Los edificios históricos preservan la memoria de la relación entre los hombres, y de los hombres con su entorno temporal y espacial; pero también son la memoria viva de las técnicas antiguas de construcción.
Mantener la seguridad de los edificios históricos desafía las capacidades de los ingenieros de riesgos, quienes deben interpretar los códigos modernos de seguridad contra incendio y de construcciones antisísmicas (entre otras normas) y deben llevar a estos edificios a niveles de seguridad compatibles con la vida moderna y con las normas de suscripción del mercado contemporáneo de seguros.
Los constructores de antaño no contaban con el concreto (hormigón armado) ni con otros materiales modernos, por lo cual debían utilizar estructuras de madera (altamente combustibles) y en ocasiones estructuras metálicas (que no resisten el calor), con los consiguientes riesgos ante el desencadenamiento de un incendio: rápida propagación de las llamas y colapsos.
Por otra parte, estos edificios debieron modernizarse en épocas más recientes incorporando instalaciones eléctricas y sistemas de calefacción, que corren a través de pisos de madera y paredes de estuco, y tales aditamentos no siempre cuentan con equipos de alarmas contra incendio acordes con el riesgo y la importancia histórica de la construcción.
El 15 de abril de 2019 se incendió el techo de la Catedral de Notre Dame, de París, Francia. El techo era totalmente de madera.
Como es frecuente en otros casos investigados:
- El incendio comenzó en la planta más alta, lugar que suele ser el sitio de mayor riesgo de estos edificios.
- El incendio comenzó durante trabajos de refacción, factor que se repite como inicio del fuego.
El servicio de inspección de riesgos es un valor agregado de la industria del seguro. Las autoridades e instituciones que han decidido contratar seguros se han beneficiado no solamente de la protección financiera, sino también de la contribución de los ingenieros de riesgos para mejorar los sistemas de protección y advertir los desvíos en el cuidado del patrimonio.
Algunas instituciones han desarrollado códigos especiales para este tipo de edificios; por ejemplo, los NFPA 909 (Código de protección para recursos culturales) y NFPA 914 (Protección contra incendios en edificios históricos). Los ingenieros del mercado de seguros se encuentran entrenados en su utilización y están acostumbrados a ellos.
Además de la inspección de las condiciones físicas de construcción y de mantenimiento de los edificios, no debe perderse de vista la importancia de los aspectos culturales.
Las frecuentes adaptaciones y refacciones a las cuales se someten los edificios históricos son causa frecuente de incendios, como el incendio del Castillo de Windsor, en 1992, en el que gran parte de las obras de arte se salvó porque se las había puesto a resguardo durante las tareas de reparación.
El 22 de noviembre de 1992 se incendió el Castillo de Windsor, de 900 años de antigüedad. Hubo daños estimados en más de 50 millones de dólares. Para combatir el fuego, los bomberos utilizaron 420,000 galones de agua por hora, es decir, más de millón y medio de litros por hora.
La reina describió el año 1992 como annus horribilis: además del incendio en el castillo, su hija Ana se divorció, y sus hijos Carlos y Andrés anunciaron sus bodas en medio de especulaciones sobre la intervención de la reina en la elección de las novias.
Las reparaciones y remozamientos también para los edificios modernos son un riesgo. El control de los contratistas ocupa un lugar central en la planificación de cualquier tarea de adaptación de las salas de exposición.
Uno de los riesgos principales de las tareas de refacción o remodelación se presenta cuando las instalaciones de alerta contra incendio deben apagarse para permitir ciertos trabajos que requieren el uso de calor o generan polvillo, elementos que podrían dar lugar a falsas alarmas si tales sistemas de detección no se anularan. El inconveniente de ello es que durante todo ese tiempo el edificio está a merced de un posible inicio de fuego Eso precisamente ocurrió en el Museo de Arte de Nueva Delhi (India).
Edificios modernos tampoco son inmunes
Los edificios públicos modernos tampoco se salvan de los incendios.
