SEGÚN UN INFORME subrepticio, el Fonacot está vendiendo seguros sin autorización, pero con el beneplácito de la autoridad. Lo primero es quizá una interpretación de algo que sí está ocurriendo. Lo segundo es incierto. Pero, si lo primero está ocurriendo, lo segundo no tiene más remedio.
VAMOS POR PARTES. El Fonacot (Instituto del Fondo Nacional para el Consumo de los Trabajadores) es una institución paragubernamental cuyo objeto es proporcionar créditos a los trabajadores para el mejoramiento de su patrimonio. Así, todo trabajador puede acceder (que no accesar, por favor) a recursos destinados al consumo de bienes muebles. En efecto, para bienes inmuebles están el Infonavit y el Fovissste, principalmente.
POR CIERTO QUE trabajador en este caso es un eufemismo para empleado —término poco aceptado—. Se opta por el vocablo trabajador porque éste es social y políticamente más correcto, aunque poco demostrable. Curiosamente, los obreros también son empleados, y también gozan de este esquema. El punto está en que deben ser personas vinculadas por un contrato laboral a alguna empresa. En adición, toda empresa debe ab ovo (locución latina que significa ‘desde el principio’) vincular a sus trabajadores a esa opción crediticia. Claro que el trabajador puede solicitar créditos comerciales con quien se le dé la gana, y también con el Fonacot.
ASÍ PUES, DE LA SUBREPTICIA información también se colige que para los créditos otorgados la institución del caso descuenta a los acreditados una cuota para que, en caso de desempleo, el trabajador pueda ir pagando su deuda en lo que consigue otro empleo, o bien para que la salde. Ambas posibilidades quedan sobre la mesa, dependiendo de cada circunstancia en particular.
PARA EL PAGO o liquidación de las deudas involuntarias —dado que, salvo retorcidas excepciones, nadie actúa deliberadamente para perder su empleo—, se supone que con las cuotas descontadas se constituye un fondo presuntamente suficiente para ese fin.
LA OPERACIÓN más o menos descrita equivale a la operación típica de una mutualidad. Tendría que ser una mutualidad desde el momento en que el fondo constituido no tiene fines lucrativos sino que sólo se etiqueta para la liquidación de las deudas contraídas por los trabajadores. Con esa visión podría ser, pues, una mutualidad.
NO SE PODRÍA EN PRINCIPIO decir que se trata de una aseguradora, ya que ésta sí tiene fines lucrativos atendiendo a todo lo que la ley le permite, a la vez que tiene agentes que intermedian los servicios, también mediante el cobro de una contraprestación. En el esquema mutual no hay intermediación con cobro; hay una suscripción, una suerte de abonados.
PERO (SIEMPRE HAY UN PERO) resulta que no puede ser lo uno ni lo otro, ya que ambas figuras, mutualidad y seguro, requieren la constitución de reservas, reservas vigiladas y reguladas por la autoridad del caso. Dichas reservas tendrían que ser calculadas actuarialmente para garantizar su solvencia. Es decir, una simple canasta de dinero guardado sin más en una caja fuerte no constituye una reserva; faltan los factores financieros y de riesgo.
DE LA INFORMACIÓN TAMBIÉN se desprende que el Fonacot no ha podido resolver un tema básico. Resulta que los cobros de las cuotas tienen que ser registrados como ingresos y, en consecuencia, deben pagar impuestos, lo que desfalca de entrada la posible reunión de los montos comprometidos para pagar las reclamaciones. Un lío.
SIN EMBARGO, por imposible o al menos inverosímil que parezca, la operación ya existe.
DE SER CIERTO TODO LO ANTERIOR, sería fundamental que alguna autoridad, sea de banca o de seguros, se asomara a ver qué está ocurriendo, hasta dónde, desde cuándo y cuánto. Sobre todo porque, al parecer, la operación elimina “por mandato” la intervención de aseguradoras que coloquen o tengan colocados seguros de desempleo, aunque sólo se enfoquen a ese riesgo, quitando invalidez y fallecimiento.
SI BIEN POR UN LADO se informa que la operación ya es analizada por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, por el otro ya se refleja en los recibos de los trabajadores el cobro de la cuota para enfrentar el riesgo de perder el empleo.
MIENTRAS SON PERAS O MANZANAS, el sector debe poner focos amarillos: esto puede ser el principio de lo que más se teme, es decir, quedarse sin la concesión.