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Éxito ficticio

Espejito, espejito
Picture of Por: Mariana Hernández Navarro

Por: Mariana Hernández Navarro

En el diccionario del diablo, el concepto de éxito está descrito como “el único pecado inaceptable que los amigos nunca perdonarían”.

Si de alguna forma dejamos que el diablo se cuele en nuestras vidas, podríamos observar el éxito del otro con desprecio y envidia.

Esta ácida descripción aparece bien descrita en una serie titulada “Las viudas de los jueves” que aborda el tema sobre varias familias de clase alta que conviven en un fraccionamiento exclusivo, y relata las relaciones superficiales y vacías que existen entre ellos y la necesidad de mantener una apariencia para poder pertenecer al grupo. Y aunque no daré avances sobre la misma, puede ser un punto de partida para una reflexión.

La serie refleja de forma puntual algo que inspiró el título de este artículo como el “Éxito ficticio”, aquel que está gobernado por la triada perversa: Posición, Prestigio, Poder.

La falsedad de este éxito puede terminar por esclavizarnos, por colocarnos en una jaula que provoca desgarramiento de nuestro “yo”. Cuando cualquiera de estos 3 factores se pierden, la persona se descoloca; pierde identidad. Pensemos en un Director desvinculado de una organización que se pierde a sí mismo, se desconoce, porque ya no tiene la Posición, o aquel funcionario público que ya no es reconocido ante los demás después de haber dejado el cargo y perder Prestigio. Y el líder que tenía una firma Poderosa en una organización que le permitía manejar millones de pesos. ¿Qué pasa cuando estos tres desaparecen? La persona deja de sentirse exitosa, y no sólo eso, lo grave es que se anula; se hace difusa ante la sociedad y, en casos más severos, tiene la sensación de ya no existir, que su vida terminó…

Somos seres tan libres, que escogemos nuestra propia esclavitud. ¿Ante qué quieres arrodillarte? ¿Ante el poder? ¿Prestigio? ¿Determinada posición? O además de esta triada, también podemos agregar ¿Dinero? ¿Belleza? ¿Juventud?..

La serie a la que me refiero, plantea algunas preguntas, tales como: ¿Hasta dónde llegarías para mantener determinada reputación? ¿Por qué no la quieres perder? Sartre decía que “una vez que estemos muertos, seremos presos de los vivos”. Ellos decidirán cómo seguir recordándonos, serán los verdaderos responsables de dibujar nuestro legado; nuestro recuerdo.

Hoy en día, si yo te preguntara, ¿qué crees que dicen de ti cuando tú no estás? ¿Qué contestarías? Porque esa respuesta es tu reputación actual y el posible preámbulo de tu epitafio.

En esta sociedad de alto rendimiento, conseguir el éxito es casi un mandato.

Sin embargo, valdría la pena analizar qué significa obtenerlo. Alguna vez le pregunté a un agente de seguros por qué buscaba con tanto ahínco el éxito y contestó que sería una forma de medir el resultado de sus esfuerzos dirigidos. Estoy de acuerdo, el éxito puede entenderse como la correlación entre el resultado obtenido y las expectativas que se tienen.

Sin embargo, el dilema más importante de nuestra vida es saber gestionar las expectativas, ya que éstas pueden traicionarnos porque suben por el elevador; mientras que las acciones, por las escaleras. El verdadero éxito puede radicar en trazar la meta, pero tener la capacidad de ir disfrutando el camino de alcance y, sobre todo, ser capaces de desapegarnos del resultado, porque así se forja la madurez existencial. El tener (más bien) una actitud de éxito, comprendiendo que nos toca generar metas, pero aceptando que la vida puede conducirnos por caminos diferentes a lo planeado, pero siempre dignos de ser analizados y vividos.

Jim Carrey afirmó alguna vez: “Espero que se vuelvan famosos y ricos para que vean que esa no es la respuesta”.

En conclusión, considero que evaluar a una persona como exitosa o no, sólo hablaría de una suprema ignorancia de eliminar la singularidad y la infinita miscelánea que existe de habitar este mundo.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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