Aprender a equilibrar nuestra vida nos permite encontrar un nuevo concepto de nosotros mismos y nuestra plenitud.
La sanidad mental de una persona se manifiesta cuando existe un equilibrio entre sus deseos y la realidad que vive; cuando aceptamos a los familiares que tenemos y las relaciones (buenas, no tan buenas, muy buenas, malas o regulares) que entablamos con ellos; cuando no nos resistimos a aquellas cualidades físicas de que disponemos ni a aquellas de las que carecemos; y también cuando aceptamos la realidad económica que estamos transitando, sabiendo que nada es inalterable.
Todo esto implica aceptarnos como somos, con nuestras limitaciones y aciertos. Entonces, cuando conseguimos una adaptación sana hacia la realidad que vivimos, diremos que estamos en equilibrio emocional. Ésta es una posición adulta, y la mejor que podríamos asumir para encontrar el equilibrio, porque a sabiendas de lo bueno y lo malo que nos forma como personas continuamos adelante en busca de ser mejores seres humanos. Ésta es la mejor actitud y camino que se puede tomar.
Es importante hacer conciencia de que la persona con equilibrio emocional no es aquella que no padece angustia, temores o depresiones, sino aquella que es capaz de encontrar el balance y paz en medio de todo eso que le sucede.
Una pandemia, el despido del trabajo, la situación económica del país, un divorcio, una estafa… son todas crisis en sí mismas que tienen distinto tipo de repercusión en cada persona.
La respuesta a esto para muchas personas es tomarlo como un fracaso, y esa supuesta derrota se percibe como algo negativo dentro de la actitud individual, y hasta colectiva, del momento que se atraviesa.
Factores como el estrés, ansiedad, insomnio, enfermedades cardiovasculares y la poca adaptabilidad no contribuyen a que logremos el equilibrio emocional necesario. Y así se van cerrando las visiones; el túnel parece no tener luz ni salida, y nos sumergimos en una encerrona que aparentemente no tendrá fin ni opciones de salvación.
No obstante, existen cinco actitudes que podemos tomar para entrar en mayor equilibrio:
- Afrontar las situaciones. Si huyes, seguirás arrastrando el problema por más que lo escondas debajo de la alfombra. En cambio, al afrontarlo tendrás la enorme oportunidad de crecer y transformarte, porque correrás el velo del aprendizaje oculto.
- Elegir la mejor actitud siempre. En las crisis hay aspectos que tienen que ver con lo individual y otros que exceden a tu poder de control o decisión. Lo ideal es aprender a gestionarlos, y la herramienta aquí es que elijas tu mejor actitud. Esto podrá generar una gran diferencia ante la situación.
- Cambiar la perspectiva desde donde vemos el conflicto. Cuando al cerebro le indicas la palabra problema, te vas a dar cuenta de que éste se traba, se detiene. En cambio, cuando le indicas por medio de tu mente subconsciente estoy buscando la solución, es un asunto que voy a resolver, voy a actuar en vez de quedarme estancado, allí mismo empieza un proceso interno generador de posibles salidas. Esto depende exclusivamente de ti.
- Expresar las emociones. Gestionar tus emociones es esencial. Crea espacios para compartir lo que sientes; no las tapes porque se vuelven hacia adentro en forma de enfermedades o afecciones. Haz lo que funcione para ti a fin de no quedarte estancado en ese estado emocional de choque interno que te impide avanzar.
- Muévete hacia la proactividad. Cuando actúas de modo proactivo, pensando y activando soluciones, el círculo de influencia se amplía notablemente hasta desplazar al mínimo tu círculo de preocupaciones. Ésta es una distinción fundamental: ser proactivo te mueve hacia el resultado; mientras que en modo reactivo obstruyes la posibilidad de soluciones a los problemas.
Ahora ya lo sabes: el equilibrio de las emociones depende directamente de tu actitud y de cómo permites que los acontecimientos externos te afecten, por más difíciles que éstos se presenten y por más complicadas que se pongan las cosas. Siempre hay opciones en el camino de la superación de la crisis. Y esa superación empieza en lo individual, sin esperar que venga otra persona con una varita mágica para resolverla por ti.