Es muy difícil no pensar en esa frase que escuchábamos de nuestros abuelos que decía “Todo tiempo pasado fue mejor”, porque es difícil asimilar que estemos viviendo cosas como las que acaban de suceder en el Estadio La Corregidora, de Querétaro. Simplemente es indignante.
La mañana del domingo 6 de marzo de 2022 me enteré por un chat de unos amigos futboleros de algo verdaderamente impresionante: subieron varios videos de lo ocurrido durante el partido de futbol entre el equipo Atlas y los Gallos del Querétaro, en el Estadio La Corregidora, en Querétaro, una verdadera tragedia, una vergüenza.
Ni siquiera en la peores escenas de peleas entre hooligans en Reino Unido se ve tal barbarie ni ese tipo de agresiones cobardes e irracionales, con un odio y una saña que es indescriptible, porque en esos países se ve a las barras enfrentándose salvajemente, pero, una vez que los individuos están noqueados en el suelo, los dan por “fuera de combate”; y lo que se ve en las escenas de Querétaro es criminal, es lo más artero y bajo que puede haber en cuanto a agresión: individuos inconscientes y despojados de sus ropas, en el suelo, a los que siguen golpeando y masacrando brutalmente, con una saña inconcebible.
Los vándalos que propinaron tales agresiones deberían ser juzgados y condenados a prisión. Un individuo que es capaz de agredir de esa manera no merece vivir en libertad. Es un verdadero asesino.
Un amigo mío a quien admiro mucho ha tomado la bandera de combatir la violencia en todas sus formas y se ha convertido en un experto en el tema. De acuerdo con algunas cosas que he aprendido de él, a final de cuentas todos somos responsables, porque la violencia no se inicia con agresiones físicas, ya que existen varios niveles de violencia, y ésta va escalando desde la más sutil de las formas hasta la más terrible.
Otro amigo me comentaba que hoy que el mundo está de cabeza es fácil echar culpas y señalar culpables, sin aceptar que estos eventos reflejan la descomposición del tejido social que existe en algunos sectores de nuestra población. La falta de valores es evidente, y tenemos que trabajar mucho todos los ciudadanos para revertir la situación.
No ayuda nada que todas las mañanas tengamos desde la más alta tribuna del país varias horas de mensajes de polarización, incitación al odio y a la división. Los mexicanos tenemos que reconocer que hay muchas y distintas formas de violencia a las que ya nos hemos acostumbrado y se nos han vuelto parte del paisaje, como algo que es así y que no pudiéramos evitar.
Otro problema enorme es que las famosas barras de los equipos están conformadas en muchos casos por delincuentes, ya sea en potencia o en acto, que no requieren ni la más mínima provocación para desahogar sus impulsos criminales, su odio y su perversión, como sucedió en esta ocasión.
Hay quien dice que lo que vimos hoy, derivado de un partido de futbol, es algo mucho más profundo y doloroso que un pleito de barras; que es algo orquestado en donde intervinieron delincuentes profesionales con un objetivo grotesco con tintes incluso políticos, lo cual es terrible. Pero sea de una o de otra manera es algo vergonzoso e inaceptable para todos los mexicanos y que nos obliga a cuestionarnos sobre el rumbo que está tomando nuestro querido México.
La falta de valores, agudizada en algunos sectores, nos ha convertido en un país violento en el que el narco y la delincuencia organizada se han enquistado en lo más profundo de nuestra sociedad en varios niveles, y cada día se vuelve un problema más difícil de revertir.
Desafortunadamente, ésta es nuestra triste realidad, que cada día nos golpea más en la cara y que de ninguna manera podemos soslayar.
Hoy es muy triste y desalentador ver a varios de los líderes de naciones incitando a la violencia, y desafortunadamente mucha gente con poca preparación, ya sea por fe ciega en ellos o por temor, los sigue en su terrible actuación, y para muestra basta ver que el mundo podría estar en la antesala de una tercera guerra mundial, porque esos pseudolíderes son capaces de cualquier cosa con tal de desahogar sus ansias de poder o incluso para simplemente pasar a la historia, aunque no sea de la manera más admirable.
Yo sí creo, como mis amigos, que todos somos en parte responsables, aunque no puedo minimizar el gran peso que tiene la actitud de ciertos mandatarios, que en vez de ayudar perjudican de manera notable y le echan leña a la hoguera, como se dice coloquialmente, arreciando dicha problemática.
Ya no podemos permitir que el mundo se siga descomponiendo de tal manera. Tenemos que ser responsables y actuar en consecuencia todos.
Casualmente, en otro grupo, un querido amigo subió un video que me da la esperanza de que el mundo pueda mejorar; y, aun cuando estamos hablando de algo que sucedió hace 50 o 60 años, es digno de mencionarse.
Este querido amigo nos envió un video sobre el doctor José Luis Rodríguez, Palillo, y la historia de las porras de la Universidad Nacional. Me encantó ver cómo había inocencia y buena voluntad entonces; es fascinante ver cómo un chamaco lograba cosas increíbles, cómo negociaba con el dueño de un cine para que les permitiera el acceso gratis a 100 muchachos de preparatoria, que lo seguían. Él los controlaba para que se divirtieran de manera sana y sin causar daño alguno.
Esto se observa en el video que le hizo a este admirable individuo, a manera de homenaje, TV UNAM, y que se encuentra en la siguiente liga:
https://www.facebook.com/watch/?v=192319008770672
Al ver este fabuloso video y pensar en los sucesos de hoy, todo sigue rebotando en mi cabeza, y no puedo dejar de preguntarme: ¿en dónde y cuándo fue que nos perdimos?