Durante 2020, los ataques de ransomware a las empresas crecieron 485 por ciento respecto al año anterior, situación que ha obligado a las compañías a adquirir seguros que las protejan del cibercrimen; sin embargo, aunque el sector asegurador ofrece parte de la solución con sus diversas pólizas, es necesario que empresas y gobiernos trabajen en conjunto para poder buscar diversas maneras de atacar estos delitos.
Así lo sugiere Marsh McLennan, firma global de corretaje en seguros, al señalar en su artículo La creciente amenaza cibernética exige una respuesta unida, que mientras más compañías se sumen a la digitalización -medida necesaria para su crecimiento hoy en día-, mayores serán los desafíos que enfrentarán en cada parte del negocio, ya que dependen de una red cada vez más grande de servicios tecnológicos, proveedores de software y servicios de infraestructura, lo cual la llena de puntos vulnerables.
Una de las desventajas de sumarse a los ecosistemas digitales es que a veces son terrenos poco explorados (sobre todo en ciertos giros de negocio) y los empleados, e incluso directivos, no conocen todavía hasta donde puede ser capaz de llegar la información de la compañía o la de sus clientes, situación que aprovechan los ciberdelincuentes.
De ahí que Marsh detecta que una de las oportunidades para combatir estos delitos, es que los gobiernos creen legislaciones u otras alternativas, apoyados por el sector privado, pues son las empresas -sobre todo las que han sido víctimas del cibercrimen- las que pueden aportar soluciones desde sus experiencias.
Asimismo, frente a esta creciente amenaza, las aseguradoras tienen un papel importante que desempeñar más allá de la transferencia de riesgos mediante la promoción de prácticas y cultura sólidas de ciberseguridad en los sectores público y privado. Además de responder a los eventos, se debe continuar adoptando una postura de prevención ante los ciberdelitos con los clientes y contar con una mejor gestión de riesgos dentro de toda la organización, concluye el artículo.