No hace mucho tenía que preparar un video, de un minuto mínimo y dos minutos máximo, como requisito para obtener diploma en un taller denominado Actuar no es cosa de actores, taller que recorrió una serie de cinco módulos con temas diversos, como, por ejemplo, la necesidad de dejar a un lado las excusas y hacer lo que tenemos que hacer o identificar cuál es la diferencia entre los resultados ordinarios y los extraordinarios.
El video que realicé me llevó a mi infancia, cuando veía yo usar las tijeras de podar en árboles frutales. Recuerdo que las usaban con la habilidad que emana del conocimiento y de la práctica amorosa de una actividad encaminada a que determinada planta no solo creciera, sino que también se desarrollara, en un equilibrio que multiplicara las probabilidades de que diera frutos en abundancia a la vez que facilitara la cosecha, la recolección del producto.
Sostengo en el breve video que, así como un árbol requiere la aplicación puntual de las tijeras de podar, las personas requerimos esa poda para darles forma a nuestras actividades, de manera tal que eliminemos vicios o prácticas que no ayudan a que seamos todo lo productivos que deseamos ser. Ésta es una tarea que, sin embargo, exige la revisión puntual de la forma y del fondo de lo que hacemos y de las consecuencias creadas.
Hice ese video utilizando como ilustración una planta que tengo en casa. A propósito, había pasado un trimestre desde la última revisión que le hice. La planta no solo había crecido hacia donde ella había querido, sino que la tierra del sustrato había criado yerbas que le robaban a mi planta las posibilidades de desarrollarse bien. Con agua suficiente, todo había florecido, lo deseado y lo indeseable, en este caso por una falta de cuidado puntual que la planta necesitaba.
Al revisarla, con miras a realizar el video mencionado, me di cuenta de que había que podar ramas grandes y pequeñas para darle la forma que yo deseaba que tuviera, y al mismo tiempo debía arrancar todas las yerbas que habían crecido a su alrededor. El ejercicio tenía como finalidad ver cómo uno diseña las metas requeridas y de qué manera, si no aplicamos las acciones necesarias, el resultado cobra formas ni siquiera imaginadas.
Termina el tercer trimestre y, de todo corazón, espero que todos y cada uno de ustedes hayan logrado los resultados apetecidos, incluso que los hayan superado como consecuencia del cuidado cotidiano que les aplicaron para construirlos. Una revisión honesta les dirá, sin embargo, si eso que concibieron a principios de tal periodo se pudo realmente conseguir, o si, como muchas veces sucede, el fruto tomó otro tamaño, otra forma, excediendo sus expectativas o ni siquiera alcanzándolas.
¿Tiene su planta, es decir, ese tercer trimestre, el tamaño y la forma que planearon al inicio de dicho lapso? Si la respuesta es sí, debe haber razones para ello, acciones que pusieron en práctica asumiendo su papel; apegándose, sin duda alguna, a los principios y valores que norman su quehacer laboral. Si la respuesta es no, estamos ante una revelación que deja al descubierto una serie de acciones o inacciones en los niveles requeridos.
¿Cómo queremos que sea el cuarto trimestre de 2021? Haciendo a un lado la índole de la actividad que desarrollemos, eso que deseamos lograr nos demanda tomar algunas decisiones y ejecutar acciones enfocadas. En otras palabras, sin ese enfoque, no importa que realicemos tareas intensas, al final no estaremos abonando al crecimiento y desarrollo que perseguimos, lo que podría terminar en frustración, desencanto y desaprovechamiento de talento y habilidades.
¿En qué pensar para podar?
Podar no es una actividad que podamos realizar con eficiencia a tontas y a locas. Podar exige conciencia; demanda conocimiento, entendimiento y comprensión de lo que hacemos y de lo que queremos lograr. Por ello, si faltan algunos de estos aspectos, o no se dominan, cabe pedir la ayuda necesaria para ejecutar la tarea, aunque teniendo en mente, sin embargo, que las metas son de uno y de nadie más.
Es previsible que en esa revisión uno descubra que realizó actividades que hicieron la diferencia en los resultados. La conclusión, en ese caso, será hacer más de ello. Cabe recordar que los resultados se crean con esas pequeñas tareas que realizamos todos y cada uno de los días. Pequeñas tareas que, sin embargo, constituyen la base en la que se sostiene el logro no solo esperado, sino superado. ¿Qué tienes al respecto?
Si bien hacer más de lo que ha sido útil es conveniente, de igual manera encontraremos que realizamos actividades que debemos hacer menos, aunque nos plazcan mucho. Debemos restringirlas porque son ramas que no permiten el aprovechamiento de nuestra energía, sino que generan desperdicio. Obstinarse en su ejecución sólo dará como resultado un fruto mucho más pequeño. Si recurrimos al cuadrante de lo importante y de lo urgente, veremos que esas ramas son las tareas que no son importantes ni urgentes, por más que nos sintamos inconscientemente bien al llevarlas a cabo.
Un tercer aspecto radica en aquello que debemos desechar, dejar de hacer, porque de plano no ayuda, y hasta estorba, camino al logro deseado. Son ramas que, por más que nos hagan sentir ocupados y hasta contentos, habrá que quitar con las tijeras de podar. ¿Qué actividades hemos estado haciendo que reúnan esas características y que debemos eliminar por más que creen gozo tanto a nosotros como a los que nos rodean?
Hay algo más en lo que debemos pensar al practicar la revisión del trimestre que se fue y atisbar el trimestre que viene. Es aquello que podemos introducir para mejorar los resultados. A veces son apenas pequeñas cosas pero que inciden en nuestro ánimo, en la percepción que se forman nuestros clientes. Recordemos que tenemos muchos clientes, ya que lo que hacemos no se circunscribe solo a lo laboral, sino que es todo un estilo de vida.
¿Es sencillo hacer todo lo anterior? Sí. Pero sencillo no es igual a fácil. Los seres humanos somos muy propensos a lo habitual; y, cuando queremos comenzar algo diferente, el mayor riesgo radica precisamente en volver a lo habitual. Anotemos lo que debemos hacer, hagámoslo y revisémoslo todos los días para formar el hábito que queremos desarrollar. Todos los días, hasta que se convierta en algo habitual.
Durante el trimestre anterior decidí cambiar algunos hábitos. Durante casi dos semanas anoté lo que debía hacer y lo revisaba cada noche. Pensando que ya estaba todo controlado, uno de esos días no lo hice, no hice una de las varias actividades que había estado realizando en las jornadas anteriores. Me di cuenta de que faltaba darle continuidad. Pasados más días, ya esos hábitos estaban formados, sin tener que escribirlos.
Se trata de aspectos muy sencillos si se tienen metas claras acerca de lo que se quiere ser, hacer y tener. ¿No puedes solo o se te dificulta demasiado? Busca salidas, consigue apoyo, únete a grupos en los cuales haya compromiso y seguimiento. Hoy estamos llenos de conceptos, pero no tanto de seguimiento a la ejecución.
Como quiera que sea, te invito a hacer más de ciertas cosas, menos de otras, eliminar algunas e introducir nuevas; todo esto para darle fondo y forma a lo que haces y para que disfrutes del estilo de vida que sueñes o decidas.