El término tradición proviene de la palabra latina tradere, que significa ‘entregar’ y ‘transmitir’. Por lo tanto, cuando hablamos de una tradición se piensa inmediatamente en la cultura que se ha transmitido de generación en generación. En cambio, la palabra disrupción implica la idea de ruptura o interrupción brusca.
Dadas estas dos definiciones, muchas personas piensan que ser disruptivos implica destruir de raíz todo. Sin embargo, existe otra definición de disrupción que me gusta y que nos dice que ésta es una alteración de la norma, actividad o proceso para encontrar un mundo de negocios no descubierto escondido en lo tradicional de la actividad empresarial rutinaria.
Todos en mayor o menor proporción diariamente tenemos ideas disruptivas, pero sólo aquellos que realmente las apliquen trascenderán. Por ello, la disrupción no es un cambio espontáneo producto de una corazonada sin planeación, con una implantación inmediata que lleva aparejados múltiples errores; es un proceso de evolución, no de revolución, producto de varios descubrimientos y reflexiones.
Una entidad disruptiva tiene las siguientes características:
- La importancia del talento. En la estructura organizacional, el talento es el representante y ejecutor de los principios empresariales rectores y de la experiencia acumulada de las organizaciones. La cultura de inclusión y de diversidad es clave. Mantener la competitividad es obligatorio.
- Aplicación de tecnologías y laboratorios. Conocer es aplicar; entender es llevar más allá. La experiencia del talento, aunada a la exploración y aplicación de las tecnologías, permite capitalizar en mayor medida los avances tecnológicos al entender la necesidad del negocio que se va a cubrir una vez que hemos experimentado todo el proceso de implementación de primera mano.
- Conocimiento del entorno para generar eminencia. La inversión en tecnologías, conjugada con el estudio y conocimiento del entorno social, industrial y económico actual.
- Convergencia con estándares internacionales. Permanecer dentro de los estándares internacionales, lograr certificaciones y sociedades estratégicas con firmas de tecnología con visión de avanzada llevará a una firma a ser el referente no solo en innovación, sino también en excelencia.
En ese sentido, hemos tenido la suerte de colaborar en diferentes cambios de los sectores afianzador y asegurador, y continuamos en este camino.
Hace unos días, el Imesfac fue ratificado por AMIS y por el Consejo de Imesfac, formado por los directores generales del sector, como la futura Escuela de Negocios del Seguro y de la Fianza en México. Esto sucedió en el marco de la entrega de nuestros resultados de 2018 y nuestras perspectivas de 2019.
Por lo tanto, el Imesfac es y será el instituto del sector y para el sector que, a diferencia de otras instituciones privadas que tienen fines de lucro, fue creado para ser el depositario del conocimiento del sector asegurador y afianzador.
En esta nueva etapa, el Imesfac dirigirá sus esfuerzos hacia la tecnología y reconocerá la experiencia y el conocimiento acumulado de nuestros socios de negocio: instructores, instituciones educativas, consultores, etcétera. Esto es, se utilizará la experiencia y tradición de nuestra institución.
El Imesfac continuará apoyando al sector en la formación de agentes, acreditación de cédulas, impartición de los cursos de The American College y formación básica del personal de las instituciones; y ampliará sus horizontes hacia la inclusión, la responsabilidad social, la gestión de riesgos y el desarrollo de las nuevas generaciones por medio de la educación dual y el esfuerzo de los Jóvenes Construyendo el Futuro.
El Imesfac buscará trascender las fronteras con el esfuerzo que en conjunto estamos llevando a cabo con Mapfre México y Latinoamérica, que pretende obtener reconocimientos internacionales, certificaciones y globalización, etcétera, sin olvidar nuestro origen completamente mexicano.
El Imesfac tiene la voluntad de llevar sus pasos seguros y bien balanceados basándose en un equilibrio que debe mantenerse hacia el futuro con los sectores afianzador y asegurador.
En Japón somos los herederos de una tradición cultural y de una filosofía agraria que incluye la naturaleza y el cambio de estación. Quizá sea debido a esto que no somos un pueblo precipitado.
Akio Morita, físico y empresario, cofundador de Sony