El 26 de abril de 2016, un incendio destruyó el Museo de Ciencias Naturales de Nueva Delhi.
El fuego comenzó en los pisos superiores durante las tareas de reparación. Debido a estos trabajos, el sistema de protección contra incendio estaba fuera de servicio.
El fuego podría haberse detectado, e incluso controlado, si el sistema de protección contra incendio hubiera estado en funcionamiento.
Por tratarse de edificios en circunstancias especialmente arriesgadas, las pólizas de seguros obligan a los asegurados a dar aviso a los aseguradores sobre cualquier tarea de remodelación o anulación de los sistemas de protección. Las aseguradoras no deben dudar en aumentar la frecuencia de las inspecciones durante estas etapas de mayor riesgo.
La suma asegurada
La determinación del capital asegurable de los edificios históricos implica un estudio detallado de las técnicas constructivas que pueden reproducirse y de aquellas que no podrían reproducirse y que deberán ser reemplazadas por métodos de construcción moderna de equivalente calidad. El estudio de los valores que deben asegurarse debe ser realizado por profesionales con conocimiento tanto de los aspectos técnicos como de los contratos de seguros.
Mientras que en la mayoría de los edificios modernos los incendios son casi siempre parciales y las construcciones solo deben repararse, en los edificios históricos (como catedrales, museos y teatros) los siniestros totales no son la excepción, y la suma asegurada debe ser suficiente para la construcción de edificios de similar jerarquía y capacidad.
Cuando la valorización del edificio se dificulta, algunos aseguradores establecen cláusulas especiales, con indemnización al valor de los costos de reparación (sin aplicación de regla proporcional o prorrata) hasta cierto valor de daño, y con indemnización a “valor tasado” cuando el daño supera cierto monto y se decide la reconstrucción con nuevas técnicas constructivas.
La póliza
Para alcanzar una cobertura acorde con la importancia del patrimonio, la póliza debe diseñarse “a medida”, segregando y tasando aquellas ornamentaciones y piezas de colección que puedan considerarse “obras de arte”, y sin olvidar la importancia de las coberturas de daños consecuenciales; por ejemplo, los costos de traslado y preservación de los bienes recuperados, bienes que no se reintegrarán al edificio hasta la adecuada restauración del inmueble.
Otra de las dificultades que presentan los edificios emblemáticos por su valor histórico es el aseguramiento del contenido general. En muchas ocasiones, los edificios históricos carecen de espacios articulados para un uso más moderno o, digamos, diversificado; algunas estancias se utilizan como improvisados archivos, por ejemplo. Muchos funcionarios públicos carecen de autoridad para decidir o impedir la destrucción de muebles en desuso, motivo por el cual éstos no tienen destino cierto, lo que acumula carga de fuego en ambientes cerrados y sin vigilancia.
El 2 de septiembre de 2018 se incendió el Museo Nacional de Brasil, ubicado en Rio de Janeiro.
El incendio fue provocado por una falla en el equipo de aire acondicionado ubicado en la terraza.
En estos casos, la revisión periódica de las instalaciones contra incendio reviste capital importancia.
El incendio del Museo Nacional de Brasil resume varias de las características negativas y circunstancias agravantes descritas en este informe: se trataba de un edificio histórico colonial (que incluso había sido ocupado por la nobleza a principios del siglo XIX), carecía de sistemas adecuados contra incendio y contenía un acervo cultural irreemplazable, como el testimonio de diversas etnias amazónicas desaparecidas.
El aseguramiento de las colecciones de museos y bibliotecas implica un inventario minucioso del acervo y una metodología rigurosa para la determinación del capital que debe asegurarse. Los museos y las bibliotecas comparten las limitaciones que impone el seguro como mecanismo de reparación de las pérdidas, ya que no hay seguro, ni siquiera el mejor contratado, que pueda subsanar la pérdida de manuscritos antiguos o piezas históricas invaluables.
Andrés Pablo Artopoulos es director de Risk Engineering & Valuations en LEA Consultora de Ingeniería de Riesgos.