 80 pesos, y menos para ir a un Vips de por lo menos 150 el paquete de platillo, sopa y arroz, y postre por quince pesos más. Tacos en la esquina, garnachas en el puesto o guisados sencillos en la camioneta de puerta lateral abierta para entregar comida y refresco y recibir los 30 o 40 pesos del menú, algo realmente económico.

Los dos tercios de la población que pertenecen a familias con ingreso menor a 15 000 pesos mensuales le buscan y le encuentran, eso sí. Pocos países existen donde la oferta surja tan rápido, así sean paraguas o plásticos, cuando ni temporada era; o refrescos para soportar el embotellamiento, con vendedores de cubeta salidos de quién sabe qué barranca cercana a la autopista de valla lateral y aparentemente sin acceso a nadie que no vaya a bordo de un vehículo.

Dice Marco Mares en su artículo escrito en El Economista del 27 de mayo de 2022 que esos informales constituyen el mercado al que, ahora sí, pretenden dirigirse las aseguradoras; y debe de ser cierto, pues Juan Patricio Riveroll Sánchez, hijo de Jack y nuevo presidente de la AMIS, ya dijo que el internet será la puerta mágica por la cual el sector podrá acceder a ese gran mercado, descubierto sólo por valientes multimillonarios, encabezados por Ricardo Salinas Pliego y su Elektra de abonos chiquitos para completar las tres veces en las que te vendo el electrodoméstico que tu madrecita necesita, no se te olvide que ya casi es 10 de mayo.

Si las aseguradoras ya están pensando en el mercado de los informales, debe de ser porque el mercado formal ya está atendido, el de los empleados que trabajan en las heroicas empresas que con sólo 40 % de los trabajadores generan tres cuartas partes del producto nacional bruto, un alarde de productividad, animados principalmente por la búsqueda del bienestar del que menos tiene y, sólo si se puede, la obtención de una pequeña utilidad que cumpla las expectativas de los generosos accionistas…

Esos privilegiados empleados de reparto de utilidades, aguinaldo e ingreso asegurado (aunque la empresa haya suspendido las labores presenciales debido a la pandemia) no es posible que no compren ya su seguro de Auto, con tantas opciones disponibles; su seguro de Casa, porque los terremotos no avisan; el de Gastos Médicos, porque en una de ésas nos pasa lo que al profesor Jirafales, que murió sin atención médica adecuada y endeudado con 500 000 dólares por no haber tenido en cuenta que las enfermedades y los accidentes no avisan y que ahí se va todo el patrimonio, tan duramente adquirido. Y al final, pero no por importancia sino por estricto orden alfabético, el seguro de Vida, que todavía somos jóvenes; y, si algo pasa, Dios no lo quiera, quién va a ver por esposa e hijos pequeños, que no es cosa de que dejen a la mitad los estudios.

La dura realidad, comentada en diferentes ocasiones, es la baja penetración del seguro en México. Para verlo desde una perspectiva diferente, hablemos únicamente de la economía formal. Dividiremos la cifra de penetración oficial entre 0.4 para obtener un estimado de la penetración del seguro entre aquellos que reciben el sueldo de una empresa registrada, cotizan en el seguro social y efectúan aportaciones a su afore.

En el seguro de Autos, de acuerdo con la información proporcionada por la AMIS, la penetración del seguro es de 30 por ciento. Tres de cada 10 automóviles cuentan con el seguro de este ramo; y, cuando calculamos la penetración en el sector formal, encontramos que 75 por ciento o tres de cada cuatro automóviles de los Godínez, muy formales ellos, están asegurados.

En el seguro de Gastos Médicos, la cosa no pinta bien, pues aun considerando sólo a los formales, la penetración es únicamente de 20 %. Uno de cada cinco mexicanos con quincena, pastel de cumpleaños y fiesta de Fin de Año compra un seguro de Gastos Médicos. Es claro que no es sólo un tema de tener un sueldo seguro y prestaciones, sino que además dicho ingreso sea suficiente para pagar renta, comida, transportes y, además, un seguro privado de Gastos Médicos. Muy pocos pueden adquirir lo que se ha convertido rápidamente en un lujo, destinado a muy pocos.

En el seguro de Vida, de acuerdo también con información proporcionada por la AMIS, la penetración de 15 por ciento se transforma en 38 por ciento. Ya se ve un poco mejor. La cifra, sin embargo, se ve influida por la obligatoriedad de contratar un seguro cuando obtenemos un crédito hipotecario.

En la calle de la amargura está el seguro de Casa Habitación: aun cuando una de cada tres viviendas cuenta con un seguro, la penetración se debe a la obligación que imponen a sus clientes los bancos cuando éstos les otorgan un crédito hipotecario. Sólo 5 por ciento de los asegurados contrata de manera voluntaria. En otras palabras, es un requisito que se debe cumplir, traducido, desde la perspectiva del cliente, en la compra obligada de un producto inútil.

Autos es el seguro de mayor aceptación, con una baja comisión que refleja un esfuerzo menor por parte del agente para su colocación. Indudablemente, muchas personas de la economía informal adquieren este seguro de menores requisitos, lo cual muestra un sesgo en el dato de penetración mencionado. No son únicamente los formales quienes compran una póliza para proteger su auto. Hay varios informales entre los compradores. Se le adelantaron al licenciado Riveroll Sánchez y decidieron que ese producto sí es para ellos.

En el caso de los seguros de Gastos Médicos, Casa Habitación y Vida, la penetración de mercado en el sector formal de la economía es reducida, se la vea por donde se la vea. Ahora la AMIS, en voz de su presidente debutante, renueva la intención, repetida mil veces y nunca realizada, de buscar a los informales, contemplado como un mercado alternativo.

¿Por qué es difícil aceptar la intención de la AMIS?

La bancaseguros aprovecha su red de sucursales y cajeros para vender microseguros de Vida y seguros de Auto sin apenas solicitar requisitos, logrando con ello llegar a los informales. Pero el resto del sector asegurador no cuenta con productos, sistema automatizado ni canal de distribución para llegar a ese mercado. No me imagino a un agente de seguros vendiendo seguros de Vida de baja suma asegurada ni enfrentando las objeciones de un mercado con muy reducida cultura de protección, pues lo haría por una comisión, si bien alta como porcentaje, insuficiente en monto para justificar el esfuerzo de colocación.

En Gastos Médicos, el sector asegurador muestra un crecimiento originado exclusivamente por mayores tarifas. Y exhibe también la salida de asegurados que, por edad, condición física y por supuesto ingreso, no encuentran justificación suficiente para continuar renovando su póliza. Pensar en informales sólo tiene sentido al pensar en microseguros que complementen otras opciones de atención médica con una cantidad para gastos adicionales.

Intentar mayor penetración o, mejor dicho, algo de penetración con el seguro de Casa Habitación suena a broma. Desconocimiento, producto confuso, beneficios que el mercado ignora o desprecia hacen que la intención de vender alguna póliza a los informales, quienes difícilmente tienen acceso a un crédito hipotecario que los obligue, sea una quimera. Lástima, pues es sabido que la mayoría de los mexicanos, de una forma u otra, cuentan con casa propia.

Antonio Contreras tiene más de 25 años de experiencia en el sector asegurador mexicano. Su correo es acontrerasberumen@hotmail.com

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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