Éxito, ¿la olla de oro al final del arcoíris?

Charlemos seguros

El asegurador

“Estudia mucho;  así tendrás éxito en la vida”, “Trabaja arduamente;  así tendrás éxito profesional”, “Practica mucho;  así tendrás éxito”.

Éstas son frases  que desde pequeños solemos escuchar, y aún hoy  continúo escuchando a muchos padres decírselas a los pequeños. Y es que, sin caer en malentendidos, el esfuerzo, la disciplina y el trabajo no están  mal. De  hecho, son necesarios. Lo   que cuestiono  es el contexto de lo que se presume como “éxito”.        

A simple vista parece  que, sea cual sea el significado de   éxito  para el mundo, esa meta sólo se consigue después de mucho trabajo. Por consiguiente, si uno no “trabaja mucho”, entonces no tendrá  éxito.

Tengo 35 años. Mi  camino en esta vida apenas va por lo que espero que sea una tercera parte. Sin  embargo, hoy quiero dedicar estas líneas a hablar de algo que a todos nos afecta, sobre todo en nuestro sector asegurador, y que constantemente veo que inquieta  a muchos asesores. Y es precisamente aquello que continuamente perseguimos, como el duende que persigue la olla de oro al final del arcoíris: el éxito.

La sociedad actual, llena de estímulos externos y consumismo, nos ha llevado a establecer el “éxito”     como algo medible en factores como   dinero, popularidad, premios y pertenencias. Tiene mucho dinero, es exitoso; es buscado por todos y tiene muchos “seguidores”, es exitoso; siempre está en los primeros lugares, es exitoso; tiene todo lo último en tecnología y marcas, es exitoso; tiene     el auto más caro, es exitoso.

Pero    ¿es realmente el éxito algo que se pueda  medir con dichos factores? ¿Qué hay de aspectos   como la tranquilidad, la paz, la armonía, la felicidad y la satisfacción con uno mismo?

Mi intención no es demeritar el esfuerzo y logros obtenidos derivados de la disciplina, el enfoque y la dedicación;  al contrario, admiro a todos aquellos que han llegado lejos en su carrera  y han alcanzado grandes logros. Sin  embargo, sí quiero cuestionar   la percepción de lo que entendemos por éxito, puesto que   creo que el éxito se consigue como resultado del esfuerzo invertido, pero también del trabajo interno con uno mismo y con los que nos  rodean.

 Es así que una persona puede tener éxito aun cuando no haya alcanzado ningún   objetivo particular. En los últimos 10 años, dentro de la industria aseguradora, he sido testigo de innumerables casos de asesores que constantemente se sienten presionados y frustrados por no “tener éxito”, éxito medido en cuestión de reconocimientos  o poder adquisitivo. Sin embargo,    mantienen una cartera de años en estado de conservación sana, o tienen una familia que los admira y apoya, o se han ganado la confianza plena de sus asegurados a grados de amistad fraternal. Es más, quizá  llevan varios años con su despacho, dando trabajo a otras tres o cuatro  familias…  Para mí,    eso también es tener éxito.

Recientemente, tuve la oportunidad de realizar por segunda ocasión el evento Upgrade Meet and Greet,  un acto de        convivencia profesional con 30 participantes en exclusividad y donde, con la participación de tres  asesoras de extraordinaria carrera  (Andrea Alcalá, Hilda Ibarra y Fernanda Calva), pude confirmar nuevamente el concepto de éxito que quiero compartirte en esta ocasión.

Entre las preguntas que con mayor frecuencia nos hicieron llegar para ellas estaba: “¿Qué es el éxito para ti?”, y las tres   coincidieron, a su manera, en que el éxito    es el resultado de conseguir el equilibrio entre alcanzar tus sueños y metas, estar bien contigo mismo y tener alguien a tu lado con quien compartir   logros y crecimiento. Y, si reflexionamos un poco, para los tres  casos ello implica trabajo arduo y continuo, puesto que cada aspecto de nuestra vida, llámese oficio,   familia, metas, relaciones con los otros  o desarrollo personal, requiere    atención, enfoque, dedicación y disciplina.

Amigo lector, hoy quiero invitarte a reflexionar:  ¿en  qué basas la medición de tu éxito?

Hoy quiero compartirte   que, aun cuando se presentan casos vistos como “pérdidas” o “fracasos”       (pólizas canceladas, negocios que no lograron firmarse, campañas o premios perdidos),  aun   en esos momentos puedes considerar que tienes éxito. Si lo miras con aprendizaje;  si diste todo de ti;  si eres consciente de los errores  pero también de los aciertos;  si tienes gente a tu alrededor que confía en ti y, sobre todo, si te levantas y lo vuelves a intentar con más sabiduría y fuerza, para mí  ahí radica el éxito.

Al  final, creo que hay que aprender a diferenciar   logros   de    éxito.   Y no, no deseo fomentar una actitud conservadora ni perezosa ni mucho menos; sólo  deseo que estas líneas nos ayuden como sociedad  a dar valor a algo mucho más profundo que lo que vemos a simple vista. Deseo que aprendamos a reconocer el éxito, pero analizado  desde otros puntos de vista;  y   que, como individuos, dejemos de perseguir la olla de oro al final de un arcoíris interminable  y empecemos a enfocarnos en la mina de diamantes  que tenemos justo frente al espejo.

Porque el éxito  no es algo que se alcanza, sino que se construye.

Sueña, vive, disfruta, trabaja  y construye una vida de éxito.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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