En México, dos de cada 10 vehículos circulan a exceso de velocidad, especialmente en vías limitadas a 20 kilómetros por hora, donde se ubican centros educativos, parques y residencias, y donde existe también mayor actividad peatonal y ciclista. Esta gravísima imprudencia desencadena accidentes que en los últimos 25 años han arrebatado la vida de 400,000 personas y provocado lesiones a otros cuatro millones.
Así lo reveló Jesús Monclús González, director del área de Prevención y Seguridad Vial de Fundación Mapfre, en un evento denominado Foro Corona del Hipódromo de las Américas, donde la fundación del grupo asegurador de origen español dio a conocer los resultados de un estudio titulado Velocidad y usuarios vulnerables en México.
Monclús González hizo hincapié en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reiterado que el exceso de velocidad a la hora de conducir un auto se relaciona directamente con una mayor probabilidad de que ocurra un accidente de tránsito y de que las consecuencias del percance sean graves.
Técnicamente explicado, y esto se ha dicho infinidad de veces en múltiples foros, que por desgracia sólo sirven para exponer la fúnebre numeralia, cuanto mayor es la velocidad de circulación, mayor será la distancia recorrida desde el momento en que el conductor advierte una situación de peligro y actúa sobre el gobierno del vehículo, es decir, el frenado, hasta que el vehículo finalmente se detiene.
En la reunión se advirtió que la velocidad excesiva es especialmente peligrosa en las vías urbanas debido a la permanente presencia de usuarios vulnerables, como peatones (sobre todo niños y personas mayores), ciclistas o motociclistas. La congestión de los núcleos urbanos y la convivencia de los peatones con el tráfico vehicular en movimiento obligan a observar siempre una velocidad moderada, razonable, pues esto es especialmente importante para evitar atropellamientos.
De acuerdo con lo expuesto en el foro, y siguiendo los resultados de la investigación elaborada por Fundación Mapfre, se estima que una reducción de 1 por ciento en la velocidad media del tráfico conlleva una reducción de 2 por ciento en los accidentes con lesiones, de 3 por ciento en los accidentes con lesiones graves y de 4 por ciento en los accidentes fatales. Por todo ello, reducir un poco la velocidad supone una contribución muy relevante para aminorar el número de muertes y lesiones en los accidentes de tráfico.
“Una velocidad baja reduce de manera drástica las posibilidades de sufrir un accidente de tráfico y sus consecuencias. Además, disminuye los alarmantes niveles de contaminación atmosférica relacionados con las emisiones de los vehículos. Es importante promover desde la administración gubernamental la limitación de la velocidad y el establecimiento de zonas 20 y zonas 30 en aquellos lugares con gran afluencia de peatones, como colegios, zonas residenciales o parques”, indicó Monclús González.
De acuerdo con lo que se asienta en el estudio dado a conocer, las motocicletas y automóviles circulan a mayor velocidad de la conveniente, con un promedio de 50.28 y 49.45 km/h, respectivamente, seguidos por los autobuses y camiones, que lo hacen a 45.33 y 42.45 km/h, en el mismo orden.
Peatones atropellados por exceso de velocidad sufren consecuencias fatales
El estudio detalla que un peatón adulto tiene menos de 10 por ciento de riesgo de muerte si es atropellado por un automóvil que va a menos de 30 km/h. Si el auto que origina el accidente se desplaza a más de 80 km/h, entonces el riesgo de muerte aumenta a 98 por ciento.
Según datos del Secretariado Técnico del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (Stconapra), en México fallecen alrededor de 16,000 personas al año por percances automovilísticos. De esa cifra global, 48 por ciento eran peatones, 16 por ciento motociclistas y 2 por ciento ciclistas.
Monclús González mostró las estadísticas que obtuvo la Fundación Mapfre en esta pesquisa, y reveló que más de 75 por ciento de los vehículos transitan a exceso de velocidad en vías que establecen como máximo 20 kilómetros por hora; es decir, en zonas en donde confluyen centros educativos, parques y residencias y que, por lo tanto, concentran una mayor actividad peatonal y ciclista.
Lo anterior, afirmó Monclús González, significa un factor de riesgo para los usuarios más vulnerables, como los niños y los adultos mayores, los cuales suelen tener una menor capacidad de reacción; de ahí la importancia, concluyó, de promover una cultura de seguridad vial en beneficio de peatones, conductores y todo usuario de las vías públicas de tránsito.